¿Puede el excremento de insectos resolver la crisis de los fertilizantes? Expertos explican
Hay un insecto que cierra el ciclo de los residuos y también impulsa una agricultura más limpia, resiliente y autosuficiente.

Black Soldier Fly, imagen de referencia (Getty Images). / WebSubstance
Para empezar, es relevante destacar que un pequeño insecto está revolucionando la forma en que se gestionan los residuos y se cuida la tierra: la black soldier fly larva (BSFL).
Este insecto es capaz de consumir hasta cuatro veces su peso en desechos orgánicos, transforma restos alimentarios en ‘frass’, un fertilizante natural rico en nutrientes.
Cabe destacar que este proceso no solo reduce el volumen de basura, sino que también ofrece una alternativa sostenible para restaurar suelos degradados. Con más de un tercio de los suelos del mundo perdiendo fertilidad, el uso del ‘frass’ como biofertilizante representa una solución eficaz y ecológica.
La BBC ha destacado el papel de estos insectos en la agricultura regenerativa, y el Departamento de Agricultura de EE. UU. ha comenzado a invertir en proyectos como Chapul Farms, que lidera el aprovechamiento de las BSFL en Oregón.
Adicionalmente, respaldado por el Programa de Producción y Expansión de Fertilizantes, este enfoque cuenta con apoyo bipartidista. La BSFL cierra el ciclo de los residuos y también impulsa una agricultura más limpia, resiliente y autosuficiente.
Restauración del suelo y revolución agrícola
La black soldier fly larva (BSFL) se ha convertido en una aliada determinante para transformar residuos orgánicos en fertilizante sostenible. Estas larvas pueden alimentarse de casi cualquier desecho: restos de comida, subproductos agrícolas y materia en descomposición.
Su apetito les permite consumir hasta cuatro veces su peso diario, y procesan residuos en días, frente a los meses que requiere el compostaje tradicional.
‘Chapul Farms’ ha creado un sistema circular junto a granjas locales: intercambian residuos por ‘frass’, el excremento de las BSFL, que funciona como fertilizante rico en nutrientes.
De esta manera, el modelo no solo reduce desechos, sino que revitaliza el suelo y fomenta la biodiversidad.
Según Shankar Ganapathi Shanmugam, investigador de la Universidad Estatal de Misisipi, las larvas crecen rápido y prosperan en ambientes que normalmente serían desechados.
Por su parte, Mimi Casteel, vinicultora en Oregón, destaca que esta biología insectil aporta diversidad y beneficios tangibles al suelo. Frente a los fertilizantes químicos, el ‘frass’ mejora la retención de agua, fortalece las plantas y regenera ecosistemas, sin contaminar ni agotar la tierra.
¿El futuro del suelo dependerá de los insectos?
Aunque el ‘frass’ ha demostrado un enorme potencial como fertilizante regenerativo, su adopción enfrenta obstáculos regulatorios. Según Shankar Ganapathi Shanmugam, de la Universidad Estatal de Misisipi, si se quiere comercializar, primero, hay que regularlo y eso toma tiempo.
Actualmente, el Programa Nacional Orgánico de EE. UU. no acepta insectos como aditivo, lo que complica su uso en cultivos orgánicos. No obstante, ‘Chapul Farms’ trabaja activamente con los reguladores para cambiar esta situación.
El ‘frass’ contiene microbios que se multiplican en el suelo, mejorando su estructura y fertilidad. Esto podría generar grandes ahorros para los agricultores, especialmente tras el alza de precios entre 2021 y 2022, cuando Estados Unidos, tercer mayor importador mundial, sufrió un golpe a su seguridad alimentaria.
El Programa FPEP surgió en respuesta y ahora financia instalaciones en Oregón y Dakota del Norte que producirán 10.000 toneladas de ‘frass’ anuales.
Finalmente, cabe añadir que se ha priorizado la proteína de insectos. No obstante, el ‘frass’ representa una herramienta poderosa. Como dice Mimi Casteel: “El agricultor tradicional teme al insecto, pero al diversificar, todo el ecosistema florece”.



