El reencuentro de una amistad en Caldas que sobrevivió a la violencia
El anhelo de reconstruir la vereda El Congal mantiene unidos a una víctima de desplazamiento forzado y un desminador del Ejército Nacional.

El reencuentro de una amistad en Caldas que sobrevivió a la violencia
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Danilson y Ferney, amigos que se reencontraron para construir paz en el oriente de Caldas. Caracol Radio.
Bogotá D.C.
Se vieron por última vez en diciembre del año 2001. Habían culminado su grado décimo de bachillerato en la vereda San Diego, municipio de Samaná, y salieron a vacaciones con la seguridad de volverse a encontrar.
Si embargo, semanas después, en enero de 2002, los paramilitares arrasaron con fuego y muerte a otra vereda ubicada en las frías montañas del oriente de Caldas, El Congal, donde vivía Danilson Betancur, un joven agricultor.
“Cada familia se fue a diferentes ciudades del país. Yo salgo sin rumbo, pero llego a Bogotá a la edad de 17 años. Durante mucho tiempo trabajé en construcción y en una empresa de lácteos. Me perdí en la Terminal de Transporte porque era muy grande y tenía temor porque vi muchos edificios y movimientos de carros”, narró Danilson a Caracol Radio.
La última imagen que tuvo de su vereda fue la quema de las viviendas artesanales por parte de ese grupo armado del Magdalena Medio. Danilson contó que cultivos de café, maíz, yuca, plátano y fríjol se convirtieron en cenizas.
También perdió contacto con sus amigos de infancia cuando él fue desplazado forzadamente de su vereda en el municipio de Samaná. Los había conocido en la Institución Educativa de la vereda San Diego y en el Hogar Juvenil para Campesinos, donde adquirían conocimientos en agricultura.
“Allá teníamos la estadía y recibíamos unas capacitaciones. Nos separaban por grupos para cuidar a las vacas, gallinas y peces o se encargaban del aseo. Durante el conflicto armado estuvo solo, aunque hoy en día sigue funcionando, prestando el servicio a los jóvenes de la región”, indicó.
Casi 20 años después, cuando Danilson regresó a El Congal para reclamar su predio y construir de las cenizas lo que alguna vez fue su vereda, se reencontró con uno de esos amigos que marcaron su vida. Cuando creía que la violencia armada había destruido sus vínculos de amistad, pero por circunstancias de la vida, o tal vez por una casualidad, abrazó de nuevo a Ferney Bernal.
“Le decíamos el ‘ñato’ por sus narices. Teníamos una confianza que se afianzó en la adolescencia. Éramos muy vagos, nos hacíamos en la parte de atrás del salón. También hacíamos bromas a los compañeros o escondíamos sus maletas”, recordaba Danilson sentado en el obelisco que construyó la comunidad de El Congal, representando su memoria histórica.

“Ferney hace su labor de desminado humanitario en el Ejército Nacional y yo me encargo de retornar al territorio y de la mano con la comunidad, reconstruirla. Le agradezco a Dios, porque me dio la oportunidad de estar aquí nuevamente, también a las organizaciones que nos han acompañado a este proceso”, manifestó Danilson.
Y es que Ferney, a diferencia de Danilson, no fue víctima de desplazamiento. En diálogo con Caracol Radio, recordó simplemente que de un momento para otro perdió comunicación con su amigo luego de la violencia paramilitar que sacudió a esa vereda del oriente caldense. Luego conoció que salió desplazado y desconocía si había muerto.
“Nos separamos por la violencia que había en el territorio. Las personas salieron a Medellín, Bogotá y otras ciudades. En esa época no había redes sociales y tampoco medios de comunicación como hoy día”, dijo Ferney.
Años después regresó a su vereda, ya no como un adolescente, sino convertido en un integrante del Ejército Nacional. Empezó en al Batallón Cisneros en Armenia, luego fue trasladado a la unidad de contraguerrilla N° 74. Estuvo en departamentos como Putumayo, Caquetá y Amazonas. Finalmente se quedó en el Desminado Humanitario de la institución.
“Me reencontré con Danilson en el parque del corregimiento de Florencia, municipio de Samaná. Lo vi allá cuando venía a trabajar en este sector. Fue un gran impacto verlo. Sentí satisfacción. Hablamos más de dos horas en una cafetería”, manifestó Bernal.
El sargento Bernal aseguró que la vida permitió este reencuentro con el propósito de seguir en el sendero de la paz y reconstruir las veredas que fueron azotadas en el pasado por los paramilitares.
“Me siento orgullo de pertenecer al glorioso Ejército Nacional y a su Brigada de Desminado Humanitario, que libera a los territorios de estos artefactos explosivos para entregárselos a las comunidades golpeadas por la violencia. Ahora regreso para desempeñar estas labores en las tierras que me vieron crecer”, indicó.
Danilson y Ferney mantienen su amistad con el firme propósito de seguir construyendo paz en el oriente de Caldas. El primero desde el liderazgo comunal y el segundo con la destrucción de minas antipersonal, generando tierras seguras para las poblaciones que fueron golpeadas por la violencia armada a principios de siglo y puedan reactivar sus economías y vidas campesinas.




