Cambios al metro de Bogotá: ¿qué le conviene a la ciudad?
Panelistas resaltan que los cambios traerían grandes desafíos jurídicos. Aunque plantean que una red subterráneo le beneficia más a la ciudad
En Hora20 todo el análisis a lo que implica hacer cambios en la obra de la primera línea del metro de Bogotá, se debatió sobre las implicaciones financieras, jurídicas, técnicas y políticas que tendría un cambio en el proyecto. Después, una mirada a las soluciones para superar los bloqueos que tienen incomunicado al país por el oriente.
A las más de siete décadas que le ha tomado a Bogotá lograr tener un metro, se le podrían sumar al menos una década más ante los posibles cambios que tendrían las obras de la primera línea del metro que tal como está el contrato firmado en 2019 por un valor aproximado de $12 billones, iría hasta la calle 72 con caracas de manera elevada. Sin embargo, tras la reunión de anoche entre miembros del consorcio chino encargado de la obra, el presidente Petro y la alcaldesa Claudia López se decidió crear dos mesas de trabajo: una técnica y otra jurídica-financiera para establecer si es posible hacer el cambio que el presidente Petro propone: llevar el metro subterráneo desde la primera de mayo con carrera 50 hasta la calle 72; una opción que el consorcio ve poco probable que se desarrolle.
La alcaldesa ha dicho que su objetivo es que la ciudad tenga metro en el año 2028 como está planeado hasta el momento, aunque, de llegar a haber cambios la ciudad lograría tener metro al menos en el 2035. Por lo tanto, la opción que López ve viable es extender el metro entre la calle 72 y la 100 de manera subterránea, pues cree que en este caso sí hay viabilidad financiera y jurídica. Por otro lado, la Procuraduría advirtió este jueves en la mañana los riesgos que acarrearía hacer cambios en el proyecto, el comunicado plantea que puede haber desde detrimento patrimonial por el futuro de los predios que ya se han comprado para la ejecución de la obra y hasta un incremento en el valor inicial de la obra por cuenta de la volatilidad del dólar y los tiempos de ejecución del proyecto que tendrían que ser modificados, mientras tanto, la Contraloría anunció una mesa de seguimiento permanente, preventivo y concomitante a la obra.
Lo que dicen los panelistas
Jorge Enrique Robledo, exsenador de la república, destacó que en la alcaldía del Polo se hicieron estudios para metro subterráneo, pero que, tras el triunfo de Gustavo Petro, se hizo campaña en contra de ese metro, “cuando Petro reaccionó y se decidió por el metro subterráneo ya era muy tarde; entonces llega Peñalosa y Santos y optan por el metro elevado”. Por lo tanto, afirma que no estaríamos en la situación actual si Petro hubiera hecho el metro que ya se estaba adelantado en estudios.
Comentó que ojalá las cosas se puedan resolver, “pero yo veo esto bastante enredado, porque Peñalosa dejo esto amarrado”.
Para María del Mar Pizarro, representante a la Cámara por el Pacto Histórico, se cree que, si se tiene la oportunidad de subsanar lo que se hizo con el metro elevado, sería perfecto, “en este momento con ese metro no hemos llegado a la fase tres del diseño”, por lo tanto, manifestó que si se tiene un metro subterráneo se está liberando espacio en términos de movilidad. También manifestó que un metro elevado tiene una capacidad de carga muy pequeña y que funcionaría como un alimentador de Transmilenio, con lo cual, no se mejoraría el problema de movilidad en Bogotá.
Iván Cancino, abogado penalista, profesor universitario y columnista, planteó que desafortunadamente Colombia tiene problemas en interpretaciones de leyes, pero hay que cumplirlas, “es un contrato que ya lleva casi 20% en ejecución y se han comprado predios y otras obras; si eso no sirve se viola la ley”. En ese sentido, confirmó que de nada sirve sentarse y tener reuniones entre la alcaldesa y el presidente, pues cree que lo que mejor funcionaría sería acabar con el contrato actual “si se quiere hacer lo que dice la doctora María Del Mar de usar los predios comprados para ciclovías u otros asuntos toca hacer otro contrato, porque este dice que por ahí debe pasar el metro”.
Para Fernando Rojas, experto en temas de movilidad, historiador y excandidato a la Cámara de Representantes, lo que se esperaría de un gobernante, es que corrija lo que no funciona y se siga con el proyecto, “pero Peñalosa optó por el elevado diciendo que se podía hacer en tres años y todavía no tenemos nada. Incluso, recordó que en el proyecto que Peñalosa dejó “amarrado” va a haber 500 columnas de 13 metros de alto entre Bosa y la calle 72, algo que cree, daña la planeación urbanística de la ciudad.
Ante este panorama, dijo que es importante tener en cuenta que la discusión que abre el presidente Petro es valiosa, pero que se debe tener en cuenta un límite, “el tramo que necesita la ciudad es entre La Hortúa y la calle 72″. Por último, dijo que para estos cambios que se plantean no hay mucho tiempo ante los avances en ejecución del proyecto, “el metro puro y duro no ha arrancado, que estemos construyendo el patio taller y moviendo redes, eso no es el metro”.