La estrategia del caracol: 30 años de un clásico del cine colombiano
Humberto Dorado, director y actor de teatro, cine y televisión colombiano, habla sobre la historia de una de las películas más icónicas de la historia del país, tres décadas después de su lanzamiento.
Una fachada de color rosado, con ventanas de madera y vidrio, se desploma ante a vista de los espectadores. La nube densa de polvo envuelve la pantalla en una de las producciones más importantes del cine colombiano: “La estrategia del caracol”.
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Cuando el polvo se aplaca, ante la vista de los personajes de la historia y de quienes observan la cinta de 1993, queda en evidencia el retrato de una época.
Justo ese es el artilugio que logra “La estrategia del caracol”: proponerle a los espectadores una historia dramática, en la que la aparición genuina del drama narran una porción de la historia de Bogotá y Colombia.
Treinta años después de su lanzamiento, la cinta sigue produciendo reacciones entre quienes la ven. La mayoría de ellas positivas, pues desde el inicio la crítica reconoció muy bien el valor de esta.
No en vano, la película hace parte de las 50 más importantes del cine del siglo XX en Hispanoamérica. Así lo comentó Humberto Dorado, guionista y actor de la cinta, en conversación con 6AM Hoy por Hoy.
El director y actor de teatro, cine y televisión colombiano comentó detalles sobre la grabación de la película y analizó su importancia, vista a treinta años de su lanzamiento.
Una historia real
“La estrategia del caracol” es una película basada en los hechos reales que sucedían en la capital, en torno a antiguas construcciones que fueron convertidas en pensiones.
La cinta “quedó bien y acorde con lo que en un momento dado estaba ocurriendo en la zona centro de Bogotá y lo que sentía la gente”, explicó Dorado sobre el éxito de esta.
Y señaló que para el momento en el que surgió la idea, entre finales de los años 80 y principios de los 90, “había una campaña de desalojo de los inquilinatos del centro de Bogotá” que inspiró la historia.
“Hubo un pequeño detonante: en el periódico salió una noticia de una casa que fue abandonada por dentro y eso motivó a Sergio Cabrera y Ramón Jimeno. Les dio la idea de que se podían llevar la casa”, agregó el director y actor.
Aunque en el sitio en el que fue grabada la icónica cinta ahora funciona un asadero, Dorado tiene la seguridad de que “hay unas huellas muy particulares y concretas” de la película y lo que produjo.
En 1993, “La estrategia del Caracol” fue premiada en el Concurso Nacional de Guiones de FOCINE (antigua Compañía del Fomento Cinematográfico). Ese fue uno de los impulsos de la producción.
Recibió cinco reconocimientos más en los festivales nacionales de cine, como mejor ópera prima, mejor película colombiana, mejor película, mejor director y premio de la crítica.
Esos premios, sumados a los que recibió en ocho festivales internacionales, de países como Alemania, España y Portugal, solo tienen una explicación, desde la mirada del artista:
“La película da cuenta de una victoria y la gente sale feliz. Es muy importante que el cine se conecte con las personas y las haga felices”.
El embargo de un tesoro
Para la época de los años 90, la industria del cine colombiano aún no lograba desarrollarse de forma robusta. Hubo momento muy importante en el sector, como el del famoso Caliwood de los años 70.
Este fue el semillero de actores, guionistas y personas del séptimo arte que unos años después empezarían a darle forma a la industria desde lo legal y lo comercial, de una forma más profunda.
El cineasta Sergio Cabrera, director de “La estrategia del caracol”, fue uno de los personajes que hizo grandes aportes al cumplimiento de esa misión y a la proyección internacional del cine colombiano.
“Otro logro que a veces se olvida es que varias películas de Sergio Cabrera lograron una meta que es muy difícil de lograr: la distribución comercial en los países latinos europeos, que son Italia, Francia y España”, comentó Dorado.
“La estrategia del caracol fue una de ellas”, durante un año ininterrumpido hizo parte de la programación de los cines más importantes de España, en el horario de viernes en la noche.
Sin embargo, este logro fue tan positivo como condenatorio para la cinta. Su negativo original quedó embargado en Roma, lo que ha dificultado que la película se restaure y reproduzca en nuevos soportes, para preservar su memoria.
“Esa es una parte muy triste”, dijo el director y actor en su comunicación. A pesar de ser “parte del patrimonio cultural colombiano” y tener un reconocimiento similar por parte del Ministerio de Cultura de España, “no se pueden hacer copias digitales ni cortes nuevos”.
“A los guionistas nos duele mucho el hecho de que se haya devaluado y demeritado el trabajo del guionista, aun en la contabilidad de los puntos para conseguir auxilios y estímulos de los departamentos de cultura”, agregó.
A pesar de su insistencia durante los últimos cinco años para que se libere el negativo de la cinta, Dorado lamentó que al respecto “hay muchas justificaciones, pero no respuestas”.
La casa pintada
Al caer la fachada original de la casa que en la que se centra la historia de la película, la mirada pega directo a una revelación que personajes ni espectadores esperaban:
“Ahí tienen su hijueputa casa pintada”, se lee al fondo de la escena. Los personajes, desde una ingenua creatividad, le demuestran a la audiencia que sí es posible llevarse su casa a cuestas.
“Se nos ocurrió comprar el guion original con el cinematográfico y no nos acordamos a quién se le ocurrió la frase. Estábamos tres personas y ninguno tiene el valor moral de decir ‘esa frase es mía’”, comentó dorado sobre la popular escena de la cinta.
Tres décadas después de su lanzamiento, “La estrategia del caracol” sigue siendo una película conocida por muchos y referenciada por conocedores del cine colombiano.
Su mensaje también permanece vigente, tanto como el homenaje que rindió la cinta a Silvia Duzán, periodista colombiana que no alcanzó a verla en la pantalla, pues fue asesinada en Cimitarra por los paramilitares.
Tal vez una de las virtudes de la película, emblema del séptimo arte en Colombia, es la posibilidad que hubo de que muchas ideas se combinaran a la hora de definir los detalles de so producción.
Aunque no en todo el proceso, pues hay asuntos, como reconoció Dorado, que solo le competen a la pluma del guionista.
“Hay un hermetismo en las decisiones, cuando me toca asumir a mí la responsabilidad de un guion. En esa parte del trabajo cinematográfico no entra nadie, pero se reciben todas las ideas”, concluyó.