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2 oraciones poderosas para pedir protección y salud a la Virgen de Carmen

La conocida ‘patrona de los conductores’ tiene varias oraciones en su honor que cogen fuerza en julio, ya que se considera su mes.

Virgen del Carmen // foto: Colprensa

Virgen del Carmen // foto: Colprensa

La Virgen del Carmen es la protagonista durante julio en Colombia, pues el 16 se le homenajea y la celebración de los creyentes se toma las iglesias católicas y calles del país, ya que es considerada la ‘patrona de los conductores’ y se suelen decorar los diferentes medios de transporte con los colores azul y blanco, al igual que con imágenes de la madre de Jesús.

A su nombre se desprenden diferentes oraciones que evocan peticiones como sanidad, agradecimiento, ofrecimiento, protección y salud, estas últimas siendo lo que los devotos piden más y dejan en manos de la virgen.

2 oraciones poderosas para pedir protección y salud

¡Tome nota!

1. ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN

Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario, por lo que su Divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo, el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que te pido en esta Novena, si conviene para su mayor honra y gloria y bien de mi alma; que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa.

Quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente y uniendo mi voz con sus afectos, te saludo una y mil veces diciendo: (Tres Avemarías).

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Virgen Santísima del Carmen, yo deseo que todos, sin excepción, se cobijen bajo tu sombra protectora de tu Santo Escapulario y que todos estén unidos a Ti Madre Mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida insignia.

¡Oh Hermosura del Carmelo! Míranos postrados, reverentes ante su sagrada imagen y concédenos benigna tu amorosa protección. Te encomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre el Papa y la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos.

Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos, cómo ofenden a tu Divino Hijo y a tantos infieles cómo gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre Mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Amén.

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2. Oración a la Virgen del Carmen por los enfermos

¡Amantísima Madre mía, María Santísima del Carmen! ¿A quién sino a Vos, que sois la salud de los enfermos, el consuelo de los afligidos y el amparo de los desvalidos, he de acudir en esta extrema necesidad en que me hallo? Vos bien sabéis, Madre mía, que por la divina voluntad de Dios llevo padeciendo tanto tiempo con esta penosa enfermedad, sin que hasta ahora haya podido encontrar consuelo en los médicos de la tierra; antes, al contrario, mis sufrimientos van aumentando de día en día, mientras siento agotarse mis escasas fuerzas y me va faltando la necesaria paciencia para soportarlos.

Espero de vuestro bondadoso corazón, ¡oh María! que os compadeceréis de mí, y que me otorgaréis la salud de que carezco, pues no en balde cubro mi pecho con vuestro Sagrado Escapulario, que es prenda de vuestra amorosa protección y universal medicina en las enfermedades del espíritu y del cuerpo. En retorno de esta gracia, que no me negaréis, yo os consagro mi alma con todas sus potencias, mi cuerpo con todos sus sentidos; en una palabra, todo mi ser, para que Vos dispongáis de mí como cosa que os pertenece.

Si Dios Nuestro Señor, en sus altos juicios, no quisiere darme la salud que por vuestra mediación le imploro, porque tal vez convenga para su gloria y mi propia salvación el que yo sufra y padezca con esta enfermedad, entonces os pido, Madre mía, que me alcancéis de Su Divina Majestad la virtud de la paciencia, para que con ella pueda sobrellevar mis padecimientos con la resignación propia de un buen cristiano, y por medio de ellos purificarme por completo de todos mis pecados a fin de conseguir la gloria eterna. Amén.

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