Alexandra Recalde, la única mujer tripulante de ala fija en la Aviación del Ejército Nacional
Actualmente es la única mujer que cumple funciones a bordo de una aeronave Grand Caravan.

Cabo primero Alexandra Recalde Herrera
Treinta años después de la reactivación del arma de Aviación del Ejército Nacional, solo una mujer hace parte de la tripulación de aviones: la cabo primero Alexandra Recalde Herrera, quien actualmente cumple funciones a bordo de una aeronave Grand Caravan.
Egresada del segundo curso de mujeres de Arma de la Escuela de Suboficiales Sargento Inocencio Chincá, Recalde combina su rol como tripulante con la formación de técnico en mantenimiento aeronáutico, una dualidad que la convierte en pionera dentro de la Fuerza.
La vocación militar le viene de familia: su padre es sargento mayor en retiro y su hermano capitán de Fuerzas Especiales.
“La disciplina, el entrenamiento y el sacrificio que vi en ellos fueron mi mayor inspiración para incorporarme al Ejército”, asegura.
Aunque inició en el Arma de Inteligencia Militar, pronto descubrió su pasión por la aviación. Tras un año de labores en Buenaventura, fue postulada a la especialidad aérea, superando un exigente proceso de selección en el que le ayudó su experiencia previa como auxiliar de vuelo en el ámbito civil.
Hoy no solo se desempeña como tripulante, sino que también asume la responsabilidad de garantizar que la aeronave esté en condiciones óptimas antes de cada misión.
“Es un orgullo muy grande. Como soy la única mujer, en muchos lugares la gente se sorprende de verme en este rol. Para mí es una oportunidad de mostrar que nosotras también tenemos distintas capacidades dentro de la Fuerza”, afirma.
Entre sus experiencias más memorables recuerda un vuelo a La Macarena, Meta, que le permitió conocer Caño Cristales, el río de los siete colores.
“Ir a esos lugares es lo que más me marca de esta experiencia; poder conocer y vivir de cerca la diversidad de nuestro país”, cuenta con emoción.
Su meta ahora es seguir sumando experiencia en cabina y alcanzar las 3.000 horas de vuelo, además de continuar su formación académica.
“Actualmente soy la única mujer en esta especialidad, y eso me motiva a seguir adelante. Estos 30 años de la Aviación del Ejército Nacional también son una oportunidad para resaltar el espacio que se nos ha abierto a las mujeres y que nos permite demostrar nuestras capacidades”, destaca.
Para ella, el motor más fuerte sigue siendo su familia: “Desde el primer día que entré al Ejército hasta hoy, mi papá es quien me orienta con sus consejos. Sé que está muy orgulloso de mí, y mi intención es que mi mamá y mis hermanos también lo estén cada día más”.




