Desde Griselda Blanco, en los años 70, hasta el “<strong>Chapo” Guzmán</strong> y los pequeños mercaderes de la mafia en barrios, le incluyeron contabilidad, reglas básicas de mercado y hasta <strong>diseño gráfico al negocio de las drogas.</strong> “La importancia de la marca es que el distribuidor pueda garantizar la calidad de la droga que entrega, eso le da mejor precio”, dijo Luis González León el director de seguridad ciudadana de la <strong>Fiscalía</strong>. Todo tiene una historia, hasta los logos de la mafia. Caracol Radio consultó a expertos en el tema y aseguran que fue la disputa por <strong>toneladas de droga que llegaban a los Estados Unidos sin control,</strong> ni dueño. “Los cargamentos los recibía Griselda Blanco y eran tantos que fue necesario identificarlos para pagarlos, así evitar confrontaciones”, señaló una fuente de inteligencia criminal. Alias el Alacrán, Pablo Escobar y los hermanos Rodríguez Orejuela, fueron pioneros en la implementación de estos logos. Fueron ellos quienes se esforzaron por distinguir su producto, hacerlo exclusivo y económicamente rentable. “La marca tratan de posicionarla como cualquier otra marca en el mercado, de que tenga pureza, con más clientes, mejores ganancias”, explicó el González. Lo que en un comienzo les dio resultado, más adelante se convirtió en su dolor de cabeza. Los carteles con cada envío se clavaban un puñal. El director de seguridad ciudadana de la <strong>Fiscalía</strong> dijo que las incautaciones establecían el origen de la droga y le sumaban kilos a la organización. “Ellos saben que los investigadores hacen seguimiento a las incautaciones y las marcas dicen dos cosas: quién era el dueño de esa mercancía y quién era el productor, por eso no duran mucho”. Los narcos como Pablo Escobar entendieron que era necesario dinamizar sus marcas y cambiarlas cada cierto tiempo, eso evitó el seguimiento de las autoridades. Resulta común ver incautaciones y en cada “panela” de droga una imagen que parece extraña, a veces graciosa. <strong>Un oso, un gato, un superhéroe, la marca de un carro, de tecnología, de víveres y hasta equipos de fútbol</strong>, a todo acuden los traficantes para que su sello se mantenga. Lo que no se sabe, es qué esconden esos logos. Cada señal, flecha, triangulo, vocal, dibujo o color tiene un significado. En algunos indican el origen de la droga, la calidad, el destino, hasta la fecha, porción de cultivo y por supuesto la organización a la que pertenece. “Identifica la calidad de la droga, la propiedad, a qué organización y cuál es la línea de tiempo en la que se desarrolla el producto, delimita ciertas consideraciones y mantiene control sobre las rentas criminales”, señaló en Caracol Radio el general Fabián Cárdenas, director antinarcóticos de la Policía. De ese logo depende las posibilidades de comercialización de la droga, así que lejos de desparecer, el <strong>marketing criminal</strong> tiende a innovar en diseño. Nadie se escapa de las imitaciones, ni siquiera los <strong>narcotraficantes</strong>. Como es tan importante el logo y eso garantiza la calidad y precio de la droga, a los grandes narcos les “<strong>piratearon” los logos.</strong> Pequeñas organizaciones aprovecharon el posicionamiento de algunas marcas e impulsaron sus envíos, claramente por debajo del nivel de calidad que esperaban los receptores. El asunto es delicado pues genera violentas confrontaciones. “Ellos aseguran toda la cadena criminal, hablamos de grandes cantidades de dinero y enviar un logo con ciertas características garantiza una ruta, un producto, el precio y el traficante”, dijo el general Cárdenas. De ahí que los narcos estén en constante cambio de su “<strong>gráfica” criminal</strong>. La experiencia gráfica de los grandes narcos rápidamente fue copiada por las <strong>bandas</strong> de <strong>microtráfico</strong> en las ciudades. Se metieron a las localidades y para hacerlo acudieron a logos que los identifiquen y que a su vez definan unas fronteras. Comprar o consumir u producto de otra <strong>jurisdicción genera hechos de violencia.</strong> “Era de esperarse que las traficantes locales acudieran a la misma dinámica, son tantas y los enfrentamientos son muy frecuentes, lo vieron necesario y urgente”, dijo un consumidor habitual en la localidad de Puente Aranda en Bogotá.