Economía

Entre Uber y Uldarico

Multas recientes a Uber parecen más un calmante contra el malestar de unos taxistas iracundos que una salida de fondo a un nuevo problema urbano.

Entre Uber y Uldarico

Entre Uber y Uldarico(Caracol Radio / Nathalia Gómez )

Bogotá volvió a amanecer bloqueada por los taxistas tradicionales que, una vez más, protestan por la competencia de Uber, ahora con el agravante de que los indignados arremetieron contra sus mismos compañeros que nos los acompañaron en la jornada, pero también contra los usuarios que a esa hora iban a su trabajo.

La presencia de Uber en el país, como en muchos otros de Europa y América, que toma fuerza por la nueva forma de ofrecer el servicio, se ha convertido en un problema de orden público que los gobiernos no han podido o no han querido resolver por muchas razones, entre ellas la relación cercana de esos empresarios con los gobiernos locales y nacionales y lo que eso implica en términos de decisiones políticas.

La falta de gestión efectiva del gobierno nacional en el caso de Uber se vuelve un problema para los alcaldes cuya única herramienta posible es la acción policiva. El ministerio de Transporte expidió un decreto a finales de 2015, que se esperaba fuera la solución para la oferta por plataformas tecnológicas, pero al final salió con una reglamentación para el servicio de lujo, que fue leída más como una salida para un nuevo negocio de las empresas de taxi de Uldarico Peña. Y solo ahora la ministra Natalia Abello anuncia la reglamentación de ese decreto, a la espera de que Uber, que es una empresa de tecnología, se convierta en una empresa de transporte, algo que no sucederá porque simplemente ese no es su negocio. “Harvard y MIT ya tienen sus cursos completamente gratis para el mundo entero en internet. ¿Alguien se ha preguntado si el ministerio de Educación colombiano ya lo autorizó? ¡Por supuesto que no!”, esto lo dijo a propósito de este debate con Uber el ex Mintic, Diego Molano, que como experto quedó debiendo su aporte desde el Gobierno.

Y medidas como la multa reciente a Uber por 450 millones por facilitar “la prestación de un servicio en condiciones irregulares”, buscan calmar más el malestar de unos taxistas iracundos, que un día atacan el vehículo donde viaja como pasajera la hija de un importante dirigente nacional, pero también el que usa la empleada de una empresa que labora hasta medianoche.

En América Latina, la primera ciudad en dar un paso en la dirección correcta fue Ciudad de México que llegó a un acuerdo para que los conductores de Uber paguen anualmente un poco más de 100 dólares al año por operar y destinen el 1.5% de cada viaje para allegar recursos al bienestar de los taxistas –del que no gozan la mayoría de los taxistas colombianos--, la movilidad y el peatón. Sao Paulo también avanza en una solución de ese problema.

Mientras tanto, el debate y las protestas seguirán. La protesta de taxistas que en un 90% no son propietarios de vehículos y tienen que sobrevivir entre la competencia de Uber y la presión del dueño al que le deben entregar una parte de lo produzcan. Y el debate sobre una empresa que acusan de no pagar impuestos y unos conductores que no pagan millonarios para transportar pasajeros.

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