El Estado Islámico y el terrorismo europeo
La solidaridad y los derechos humanos han vuelto de nuevo a ser mero discurso.
Los dos últimos años en Europa, Estados Unidos, África, y medio oriente han sido sombríos. Atentados y asesinatos en Francia, Estados Unidos, Turquía, Bélgica, Irak, Egipto, Pakistán, Kenia, entre otros. Una guerra en Siria que ha causado miles de muertos, más de 2 millones de refugiados y una sensación de zozobra que tiene a las potencias mundiales actuando sin coordinación alguna.
El motivo de esta catástrofe mundial es el Estado Islámico de Irak y el Levante (EI), Daesh o ISIS- denominaciones del mismo grupo-. Esta nueva formación terrorista surge de la escisión de Al Queda en Irak, tiene origen sunita y una red global que ha tenido un éxito inmenso no solo en occidente, sino en el norte y centro de África y en lugares donde el Islam es religión mayoritaria (Indonesia). A diferencia del catolicismo que tiene una autoridad mundial que es el Papa en el Vaticano, el islam depende del proyecto nacional en el que se encuentre. De hecho, cada Estado árabe financia su islam, mezclando la esfera política con la religiosa en esos territorios. Esa circunstancia hace que se estructuren estados teocráticos nacionales, que le permiten a ISIS justificar su lucha de unificación del Islam a través de un Califato a la usanza de lo ocurrido hace más de 1000 años.
Ante esta situación, diversos Estados han querido luchar contra este actor internacional del terror. Para los países occidentales y Rusia, la respuesta a la desmembración de los territorios de Irak y Siria se ha dado en clave de guerra fría. Para los norteamericanos y los europeos, especialmente Francia- Siria fue su protectorado de 1919 a 1946-, existen unos intereses económicos y geoestratégicos en la región, mientras que para los rusos, existe una larga amistad con Assad que se demuestra con el control del puerto de Tartus en el Mediterráneo.
Por el lado, de los países árabes la ecuación es distinta. Turquía pretendió en un principio ser un líder neutral y permitir el paso de yihadistas tanto de los países de oriente medio hacia Europa, como de los europeos que se dirigen a Siria para unirse al ISIS. Una vez que el territorio turco fue atacado, declaró la guerra contra ISIS y contra los kurdos que pretenden escindir a Turquía para establecer la República de Kurdistán.
Esta última postura, obligó a los turcos a unirse al eje internacional de los países occidentales sufriendo una multiplicidad de atentados en sus ciudades principales- Estambul y Ankara-.
Irán siendo chiita se ha aliado con el régimen de Assad – alauita- para defenderse del sunismo que representa Arabia Saudita y sus aliados, entre ellos, el régimen que representa ISIS.
Egipto y Jordania tienen sus ojos más en occidente que en oriente porque sus gobiernos están atados a la coalición contra Siria. Esto también les ha costado no pocos atentados terroristas en sus territorios.
Los países del Magreb; Túnez, Libia y Argelia mantienen contactos y redes extremistas en sus territorios, ayudando a ISIS a ampliar sus circuitos de influencia.
Israel juega un papel neutral porque su enemigo natural, Irán es, a su vez, el enemigo de ISIS. Los enemigos de mis enemigos son mis amigos.
La respuesta de los terroristas de ISIS no se ha hecho esperar, atentados en diversas países del mundo árabe y de Europa, en especial, Francia, que ha sido una víctima ideal para este grupo no solo por ser el líder de la colación militar en Siria e Irak en la zona y ser un país que representa los valores occidentales sino por la influencia que tiene ese grupo terrorista, en musulmanes radicales franceses que acogen las doctrinas de ISIS. Recordemos que en Francia hay más de 5 millones de ciudadanos franceses de confesión musulmán.
Por lo pronto, la situación se ha vuelto caótica. Desaparecen las fronteras artificiales- que occidente diseñó a través del Tratado Sikes- Picot (1916), luego del comienzo de la desmembración del Imperio Otomano-, se asesinan civiles de forma inmisericorde, se despedazan los territorios por bombas que son disparadas contra los civiles en Siria por países con diferente interés y, por supuesto, se traslada a las ciudades europeas, turcas, asiáticas o a Estados Unidos una nueva dimensión de terror que pondrá al mundo en la oscuridad en los años que se avecinan.
La solidaridad y los derechos humanos han vuelto de nuevo a ser mero discurso.