Los “feos” de la campaña
Petro, De la Calle y Ordóñez se están convirtiendo en los aspirantes que no encuentran el espacio ideal para darle fuerza a sus aspiraciones, en una campaña donde hasta ahora pesan más los egos que las propuestas.
A cinco meses de las elecciones presidenciales, el país no sabe quién será el próximo presidente, ni si será elegido el 27 de mayo en primera vuelta–algo muy poco probable—y mucho menos si será de izquierda, de derecha ni de centro. Hay más apuestas que certezas y más discusión sobre alianzas que sobre propuestas políticas.
La campaña por la Presidencia inicia año enredada. La derecha que representan el uribismo y un sector conservador no tiene claro el norte para consolidar una alianza y está dedicada a cartearse entre sus candidatos Marta Lucía Ramírez, Iván Duque y Alejandro Ordóñez, mientras que los dueños de sus candidaturas guardan silencio. En esta alianza, Ordóñez se quedaría por fuera si le aplican las reglas de juego en el sentido de que no puede tener investigaciones pendientes. Una manera de sacarlo del juego como pasó con Viviane Morales en el liberalismo.
En la izquierda y el centro pasa algo similar, pero más por cuestiones ideológicas. Humberto de la Calle le dice no a una alianza con Gustavo Petro, pero sí a una con Fajardo –una fórmula aparentemente exitosa a juzgar por el ejercicio del Centro de Consultoría para Caracol Radio --, pero el candidato y sus aliados lo vetan por ser santista y representar a un partido untado de mermelada. Petro es demasiado “toxico” para el centro y De la Calle muy “enmermelado” para la Coalición Colombia que fue aliada del Gobierno en el proceso de paz que podría estar en riesgo en caso de que la coalición del SÍ no logre un acuerdo.
Las distancias entre potenciales aliados demuestra que por ahora hay más egos y desconfianzas que ganas de pactos y que algunos están a la espera de otras movidas como las que pueden darse en torno de Germán Vargas Lleras. El fin de la reelección, por lo demás, plantea una campaña diferente sin partidos fuertes, con candidatos que quieren desmarcarse de la política tradicional y una falta de claridad de los votantes sobre a quién elegir.