Alonso Salazar narra la “caída libre” de Pablo Escobar a 30 años de su muerte
El exalcalde de Medellín y autor de “La parábola de Pablo”, Alonso Salazar, hizo memoria de la influencia del capo del Cartel de Medellín en una de las épocas más difíciles de la historia del Colombia por el narcotráfico.
Alonso Salazar narra la “caída libre” de Pablo Escobar a 30 años de su muerte
16:21
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://caracol.com.co/embed/audio/509/1701456298381/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Pablo Escobar y Alonso Salazar. Fotos: Getty Images y X @vanedelatorre.
“Pablo Escobar es un hombre ineludible en la historia de Medellín y de Colombia”, dice Alonso Salazar al justificar la importancia de narrar fragmentos de la vida del jefe del Cartel de Medellín.
Lea también
Hace 30 años que escobar fue dado de baja en la capital antioqueña, mientras hablaba por teléfono desde una de las propiedades en las que se escondía.
Su muerte, el 2 de diciembre de 1993, fue leída como un triunfo para las autoridades colombianas y el Gobierno. Pero también para su competencia directa: el Cartel de Cali.
Escobar manejaba más del 80% del tráfico de drogas de Colombia. Razón por la que su riqueza empezó a crecer a pasos acelerados, tanto como su fama y relevancia en el acontecer nacional.
Así lo reconoció Salazar, exalcalde de Medellín y autor del libro “La parábola de Pablo”, uno de los textos más autorizados para comprender la vida e influencia del narcotraficante.
“Yo sentía que hacía falta contar el núcleo central de toda esa historia, que era el narcotráfico y Pablo Escobar”, dijo Salazar a 10AM Hoy por Hoy sobre su experiencia rastreando desde el periodismo las huellas del sicariato en Medellín.
Los rastros de la cocaína
El jefe del Cartel de Medellín fue el hijo de una época, también el resultado de un camino fácil que empezaba a tomar fuerza en Colombia: el del tráfico de drogas. Así lo describió Salazar.
“Pablo Escobar es producto de un comercio ilícito: el de la cocaína. Y de unas riquezas extraordinarias y alucinantes”, comentó.
Explicó que en Colombia y de forma aguda en Antioquia, “se habían tolerado” acciones delictivas que empezaban a hacer parte de la cotidianidad, como la limpieza social y el contrabando.
Por esa razón, el accionar de Escobar era, en principio, el de un sujeto más que entraba en la escena del delito. “Sus primeras acciones en el narcotráfico parecían no tener posibilidad de condena”, comentó el periodista.
La ambición de Escobar y su interés por convertirse en una figura de la conversación pública, se combinaron con algunos factores del contexto nacional que prepararon un caldo de cultivo para el fortalecimiento de los carteles.
“Es producto del tráfico ilícito y de un país que no logró consolidar instituciones y cultura de la convivencia. Antioquia era una meca de eso”, dijo Salazar.
Sin embargo, Escobar tenía la necesidad de aplicar en su accionar un carácter distintivo. Algo que lo diferenciara de los demás delincuentes, incluso de aquellos con los que competía en el mercado del tráfico de drogas.
La forma particular en la que configuró el estilo de su actuar delictivo estaba anudada a un creciente interés por el dinero fácil, que podía incluso superar el valor de la vida misma.
“Él se inventó una manera de operar donde no era tanta la planeación de los crímenes, sino haber encontrado personas que iban motivadas por el dinero que heredaría la familia o medio engañadas. Con ese modelo lograron los grandes magnicidios”, explicó el también exalcalde de Medellín.
En ese sentido, los sicarios que empezaron a consolidar todo un grupo en torno a la figura de Escobar como “el capo” iban motivados en parte por el dinero, desde una orilla abiertamente suicida. Otros llegaban engañados.
“Aprovecharon a una generación criada en la cultura de la muerte, aunque es un término inapropiado”, aseveró.
Los aspectos familiares también configuraron en Escobar el perfil de un personaje interesado en figurar a toda costa, alcanzar el dominio sobre los demás.
Su padre no fue un personaje con relevancia en su historia personal. “Era como una sombra”, dijo Salazar, que ha investigado a detalle la vida del jefe del Cartel de Medellín.
“Es Pablo Gaviria más que Pablo Escobar, en el sentido de que la madre tiene el talante, cosas a veces positivas y también el desapego”, comentó.
Aseguró que su madre, Hermilda Gaviria, quien era maestra, “lo consentía y le toleraba”. Esto sirvió para que su accionar no tomara límites.
“Ella (la madre) aprovechó rápidamente para darse también una vida lujosa”, dijo Salazar. Lujos como los viajes empezaron a ampliar sus fronteras a nivel nacional e internacional.
“Hay una historia familiar y un contexto social ineludible”, aseguró el periodista. Eso configuró la personalidad de “un sujeto extraño, raro y tan complejo que no pudo con él mismo. No supo contenerse, no podía estarse quieto”.
Narrar a Escobar
Durante más de dos décadas, Alonso Salazar se ha dedicado a investigar y narrar las dinámicas de la violencia en Medellín y Colombia. Aunque haya estado en la política, el periodismo no se aleja de su esencia.
Luego de la muerte de Pablo Escobar se interesó por investigar la vida del que es, según él, un punto central para comprender la historia y las dinámicas de su ciudad.
Sin embargo, llegar a información real y confiable sobre el jefe del Cartel de Medellín no era asunto fácil. Mucho menos con los ánimos caldeados por la compleja situación política y de seguridad del país.
“Era muy difícil llegar a las fuentes, el temor todavía predominaba. Hoy es al contrario: hay tanta información que hay que pasarla por el cedazo”, comentó el periodista.
En principio, la familia de Escobar sería un enclave en el que podría encontrar información de primera mano. Pero terminó por descartarla.
“La familia no era buena fuente porque no tenían la información completa o porque todavía estaban en un plan de justificación”, dijo Salazar.
Pero, en su lugar, buscó a personas cercanas a Escobar para intentar reunir las piezas de ese mapa que contaba su historia. Acudió a empleadas del servicio y trabajadores que le dieron pistas importantes.
De su mano conoció detalles que incluso podrían parecer de importancia menor, como los gustos musicales del capo y el desarrollo de sus fiestas.
También visitó a personas en la cárcel que habían tenido algún tipo de relación o cercanía con él, tratando de recabar información desconocida.
“Fui yendo de una persona a otra, construyendo una especia de holograma”, dijo. Personas desde todas las orillas le permitieron comprender lo que él llama “la caída libre que tuvo Pablo Escobar”.
En total fueron cuatro años de investigación periodística, dijo el exalcalde en su conversación con 10AM Hoy por Hoy, hasta lograr una versión cercana y fiel de quién fue Escobar.
Salazar descubrió y narró tantas particularidades, como que “empezó con un cura a bordo que se encargaba de darle las bendiciones a todos esos camajanes en los eventos sociales como las inauguraciones de canchas”.
También descubrió las líneas en las que se configuraba su acción social y carácter altruista, que lo convirtieron en objeto de admiración y gratitud de muchas personas.
Calificó de “absurdo” su interés por hacer parte de la política nacional, en un golpe de ánimo que le llevó incluso a un paso fugaz por el Congreso de la República.
La construcción de ese mapa o relato que ha narrado durante tantos años Salazar, le permite tres décadas después definirlo de forma concreta y sin sonrojarse: “Pablo Escobar no tenía vísceras”.