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Así está Nepal tras 48 horas del levantamiento juvenil que incendió al país

Incendios al Parlamento y residencias de líderes políticos, colapso del Gobierno y una treintena de muertos: el saldo de dos jornadas de violencia desmedida en el sur de Asia.

Manifestantes de la Generación Z sobre el techo de la casa de un parlamentario en Nepal. 
(Foto:   Safal Prakash Shrestha/NurPhoto via Getty Images)

Manifestantes de la Generación Z sobre el techo de la casa de un parlamentario en Nepal. (Foto: Safal Prakash Shrestha/NurPhoto via Getty Images) / NurPhoto

El ministro de Salud de Nepal confirmó este miércoles, 10 de septiembre, que hubo, al menos, 30 personas muertas y más de mil heridas tras las protestas juveniles que sacudieron al país en el inicio de esta semana, como consecuencia del bloqueo a varias redes sociales, incluyendo Facebook, YouTube, WhatsApp y X.

Las protestas, que comenzaron de forma pacífica el lunes con una marcha hacia el Parlamento, terminaron con graves enfrentamientos entre manifestantes y las autoridades, que usaron fuerza excesiva.

El Ejército desplegó tropas por toda la capital, Katmandú, e impuso un toque de queda indefinido con la advertencia de que cualquier acto de vandalismo, saqueo o incendio deliberado sería procesado como delito, como respuesta a dos jornadas de una grave escalada de violencia.

Nepal arde en las llamas de una revuelta juvenil desatada por el bloqueo a las redes sociales

Este levantamiento juvenil se transformó en una insurrección que ha dejado a Nepal sin Gobierno tras la renuncia del primer ministro, con el Ejército en las calles y con múltiples ataques a los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, cuyas instituciones fueron asaltadas, paralizando por completo la maquinaria gubernamental.

La ira de los manifestantes se trasladó a las residencias de múltiples figuras de la élite política. Las viviendas del ya ex primer ministro K.P. Sharma Oli, el ministro de Comunicación y de otro ex primer ministro, Jhalanath Khanal, fueron incendiadas.

Los colectivos de jóvenes que lideran las protestas se desmarcaron de los episodios violentos y han hecho un llamamiento a abrir negociaciones con los militares y con el Gobierno, con tal de encontrar una salida pacífica a la crisis, además de lanzar una propuesta en línea para elegir a un líder del movimiento.

No obstante, la frustración generalizada de los jóvenes hacia una clase dirigente percibida como corrupta e irresponsable, sumada al descontento por años de estancamiento económico, desempleo y desigualdad, quedó plasmada en una ola de violencia sin precedentes en este país del sur de Asia.

El caos se desató finalmente por la prohibición de las redes sociales, una decisión que imposibilitaba la conexión con los dos millones de trabajadores que se encuentran en el extranjero, de quienes depende la economía de miles de familias en Nepal.

La cronología del caos desencadenado en Nepal en menos de 48 horas

Todo empezó la semana pasada, cuando el Gobierno del primer ministro K.P. Sharma Oli ordenó el bloqueo de 26 redes sociales. Esta medida se tomó en medio de una campaña viral en TikTok, conocida como “Nepo Kid”, que denunciaba la corrupción y el nepotismo de la élite política. La prohibición fue percibida como un acto de censura directa.

El lunes 8 de septiembre, miles de jóvenes, muchos en uniforme escolar, se congregaron pacíficamente en Katmandú para marchar hacia el Parlamento. Fue una concentración liderada por un movimiento autodenominado “Generación Z”.

La tensión aumentó en cuestión de un par de horas en las barricadas del Parlamento en New Baneshwar. La policía respondió a la presión de la multitud con cañones de agua y gases lacrimógenos.

La situación escaló drásticamente y las autoridades avanzaron con su respuesta represiva a los manifestantes. A partir de ese momento comenzaron a circular en redes vídeos de jóvenes siendo abatidos.

En horas de la noche se confirmó un balance de 19 muertos y más de 300 heridos. La policía utilizó gases lacrimógenos incluso dentro de un hospital que atendía a las víctimas. En respuesta a la masacre, el ministro del Interior, Ramesh Lekhak, presentó su dimisión. Al final de la jornada, se levantó el bloqueo a las redes sociales.

El martes, la violencia se recrudeció pese al toque de queda ordenado por el Gobierno. Los objetivos de los manifestantes fueron los símbolos del Estado y la clase política. El primer ministro K.P. Sharma Oli presentó su dimisión y fue evacuado por el Ejército.

Al mismo tiempo, se produjo una oleada de ataques, en los que fueron incendiados el Parlamento Federal, el complejo administrativo de Singha Durbar, la sede del Congreso Nepalí y las oficinas del principal grupo mediático del país.

A lo largo del día también fueron incendiadas las residencias privadas de Oli y del ministro de Comunicación. El ex primer ministro, Sher Bahadur Deuba, fue agredido físicamente. Además, la esposa de otro ex primer ministro, Jhalanath Khanal, murió en el incendio de su casa.

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El sistema penitenciario colapsó y turbas de manifestantes asaltaron las cárceles por todo el país, liberando a más de dos mil presos, entre ellos, el líder opositor Rabi Lamichhane en Nakhu.

Con el Gobierno civil disuelto, Nepal amaneció bajo el control de facto del Ejército, que se desplegó oficialmente la noche anterior. Las fuerzas armadas anunciaron la extensión del toque de queda a nivel nacional.

En este momento, el país permanece paralizado. Entretanto, el Jefe del Estado Mayor del Ejército ha hecho un llamamiento al diálogo, posicionando a los militares como los únicos árbitros en el vacío de poder actual.

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