No es cafetero por tradición y vendió la libra en 120 dólares con 50 centavos
En la subasta realizada el viernes en Bucaramanga, este hombre impuso un récord nacional e histórico en el café que para muchos será difícil de superar.
Bucaramanga
Domingo Torres, no es cafetero por tradición, no usa poncho, sombrero o viste de paño, es de piel morena, es una persona con mucha fe en Dios, logró un récord histórico en la reunión de los cafeteros del país en Bucaramanga.
Este hombre de 59 años solo lleva 10 años cultivando el grano en su finca de Ragonvalia en Norte de Santander y en la subasta realizada en Bucaramanga, su café de la variedad Geicha fue comprado en la subasta internacional 120 dólares con 50 centavos la libra.
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Señala este hombre que todo esto se lo debe a Dios, ya que, con su familia, se dedicaron a sacar el mejor café que se produce en el país.
Precisa que lo importante no es la cantidad, sino la calidad, y su propiedad solamente tiene sembradas cinco hectáreas con el grano.
Su cultivo ha tenido reconocimiento desde los años, 2021, 2022 y ahora en el 2023.
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Los dos años anteriores había logrado obtener una cifra de 42 y 78 dólares en su café, pero el viernes fue su gran día al alcanzar una cifra de 120 dólares con 50 centavos.
Dijo que, en la reunión de cafeteros de Bucaramanga, su café no obtuvo ningún reconocimiento entre los más destacados del país, pero la sorpresa fue cuando en la subasta apareció como el más cotizado de Colombia.
Dijo que, por su piel morena, se sintió como una “mosca en leche”, ante los demás cafeteros que esperaban que sus granos fueran los más cotizados en la oferta internacional.
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Domingo Torres fue minero por más de 20 años en su tierra natal de Guapi en el Cauca, donde salió hacia Venezuela, pero del vecino país fue expulsado por indocumentado y luego se radicó en el municipio de los Patios, en Norte de Santander.
Estando en ese departamento le dio por cultivar café desde hace diez años y desde que su grano empezó a cotizarse en el mercado internacional, sintió que su sueño de ser caficultor se veía materializado.