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¿Sal de mesa o sal marina? Le contamos cuál es la más saludable

Las diferencias entre estos dos tipos de sales van más allá de su sabor, textura y forma de procesamiento. Conozca las ventajas y desventajas de cada una de ellas.

Sal de mesa y sal de cocina, imágenes de referencia. Fotos: Getty Images.

A la hora de preparar cualquier tipo de alimento, un conflicto que suele aparecer es la preferencia por el cuidado de la salud o por el buen gusto y sabor de los alimentos.

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En este asunto, un ingrediente que suele convertirse en centro de la discusión es la sal. Es un elemento fundamental en todas las cocinas, con una historia milenaria.

Su uso va desde la preservación de carnes y alimentos durante períodos de tiempo cortos y largos, hasta su empleo como importante sazonador en muchas preparaciones.

No en vano son cada vez más las posibilidades que el mercado le ofrece a los comensales: desde la tradicional sal de mesa, hasta sal marina y la rosada del Himalaya.

Pero más allá de la sencillez de la sal de mesa o del origen extraño de otros tipos de sales, que puede evidenciarse en su apariencia y su costo, hay un tema que es verdaderamente importante: su efecto sobre la salud.

Pues bien, la forma en la que se producen sales tiene gran influencia en sus componentes y en lo que generan en el organismo.

Conocer a detalle su origen, procesamiento y componentes, es importante para saber cuál elegir a la hora de cocinar y cuál puede resultar más beneficiosa o saludable.

El origen de la sal

Durante milenios la sal ha estado presente en la cocina y, en general, en las prácticas de las sociedades humanas.

Sus primeros usos registrados por la historia se ubican en el año 2670 antes de Cristo (a. C.), en tiempos del emperador chino Huangdi.

En la provincia de Shanxi, ubicada al norte de China, se documentaron las primeras salinas en las que se explotaba lo que hoy puede conocer como sal marina.

La geografía de esta región está plagada de montañas y lagos de agua salada, cuya evaporación dio origen a uso de este mineral como parte de la alimentación de las comunidades cercanas.

Sin embargo, solo hasta el año 800 a. C. se registraron los primeros proceso de extracción y transformación de sal marina, también en China.

Par entonces, el agua salada se depositaba en recipientes de barro que eran llevados al fuego para obtener, con la evaporación del agua, los cristales de sal.

Mientras tanto, en Occidente el uso de la sal data del año 3000 a. C., pero como parte de rituales funerarios en sitios como el Antiguo Egipto.

Siglos más tarde la historia registró su aparición como parte del comercio en las primeras culturas mediterráneas, especialmente en Libia y Etiopía.

Poco a poco, el uso de la sal se empezó a expandir por el mundo en una importante dinámica comercial, hasta llegar a la actualidad, cuando es posible encontrar distintos tipos de este ingrediente en el mismo pasillo del supermercado.

¿Cómo se produce la sal y cuáles son sus beneficios?

La importancia de la sal trasciende el asunto gastronómico. Además de ser un sazonador infaltable en las cocinas, aporta nutrientes y elementos fundamentales para el funcionamiento del organismo.

El cuerpo necesita sodio y cloro, dos elementos químicos que, en su conjunto, son la fórmula de la sal. Su valor es mantener la concentración de los niveles de agua dentro y fuera de las células.

Además, según los expertos, aporta a la transición de impulsos eléctricos entre las neuronas, al momento de las contracciones musculares.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el volumen de sal recomendado para el consumo es menos de 5 gramos al día.

Otras organizaciones como la Asociación Estadounidense del Corazón aseguran que la medida perfecta para que la sal sea beneficiosa para el organismo es de 3,75 gramos al día.

Superar estos límites puede traer consigo graves consecuencias a la salud, como problemas de hipertensión arterial, alteraciones cardiovasculares, insuficiencia cardiaca y renal.

Sin embargo, los médicos rescatan que según el tipo de sal que se consuma, esta puede ser más o menos beneficiosa. La variación en sus componentes depende también de su método de extracción.

Sal de mesa

La sal de mesa es la que comúnmente se conoce en las cocinas. Tiene una textura fina, resultado de un largo procesamiento de refinación.

Se obtiene de rocas y cuevas subterráneas de las que es extraída y luego se somete a un proceso químico en el que se eliminan algunos de sus componentes.

Un valor agregado de este tipo de sal es que durante su producción se añade yodo, un elemento clave para la salud de la tiroides y recomendado por los médicos siempre que se consuma en las cantidades correctas.

Además, la sal de mesa o sal yodada puede ser una buena alternativa para que personas que no consumen productos de mar o tiene difícil acceso a ellos, puedan tener la ingesta de algunos nutrientes particulares.

Sal marina

En cuanto a la sal marina, esta se consume en un estado mucho más cercano al natural en el que se encuentra en el ambiente.

Su explotación y producción no tiene gran rigor. Se encuentra en lagos, mares y otras fuentes de agua salada, de donde se extrae para su evaporación al sol o mediante procesos industriales.

Esta no es sometida a procesos de refinamiento, por lo que se produce en granos mucho más gruesos que la sal de mesa. Tampoco contiene yodo añadido.

Por el contrario, está enriquecida por algunos oligoelementos que se encuentran en ella desde su origen natural, como el magnesio, el potasio y el calcio.

Ofrece una textura más agradable para algunas preparaciones y es apetecida en la alta cocina por aportar sensitivamente a la experiencia gastronómica.

Sal de mesa y sal marina: esta es la más saludable

Si bien la sal de mesa y la sal marina tienen sus marcadas diferencias en cuanto a sabor, forma y procesamiento, su efecto en el organismo es muy semejante.

Usualmente se dice que la cantidad de sodio presente en la sal de mesa es mayor que el sodio en la sal marina.

Esto es cierto, pero la razón es un asunto de lógica: la sal marina, al ser granulada, contiene mayor concentración que la sal de mesa.

Si para una preparación se requiere usar una cucharada de sal de mesa, se agregan en ella al menos 2300 miligramos de socio. Pero la cantidad requerida de sal de mar es menor y, por ende, es menor la medida de sal.

El centro del asunto no es el tipo de sal, sino los hábitos de consumo de las personas. En ellos son insistentes los médicos y expertos.

Si bien la sal es fundamental para el completo funcionamiento del organismo, aprender a regular su consumo y hacerlos en las cantidades recomendadas, puede marcar la diferencia.

La elección entre sal de mar y sal de mesa, más que cuestión de salud y cuidado, es un asunto de preferencia por sabor, textura y comodidad a la hora de cocinar o compartir en la mesa.