Efecto Dorian Gray: Cómo el nombre puede definir nuestro aspecto físico
Para la ciencia el nombre de las personas no solo impacta en la manera como se identifica cada individuo sino en la apariencia física del mismo
A la hora de escoger el nombre de sus hijos los padres optan por aquellos que se acerquen a sus gustos o, en algunos casos, optan por ponerle el mismo de algún ser querido en especial. La elección del nombre es una de las cosas más importantes a la hora de tener un bebé y es que define la manera en la que será llamado el resto de su vida, y eso inevitablemente va a impactar en su identidad y la manera en la que se va a poder diferenciar de otros.
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Pero el nombre no solo es un factor identitario, sino que para la ciencia el nombre tiene un valor más allá de solo ser una etiqueta. Varios estudios se han interesado por investigar las repercusiones de los nombres en la vida de las personas, llegando, incluso, a hacer algunas hipótesis sobre la manera en la que el aspecto físico se ve afectado dependiendo de la forma en que se llama cada individuo.
Los nuevos análisis al respecto han perfeccionado sus técnicas de investigación haciendo uso de la tecnología informática para realizar los perfiles. Tal ha sido el punto de relación entre los nombres y el aspecto físico de las personas que los resultados de los estudios han arrojado porcentajes de acierto, inclusive, superiores a los esperados.
Cómo es que el nombre puede definir la manera en la que nos vemos
A veces ocurre que cuando vemos a alguien nuevo, y no conocemos su nombre, nuestro cerebro puede imaginar algunas opciones que se relacionan con la manera en la que se ve físicamente, con grandes probabilidades estas ideas pueden resultar correctas; sin embargo, como pasa en todos los campos de la ciencia, siempre se debe tener en cuenta un margen de error. El margen de error puede a veces ganar y al momento en el que nos presentamos con la otra persona, su nombre resulte ser uno distinto al esperado.
No obstante, algunos estudios hechos en Israel y Francia han concluido que la tasa de acierto supera las probabilidades con las que fueron planteados algunos análisis que asocian la apariencia física con los nombres. Ejemplo de ello es un estudio en el que se debía asociar 5 nombres con un rostro específico. El estudio contemplaba una probabilidad de acierto del 20%, sin embargo, los resultados estuvieron por encima del 28%.
En otro caso, otro estudio reveló que la misma pronunciación de los nombres relacionan a las personas con determinada corpulencia. Uno de los ejemplos es cuando pensamos en los nombres de Tim y Bob, y en dos personas una delgada y otra más corpulenta. Al momento de definir como se llama cada persona, la mayoría supondría que el delgado es Tim y que el corpulento es Bob. Pese a que este juego arroje los mismos resultados en la mayoría de los intentos, no hay, hasta el momento, una evidencia clara que explique a que se deba este resultado.