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Bastaron 180 minutos para inundar un sueño en la Universidad de la Sabana

Bastaron 180 minutos para que una de las universidades más modernas, prestigiosas y elegantes de Colombia, quedara bajo la furia de las inundaciones que vive el país.

Bastaron 180 minutos para inundar un sueño en la Universidad de la Sabana

Eran las 9:45 de la mañana del lunes de Pascua. Los alumnos de la Universidad de la Sabana recibían sus primeras clases con la pereza propia después de las vacaciones de la Semana Santa, cuando de pronto las alarmas se prendieron: Se rompió el jarillón que impedía la entrada al campus de las sucias aguas del río Bogotá

A partir de ese momento, de manera lenta pero firme, comenzaron a aparecer pequeños riachuelos que inicialmente se formaron sobre los extensos prados del centro educativo y poco a poco avanzaron sobre los parqueaderos, los caminos peatonales, las zonas de recreación

Las directivas no dudaron en pedir a los centenares de alumnos que salieran del extenso predio. Los que pudieron hacerlo en vehículo abandonaron pronto el lugar y los demás, poco a poco abordaron las flotas que cotidianamente cruzan por ese sector del Puente del Común, a 21 kilómetros al norte de Bogotá

Mientras tanto, los trabajadores de varias dependencias trataban inútilmente de construir una barrera con sacos de arena, tarea que no duró mucho tiempo porque el agua superó las buenas intenciones de evitar una tragedia

Bastaron 180 minutos para que la Universidad de la Sabana se inundara por completo y se truncaran los sueños de tener una de las facultades de Comunicación más modernas de América Latina y la facultad de Gastronomía mejor dotada del país

En efecto, la furia de las aguas penetró por todas partes, incluso por el flamante “edificio K”, una moderna construcción que iba a ser inaugurada durante los primeros días de mayo. Las tarjetas de invitación alcanzaron a llegar, pero bastaron las noticias en los medios para que los invitados quedaran notificados de que la fiesta quedó suspendida

Buena parte de los equipos con tecnología de punta aún sin entrenar, seguramente quedaron inservibles. “Hoy llegamos en lancha hasta el edificio inundado. Apenas pudimos recuperar un ‘switcher’ de los nuevos estudios de televisión. Las cámaras, la consola de luces y otros equipos se perdieron”, dijo Guillermo Torres, uno de los veteranos trabajadores de Comunicación Social en el centro educativo. “Memo”, como lo reconocen los alumnos, no sale de su asombro porque se perdieron varios años de planeación y de ejecución del proyecto que iba a volver realidad el prolongado sueño de tener uno de los estudios de enseñanza más modernos del país en medios audiovisuales

No hay mucha información sobre los equipos de gastronomía, pero se tiene la esperanza de que sus daños hayan sido menores, porque estaban en la parte alta de la nueva edificación, de la que hoy solo sobresale la “K” con la que fue bautizado el edificio

Al seguir penetrando por el campus, el panorama es cada vez más triste. El moderno anfiteatro de la facultad de Medicina también quedó bajos las aguas, al igual que los edificios donde funcionan otras carreras y cuyos primeros pisos quedaron totalmente inundados

De acuerdo con la revisión preliminar realizada por trabajadores del centro educativo, las aguas subieron alrededor de tres metros en la mayoría de edificios donde funcionan las facultades y más de cinco metros en Inalde, un instituto anexo de postgrados que quedó totalmente cubierto y del que sólo se observan parte de sus tejados. Lo mismo sucedió con “El mesón de la Sabana”, un restaurante destacado por su exquisitez, que seguramente quedará en ruina porque sólo se observan las tejas de barro que le daban cierto aire colonial

Y qué decir de la zona donde funcionaba la rectoría y demás dependencias administrativas del campus universitario, cuya construcción parecía un pequeño pueblo dominado por una capilla donde muchos directivos, profesores y alumnos destacaban y seguían la obra del inspirador de la universidad, San José María Escrivá de Balaguer. Dicho punto religioso tampoco se salvó de la inundación, al igual que la biblioteca Octavio Arizmendi Posada y el auditorio David Mejía Velilla, que el pasado primero de marzo albergó a decenas de nuevos profesionales que ese día recibieron sus títulos, los últimos en entregar antes de semejante tragedia

Para el martes de la próxima semana estaban previstos otros grados, los cuales, por supuesto fueron aplazados

Sin embargo, el rector de la Universidad de la Sabana, Obdulio Velásquez, no se ha cansado de enviar mensajes optimistas. Dice que la entidad superará la tragedia y que saldrá adelante. Convocó a la familia sabanera a permanecer unida y la invitó a recordar que su institución “vive en la medida que la comunidad de personas actúe y exista por encima de todo lo material”

Por el momento reiniciaron clases en sedes alternas y también con la ayuda de herramientas virtuales. La próxima semana lo harán en salones prestados por otras universidades

Mientras tanto, miembros del Ejército, la Policía, la Gobernación de Cundinamarca, la Alcaldía de Chía y trabajadores de diversas dependencias del centro educativo trabajan en la reparación de Jarillón, con la esperanza de blindar al campus de una nueva arremetida del río y para comenzar a evacuar las aguas, tarea que demandará varios días

Por Luis Enrique RodríguezCaracol Radio

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