América o Medellín
La final del fútbol colombiano enfrentara dos estilos distintos pero el que gane no marcará la identidad de nuestro deporte. Medellín es más lo nuestro, lo que conocemos y lo que sabemos. América representa un cambio y una evolución que intenta refrescar un fútbol que ha sido siempre lento, impreciso y sin definición.
Propone Gabriel Meluk en El Tiempo un debate interesante sobre la identidad del fútbol colombiano a propósito de los dos estilos bien diferentes que se enfrentaran en la final entre América y Medellín. Los rojos de Cali tienen un juego rápido, de poco transito con la pelota y de mucho vértigo en ataque. Los rojos de Antioquia son más pausados, tocan el balón y le dan manejo paciente. El América hacen un fútbol poco habitual entre nosotros, que quiso Jorge Luis Pinto para la selección con jugadores veloces y potentes multiplicados cuando pasan al ataque. Medellín está más cerca del estilo que alguna vez impusieron Pacho Maturana y “Bolillo” Gómez con el que obtuvieron éxitos notables. No creo que la final vaya a definir la identidad de nuestro fútbol ni lo que se debe hacer a futuro. Simplemente servirá para ver cual ha hecho mejor las cosas en el año y que equipo aprovechó mejor las características y el nivel de los jugadores. Es muy difícil que un entrenador obtenga resultados inmediatos imponiendo un estilo, pues esto requiere tiempo y trabajo. Es más fácil y más lógico adaptarse a los jugadores que se tienen, a su estilo y a su forma de entender el juego. En Colombia la mayoría de jugadores no son rápidos y sienten por tradición la posesión de la pelota, quieren hacer muchas gambetas, prefieren retener el balón y les gusta tocar. Santiago Escobar aprovechó esa naturaleza y aunque al principio le costó y no tuvo resultados, después el fútbol fluyo, se dieron los dividendos y hoy es finalista del campeonato. Jugó a la escancia del paisa que siempre le gustó el balón y echó mano de un grupo de jóvenes como Juan Guillermo Cuadrado, Hernán Pertuz, Ayron del Valle, Miguel Julio, Andrés Mosquera y Alex Arboleda que rindieron, fueron agarrando madurez y se complementaron eficazmente. Diego Umaña ha tenido que sortear las verdes y las maduras en año y medio dirigiendo al América . En un país donde los técnicos duran menos de un año en promedio en los equipos, es un buen tiempo para implantar una forma de jugar así no haya tenido dinero para contratar figuras. Ha dirigido 74 partidos, ganó 36, empató 17 y perdió 21 para 56% de promedio. Su equipo marco 112 goles y recibió 78. Pero más allá de los resultados, tercero el año pasado y dos veces finalista en este, lo notable fue el estilo que desarrolló con una nómina joven, barata, con pretensiones colectivas y no individuales. El ideal sería tener las mezcla de los dos: el manejo y el toque del Medellín y la velocidad y decisión del América. Pero eso sería pedirle peras al olmo. Nuestro fútbol sigue siendo lento, impreciso y desacertado ante la portería contraria. Lo distinto a estos defectos son oasis que surgen de vez en cuando en un país donde somos menos de lo que cree la gente y más de lo que decimos los periodistas. Identidad sin resultados es como aristocracia sin puesto o elegancia sin plata. No sirve para nada. Un estilo con reconocimiento internacional se obtiene con triunfos. Nosotros con el “toque toque” fuimos a dos mundiales, ganamos una Copa Libertadores y una Copa América; eso es con el fútbol que juega el Medellín. Sin embargo el estilo del América es refrescante, nos aproxima más al modernismo, no es el alimento habitual pero si puede mejorar la dieta. Creo que Umaña que nunca ha sido campeón en 21 años de destacada carrera, merece un título y aunque no lo gane, para mi es el técnico del año. El fútbol colombiano no se puede quedar en los de siempre, nuestros entrenadores necesitan asimilar nuevas ideas, salir y aprender. Sería oportuno para el crecimiento que llegaran técnicos de afuera, hace rato que nuestras fronteras se cerraron para ellos con el argumento de que los nuestros son muy tácticos. Pero hoy la táctica nos está matando, nos volvió exageradamente defensivos y se nos olvidó que los partidos se ganan con goles. Es la mejor manera de volver a obtener la identidad que hace rato no tenemos.




