El Ejército Nacional regaló a dos pequeños el sueño de cabalgar en el Día del Niño
La Escuela de Equitación del Ejército abrió sus puertas para cumplir el sueño de Aarón y Maxi, dos hijos de un cabo primero.

Escuela de Equitación del Ejercito Nacional
En una jornada para celebrar el Día del Niño, el Ejército Nacional abrió las puertas de su Escuela de Equitación para cumplir el sueño de Aarón y Max dos pequeños hermanos, hijos de un cabo primero, quienes vivieron su primera experiencia cercana con los caballos.
Aarón y Maxi fueron recibidos por instructores especializados que los guiaron en un recorrido por las caballerizas. Aprendieron a alimentar, peinar y cuidar a los caballos, fortaleciendo un vínculo de respeto y ternura con los animales.
Bajo la dirección de un teniente instructor, recibieron su primera clase de equitación básica y, con confianza creciente, realizaron algunos ejercicios de equilibrio y coordinación sobre el lomo de sus nuevos amigos de cuatro patas.
Más que una actividad recreativa, fue una experiencia de profunda conexión emocional. Los organizadores destacaron que este tipo de encuentros fomentan la empatía, la sensibilidad y el amor por los animales, pilares fundamentales también en terapias como la equinoterapia, donde los caballos contribuyen al bienestar emocional y físico.
“Los caballos sienten cada acto que les brindamos. Aman el cariño, el respeto y la ternura con la que los tratamos”, comentó el subteniente Daniel López, el instructor de Maxi y Áaron, mientras observaba cómo se despedían cariñosamente de los caballos que los acompañaron en esta jornada.
La Escuela de Equitación, destinada tradicionalmente a la formación militar en habilidades ecuestres de alto nivel, abrió sus puertas en esta ocasión para brindar una experiencia transformadora, segura y educativa para estos pequeños soñadores.
Los padres de los niños, visiblemente emocionados, agradecieron al Ejército por este gesto. “Hoy vimos cómo enfrentaron sus miedos, se llenaron de confianza y conectaron profundamente con la naturaleza. Nos llevamos un recuerdo que quedará para siempre en sus corazones”, señalaron.
Así, entre sonrisas, abrazos y la promesa de volver, Aarón y Maxi concluyeron una jornada mágica que celebró no solo la infancia, sino también la conexión genuina entre el ser humano y los animales.