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Por deterioro, Etcar reemplaza el revestimiento del suelo del baluarte de La Merced

La intervención es parte del Plan Anual de Mantenimiento de la Escuela Taller Cartagena de Indias, se realiza con la asesoría de ingeniero estructuralista

Etcar

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Recientemente, en el baluarte de La Merced, ubicado contiguo al claustro que le dio su nombre y al Teatro Adolfo Mejía, la Escuela Taller Cartagena de Indias (Etcar) inició la obra de reemplazo del solado, es decir, del revestimiento de su suelo, para mejorar el drenaje del baluarte y evitar accidentes de los transeúntes, debido al estado fragmentado en el que se encuentra.

El baluarte de la Merced es el único baluarte ‘vacío’ del recinto fortificado, y su solado o piso era el espacio por donde transitaban las tropas con artillería y pertrechos, facilitando la movilidad desde el momento en el que fue construido. Podría describirse como una muralla perforada por troneras abocinadas, donde en el pasado se disponían cañones, pero que actualmente muchos usan para contemplar el mar o departir con amigos.

¿Qué sucede con el solado del baluarte?

En primer lugar, es importante tener en cuenta que, mediante el estudio previo de la consistencia del revestimiento del suelo del baluarte, se pudo concluir que su fabricación data de hace varias décadas, y que su materialidad no es puramente cal, sino una mezcla con partículas de cal, cemento, caracuchas y arena gris, de entre 7 cm y 10 cm de espesor, que presenta múltiples fragmentaciones y desniveles, generando el represamiento de agua e inseguridad para los transeúntes.

El sistema de drenaje del baluarte de La Merced, y de todos los demás baluartes, se hace a través de sus superficies o solados, sin embargo, La Merced tiene dos pendientes, una que va hacia la zona verde, y otra hacia la contramuralla (donde están las troneras en las que muchos visitantes se sientan a contemplar el mar), ambas pendientes se delimitan por un pirlán (pieza en piedra de origen coralino), que se encuentra más hacia a la contramuralla.

La patología de fragmentación y desniveles generalizada en el solado, ha venido generando el represamiento de agua e inseguridad en el recorrido para los transeúntes, quienes podrían tener un accidente.

En qué consiste el trabajo

El arquitecto restaurador, Mario Zapateiro Altamiranda, director de Obras de la Etcar, explicó: “usualmente desde la Etcar refaccionamos los soldados, sin embargo, en este caso estamos haciendo un cambio, ya que estamos removiendo el material deteriorado en su totalidad, para reemplazarlo con una mezcla de materiales similares que le den la consistencia y homogeneidad necesaria a las pendientes, que están divididas por pirlanes, en un área de 806 metros cuadrados, de manera que se rectifique el nivel y pueda haber un desagüe natural hacia el extremo sur”.

El especialista hace énfasis en que para evitar filtraciones hacia los cimientos y el arrastre de finos (desplazamiento del material de relleno), así como para lograr un correcto desagüe y conservar esta fortificación a nivel estructural, es necesario mantener la superficie en buen estado, con suelos parejos, lo cual va en concordancia con las indicaciones impartidas a la Etcar por el ingeniero estructuralista Jorge Rocha, quien recomienda respetar los niveles, las pendientes y el banco de piedra ubicado al pie del zócalo de la muralla, para no modificar la arquitectura del baluarte y favorecer el tránsito seguro por este sector.

El reemplazo del solado del baluarte de La Merced, adelantado con la mano de obra de los técnicos egresados de la Etcar, se realizará durante dos meses, por lo cual la institución agradece la comprensión de los transeúntes, ya que se trata de una intervención en favor de la conservación de nuestro patrimonio.

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