Guitarrista de Queen, Brian May, ayudó a la NASA a recuperar muestra del asteroide Bennu
El músico, integrante de una de las bandas más icónicas en la historia del rock, tiene una importante carrera como científico, en el campo de la astrofísica.
“Hola amigos de la NASA, fans del espacio y aficionados a los asteroides. Soy Brian May, de Queen, como probablemente ya saben”, arranca diciendo el músico de 76 años en un video emitido por NASA TV.
May, quien es también un reconocido científico, con una prolífica carrera en el campo de la astrofísica, se declaró “inmensamente orgulloso de ser miembro del equipo de Osiris-Rex”, la sonda espacial que recientemente completó el histórico logro de recuperar una muestra de 250 gramos de la superficie del asteroide Bennu.
El asteroide, que se estima, tiene unos 500 metros de diámetro y tiene una probabilidad de 1 en 2700 de estrellarse de manera catastrófica contra la tierra en el año 2182, podría contener, según creen los científicos, moléculas de agua, encerradas en minerales, entre otros elementos que podrían aportar claves para comprender el desarrollo del sistema solar.
El rockero astrofísico
Antes de la fundación de Queen en 1970, junto a Freddie Mercury y Roger Taylor, Brian May estudió Física y Matemáticas en el Imperial College de Londres, según reseña el diario inglés The Guardian.
May retomó sus actividades científicas en la universidad en 2006, tras amasar una exitosa carrera musical y en ese año completó una tesis en la cual estudió las velocidades radiales de un fenómeno conocido como nube de polvo zodiacal.
El músico, según explicó CNN, desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de la misión, puesto que se encargó de generar imágenes estereoscópicas, construidas a partir de los datos de la nave, que permitieron al equipo en tierra, definir cuál sería el lugar más seguro en el que la nave podría aterrizar para recoger la muestra.
La participación del rockero en esta importante misión se vio representada en la construcción del primer atlas completo de un asteroide, el cual hizo parte de una importante colaboración junto a Dante Lauretta, experto en ciencias planetarias de la Universidad de Arizona, quien es, además, líder de la misión Osiris-Rex.
“Soy un gran fan de la música de Brian”, confesó Lauretta, quien además aseguró que “el hecho de mantener correspondencia con uno de mis héroes de la infancia fue más que genial”, según recoge Tucson.com.
“A medida que avanzaba la misión, no pude evitar compartir con él algunos de los últimos avances… Para mi deleite, Brian mostró un gran interés por la misión y la ciencia que la sustenta. Estaba claro que no era un simple aficionado casual, sino un verdadero entusiasta del espacio y un defensor de la exploración espacial”, aseguró el científico.
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Según cuenta el medio local de Tucson, Arizona, en la actualidad Brian May ayudó a fundar una campaña de concienciación mundial llamada ‘Día de los Asteroides’, además de eso, escribió varios libros sobre el espacio y la estereoscopia, y trabajó como colaborador del equipo científico de la nave New Horizons de la NASA durante su paso por Plutón.
El caballero del Imperio Británico, como le declaró el Rey Carlos III, ha producido imágenes estereoscópicas en 3D de objetos del sistema solar utilizando datos de New Horizons, Osiris-Rex y la sonda de muestreo de asteroides Hayabusa 2 de la agencia espacial japonesa.
La muestra de Bennu
La cápsula ingresó en la atmósfera alrededor de las 8:42 hora local en Utah (14:42 GMT), viajando a una velocidad de 44.500 kilómetros por hora y enfrentando altas temperaturas, por lo que era clave que redujera su velocidad durante el descenso a la Tierra.
Cuatro horas antes de su aterrizaje, la nave nodriza Osiris-Rex liberó la cápsula en el espacio, a una distancia de exacta de 102.000 kilómetros de nuestro planeta, y puso rumbo a otro asteroide llamado Apofis y que estudiará durante los próximos años.
Con la llegada a la Tierra de la cápsula, se pone fin a una aventura que comenzó en 2016 con el lanzamiento de la nave Osiris-Rex desde el centro de la NASA en Cabo Cañaveral (Florida). Una muestra de pureza inigualable