Exoplanetas de lava podrían ser la clave para entender el origen de la vida en la tierra
Así lo cree un nuevo estudio científico que se centra en el modelado de los planetas constituidos por oceános de magma en su superficie, condiciones que podrían ser primigenias para la vida.
Según señala un informe publicado en Science Daily, casi el 50% de los exoplanetas (que se encuentran fuera de nuestro sistema solar), tienen importantes cantidades de magma, en forma de océanos de lava, en su superficie, debido a las caóticas condiciones producidas por la cercanía con sus respectivas estrellas anfitrionas.
Un nuevo estudio, enfocado en estos mundos volcánicos, sugiere que el efecto atmosférico de estos océanos de lava, podría afectar radicalmente la evolución de los planetas, ofreciendo pistas cruciales sobre la formación de la tierra y la consolidación de sus condiciones de habitabilidad.
¿Cómo transforma la lava a los planetas?
De acuerdo con el estudio, liderado por Kiersten Boley de la universidad Estatal de Ohío, la capacidad de compresión del magma, provocaría que los planetas ricos en lava, carentes de atmósfera, sean moderadamente más densos que los sólidos de tamaño similar.
En ese sentido, se cree que los océanos de lava tendrían, incluso, la capacidad para afectar a la estructura del manto, la gruesa capa interior que rodea el núcleo de un planeta.
“Cuando los planetas se forman inicialmente, sobre todo los terrestres rocosos, pasan por una fase de océano de magma mientras se enfrían”, explicó Boley. “Así que los mundos de lava pueden darnos una idea de lo que puede haber ocurrido en la evolución de casi cualquier planeta terrestre”, cita el medio.
El trabajo de Boley, como resalta Science Daily, gira en torno a la comprensión de esos ingredientes esenciales que hacen únicos a los exoplanetas y cómo el ajuste de esos elementos o, en el caso de los mundos de lava, de sus temperaturas, puede cambiarlos por completo.
La investigación arroja luz en un campo de estudio que ha sido un reto particularmente difícil para la ciencia, debido a la distancia a la que se encuentran estos mundos extrasolares de nuestra vecindad planetaria, siendo ‘55 Cancri e’ uno de los más conocidos, a unos 41 años luz de distancia.
¿Cómo evoluciona un planeta de lava?
A partir del uso del software Exoplex, que permite realizar el modelado del interior de estos exoplanetas, a los que también se les denomina ‘Supertierras’ (por su tamaño entre 1 y 10 veces al de nuestro planeta), el equipo de astronomía realizó la simulación de los posibles escenarios evolutivos de un planeta con estas condiciones.
Los investigadores llegaron a tres escenarios posibles: uno en el que todo el manto está completamente fundido; otro, en el que un océano de magma se encuentra en la superficie; y un tercero, comparando con un sándwich, por tener un océano de magma en la superficie, una capa de roca sólida en el centro y otra capa de magma fundido, la que estará más cercana al núcleo del planeta.
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Siguiendo estas predicciones, los científicos infirieron que, dependiendo de la composición de los océanos de magma, algunos exoplanetas sin atmósfera podrían tener mayor capacidad de “atrapar” elementos como el oxígeno y el carbono, los cuales, en un proceso de miles de millones de años, terminarían formando las primeras atmósferas.
¿Condiciones iniciales para la vida?
En palabras de la autora: “cuando hablamos de la evolución de un planeta y de su potencial para albergar diferentes elementos necesarios para la vida, la capacidad de atrapar una gran cantidad de elementos volátiles en sus mantos podría tener mayores implicaciones para la habitabilidad”.
Aunque, como anota Boley, estos exoplanetas y ‘Supertierras’ están muy lejos de ser lo suficientemente habitables como para albergar vida, es importante “comprender los procesos que ayudan a estos mundos a llegar hasta ahí”.
Pese a las esperanzas, que sitúa la autora en estos hallazgos, queda trecho para consolidar información concluyente en cuanto al funcionamiento de los mundos de lava. Sin embargo, este es un paso valioso, al que, a futuro, se le deberán añadir otros parámetros terrestres, como las fluctuaciones en la gravedad de la superficie de un planeta, anota el medio.