Rusia planta su bandera en el fondo del mar... justo bajo el Polo Norte
Rusia posó hoy dos batiscafos tripulados justo debajo del Polo Norte, hazaña sin precedentes en la investigación del ártico y que también tiene el objetivo político de reclamar derechos en esa vasta región polar rica en hidrocarburos.
Rusia posó hoy dos batiscafos tripulados justo debajo del Polo Norte, hazaña sin precedentes en la investigación del ártico y que también tiene el objetivo político de reclamar derechos en esa vasta región polar rica en hidrocarburos. El batiscafo Mir-1 tocó fondo a 4.261 metros a las 08.08 GMT, después de casi tres horas de inmersión en el punto de coordenadas 90 grados latitud norte. En el sumergible, al mando del piloto Anatoli Sagalévich, viajó Artur Chilingárov, vicepresidente de la Duma o Cámara Baja del Parlamento ruso y reconocido especialista en expediciones árticas y antárticas, y el diputado Vladímir Gruzdev. "Nos posamos suavemente. El suelo es de color amarillento y no se ven habitantes de las profundidades marinas", dijo Chilingárov, citado por la agencia oficial rusa Itar-Tass. Transcurridos 27 minutos, a las 08.35 GMT, se posó a una distancia de visibilidad directa, pero 41 metros más abajo, el batiscafo gemelo, Mir-2, pilotado por el ruso Yevgueni Cherniáyev. La tripulación del Mir-2 la completaban el científico australiano Michael Mcdowell y el millonario sueco Friedrick Pausen, quien pagó tres millones de dólares por participar en la aventura. Inmediatamente tras el descenso, la tripulación del Mir-1 depositó en el lecho marino una bandera rusa de un metro de altura hecha de titanio, y resistente a la corrosión, una cápsula con un mensaje y una placa conmemorativa del suceso. En el lecho marino, ambos batiscafos permanecieron durante más de hora y media para tomar pruebas de lecho y agua, y con instrumentos a bordo realizaron mediciones geomagnéticas y geofísicas desde ese punto geográfico de mucha importancia para la ciencia. En la superficie, el buque laboratorio "Académico Fiódorov", embarcación nodriza de los batiscafos, y el rompehielos atómico "Rossía" asistieron el viaje de regreso de los batiscafos, la parte de más riesgo de la aventura. A medida que los batiscafos se aproximaban a la superficie, los buques y helicópteros informaban sobre el estado del tiempo, la condiciones del mar y especialmente los riesgo de colisión con témpanos de hielo que flotan a la deriva en el lugar donde emergerán. El regreso a la superficie deberá ser más lento que la inmersión a fin de superar los efectos de la descompresión tanto en los instrumentos y equipos como también el organismo de los tripulantes, que deberán de pasar algún tiempo aislados en una cámara especial. Una vez en la superficie, los batiscafos serán izados a la cubierta del "Académico Fiódorov" para una revisión a fondo de cara a nuevas inmersiones en la zona con otras tripulaciones. Más de un centenar de expertos y científicos rusos y extranjeros integran la expedición Artico-2007, una de las más importantes organizadas por Rusia con motivo del Cuarto Año Polar Internacional 2007-2009 (IPY, según sus siglas en inglés). Según los organizadores de la Artico-2007, en una de esas inmersiones, la tripulación de uno de los batiscafos mantendrá conversaciones telefónicas con los tripulantes de la Estación Espacial Internacional (EEI). Será el primera comunicación entre expedicionarios polares a 4.000 metros de profundidad en el lecho marino y cosmonautas en el espacio en una órbita de 350 kilómetros de altura. Según los organizadores de la expedición ártica, la comunicación submarino-espacial será un suceso memorable para los batiscafos, que pueden descender a profundidades de hasta 6.000 metros y operar durante 72 horas en el fondo marino, con un piloto y dos tripulantes. Los batiscafos Mir-1 y Mir-2 son famosos porque fueron fletados el director de cine James Cameron para el rodaje en 1995 de su famoso "Titanic", galardonado con 11 premios Oscar. Además, estos aparatos fueron usados infructuosamente, en los intentos de rescatar los 118 tripulantes del submarino nuclear ruso "Kursk", hundido en el Artico en agosto de 2000. Además de realizar investigaciones científicas, la expedición rusa busca pruebas geológicas para demostrar que el lecho marino de una vasta zona del Polo Norte pertenece a Rusia. Los científicos pretenden demostrar que la cordillera submarina Lomonósov, que se eleva 3.700 metros desde el fondo oceánico y va más allá del Polo Norte, es continuación de la plataforma continental de Siberia. La zona sobre la que reclama derechos tiene una superficie de 1,2 millones de kilómetros cuadrados, en donde se cree que se encuentra una cuarta parte de las reservas mundiales de hidrocarburos.



