A todos nos ha pasado: estás trabajando en algo importante, tu computadora falla y pierdes todos tus avances. Pero un inconveniente de ese estilo no era una opción durante las misiones Apolo, en donde por primera vez <strong>se le confió a una computadora</strong> el manejo de los sistemas de control de vuelo y de soporte vital, y por lo tanto, de <strong>la vida de los astronautas a bordo.</strong>Dejando de lado la infame falsa alarma durante el descenso lunar que provocó que el ritmo cardíaco del comandante Neil Armstrong se disparara, <strong>el sistema fue un éxito rotundo</strong>. Sentó las bases para un sinfín de actividades, desde la navegación y la comunicación aérea modernas hasta los sistemas operativos multitarea, <strong>a pesar de ser millones de veces menos poderosa que un teléfono inteligente del 2019.</strong>Los circuitos integrados, o microchips, fueron una parte necesaria del proceso de miniaturización que permitió que las computadores se instalaran a bordo de las naves espaciales. <strong>El crédito de su invención es de Jack Kilby</strong>, de Texas Instruments, y Robert Noyce, quien cofundó la empresa Fairchild Semiconductor y más tarde Intel, en Mountain View, California.<em><strong>Vea también: <a href="https://caracol.com.co/radio/2019/07/15/tecnologia/1563211767_417591.html" target="_blank">Apolo 11, un giro en la historia de las "fake news"</a></strong></em>Pero la NASA y el Departamento de Defensa -que necesitaba microchips para guiar sus misiles balísticos Minuteman, dirigidos a la Unión Soviética- <strong>aceleraron enormemente su desarrollo al producir la demanda que facilitó la fabricación en masa.</strong>Según Frank O'Brien, un historiador de vuelos espaciales, a principios de la década de 1960, <strong>las dos agencias compraron casi todos los microchips</strong> hechos en Estados Unidos, <strong>aproximadamente un millón en total</strong>. Esto obligó a los fabricantes a mejorar sus diseños y <strong>construir circuitos que duraran más</strong> que sus primeros ciclos de vida, de solo unas pocas horas.Pero <strong>las primeras computadoras, "no tenían muchas cosas qué hacer</strong>, se les pedía que hicieran cálculos y que reemplazaran a los humanos que los habrían hecho en calculadoras mecánicas", contó Seamus Tuohy, director principal de sistemas espaciales en Draper.Todo eso cambió con <strong>la computadora del Apolo</strong>, un aparato del tamaño de un maletín que <strong>hacía malabares con</strong> <strong>una serie de tareas vitales</strong>, desde guiar la nave hasta hacer funcionar su generador de oxígeno, calentadores y depuradores de dióxido de carbono.<strong><em>Lea también: <a href="https://caracol.com.co/radio/2019/07/15/tecnologia/1563213535_246067.html" target="_blank">¿Qué se siente estar por la Luna?</a></em></strong><strong>La NASA necesitaba una computadora a bordo</strong> para manejar todas estas funciones en caso de que los soviéticos intentaran interrumpir las comunicaciones de radio entre el control terrestre en Houston y las naves espaciales estadounidenses. Y también porque Apolo fue concebida originalmente para profundizar en el sistema solar.El momento más tenso del Apolo 11 llegó durante los últimos minutos de su descenso a la superficie lunar, cuando <strong>las alarmas de la computadora empezaron a sonar, haciendo parecer que la nave se había estrellado</strong>. Tal evento podría haber sido catastrófico, obligando a la tripulación a abortar su misión o incluso enviando a la embarcación fuera de control hacia la superficie.En Houston, un ingeniero se dio cuenta de que, aunque <strong>la máquina estaba temporalmente sobrecargada, su programación inteligente le permitía deshacerse automáticamente de tareas menos importantes</strong> y centrarse en el aterrizaje. "La forma en que la computadora manejó la sobrecarga fue <strong>un verdadero avance</strong>", dijo Paul Ceruzzi, un académico en electrónica aeroespacial del Smithsonian Institute.O'Brien señaló que si bien la Computadora de Navegación es <strong>insignificante para los estándares modernos</strong>, con una velocidad de reloj de 1 Mhz y un total de 38 KB de memoria, tales comparaciones desmienten su verdadero calibre. "<strong>Con esa capacidad terriblemente pequeña, pudieron hacer todas las cosas increíbles </strong>que ahora consideramos completamente normales", dijo.