La papa caliente del IVA
La reforma tributaria del gobierno Duque empezó a tener problemas con la presentación y defensa en los medios del IVA para la canasta familiar.
Los colombianos madrugaron este jueves a hacer cuentas sobre cuánto les podrá costar el mercado a partir de enero en caso de entrar en vigencia la ley de financiamiento, o reforma tributaria, que envió el gobierno Duque al Congreso el Día de Brujas.
Son 87 artículos en los que en esencia se plantea más recaudos a través del pago de IVA –casi toda la canasta básica será gravada, con excepción de salud, educación y servicios públicos-- y de los impuestos de los asalariados y de una reducción de los impuestos para las empresas.
Lo que busca el gobierno es tapar el hueco de los 14 billones de pesos en los que está desfinanciado el presupuesto del 2019 y hacer unos ajustes para no desbordar el margen de gastos que le ordena la ley (regla fiscal). Si el Congreso la llegara a aprobar como lo quiere el gobierno, se recaudarían 19 billones en 2019 y un poco menos en 2020 por la reducción del IVA y otros impuestos.
Como toda reforma que toque el bolsillo de la gente, la de Duque no ha tenido buena acogida sobre todo por la propuesta del IVA para la canasta familiar. No la saludan con entusiasmo gremios como la SAC, los partidos y la opinión y las redes sociales han salido a cobrarle al presidente lo que pensaba del IVA el senador Duque hace dos años. Meter el pan, los huevos y la papa en la canasta del IVA es tan o más impopular como aumentar la edad de pensión de los colombianos.
El problema que empezó a tener el gobierno con la reforma tributaria es la presentación que salió a hacer en los medios. Negar que la almendra de la propuesta tributaria está en el nuevo IVA –con el que recaudaría más del 70% de la meta del 2019—y justificarlo y defenderlo con la devolución de $51 mil a los más pobres cada mes, no ha caído bien. La lectura que se ha hecho de las presentaciones del viceministro Luis Alberto Rodríguez es que se trata de meterle la mano al bolsillo a la clase media mientras las bebidas azucaradas no se tocan, así pueda ser una interpretación técnicamente no tan precisa.
La cara la ha puesto un viceministro técnico que conoce del tema, pero no sabe capotear a los periodistas. Esta es una tarea aburrida que por lo general la asume el ministro, pero el titular se mantiene en la línea de no hablar con los periodistas. El gobierno muestra con esta reforma que su fuerte no está en ser estratégico en la presentación de temas polémicos como se vio con la dosis mínima de drogas.
Si los acuerdos de paz de Santos eran difíciles de entender y explicar, la reforma tributaria de Duque podría terminar siendo tan o más difícil de entender y aceptar.