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Campesinos en el Putumayo reemplazaron la coca por el chontaduro

El proyecto productivo, por valor de 869 millones de pesos, hace parte de la actual política de drogas que busca la sustitución de los negocios ilícitos por las economías de la legalidad.

El proyecto tiene como fin fortalecer el cultivo de chontaduro para la producción del cogollo de palmito a lo largo y ancho de 22 hectáreas.

El proyecto tiene como fin fortalecer el cultivo de chontaduro para la producción del cogollo de palmito a lo largo y ancho de 22 hectáreas.

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El corregimiento de El Placer, en el municipio de Valle del Guamuez, en donde el glifosato arrasó durante 14 meses con todo lo que tuviera vida. Hoy, después de 26 años, esta población del bajo Putumayo poco a poco va recuperando sus tierras para la producción de alimentos.

La Agencia de Desarrollo Rural llegó esta semana a las veredas Los Ángeles, El Placer, Mundo Nuevo, Las Vegas y El Cairo con un proyecto productivo para 22 familias de la Cooperativa Agroindustrial del Palmito -COOPALMITO, por valor de 869 millones de pesos, con aportes de los campesinos y de la gobernación del departamento de Putumayo.

El proyecto tiene como fin fortalecer el cultivo de chontaduro para la producción del cogollo de palmito a lo largo y ancho de 22 hectáreas; cuya tierra aportaron los campesinos de las cinco veredas.

Por su parte, el presidente de la Agencia de Desarrollo Rural; Luis Alberto Higuera Malaver, subrayó “por el dolor y la sangre derramada, la inspección de policía de El Placer se convirtió en un sitio emblemático. Y ahora, en 2024, todavía el Estado se encuentra en deuda con esta sociedad aplastada por la violencia. Pero hoy la Agencia de Desarrollo Rural llega con un proyecto productivo integral, precisamente para transformar la economía ilícita de la coca en economías legales propuestas por la misma comunidad, como es la producción de cogollo a partir de la palma de chontaduro”.

El chontaduro como esperanza de vida

Para los asociados de COOPALMITO, el chontaduro juega un papel importante en la economía familiar, incluso hasta convertirse en su proyecto de vida. De esta manera lo describe Fabiola Malpud, lideresa de la cooperativa: “el interés de sembrar el palmito es pensando en una vida digna y en el bienestar económico para mi familia, para los socios de la cooperativa y para la vereda. Y eso es muy bueno porque estamos tranquilos”.

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