Cinco ideas para entender la moda
Cuando hablamos de moda es fácil fijarnos en lo más obvio, y olvidar lo más interesante.
Hasta hace muy poco, en Colombia eran más importantes las modelos que los diseñadores, y más importantes los diseñadores que las prendas que diseñaban. De la misma forma, tendemos a privilegiar ideas convencionales de la elegancia, o del éxito en el mundo de la moda, que más tienen que ver con lo que vemos en revistas en las que salen personas que de ninguna manera se parecen a nosotros que con lo que realmente podría ser el aprovechamiento de la moda y sus muchos intríngulis en el mejoramiento de nuestras vidas.
Es por eso que he preparado esta lista de cinco ideas a través de las cuales he aprendido a entender la moda, y a encontrar en ella cosas que me parecen interesantes, relevantes y útiles, para que no pasemos al otro extremo, también vicioso, de condenar la moda como si se tratara de mera frivolidad.
1. La tendencia no es importante
Es normal que a la moda se le condene como un sistema mercantilista que, por puro negocio, se dedica a sacar temporada tras temporada, con el fin de obligarnos a gastar millonadas, solamente para no estar 'out'. Es verdad que los medios, las tiendas, algunas casas de moda y la sociedad en general buscan obligarnos a comprar permanentemente, así como es verdad que la ansiedad es el principal motor de la economía de consumo, pero también es cierto que nadie puede obligarnos a hacer nada que no queramos, mucho menos algo que no podamos hacer.
Por eso, vale la pena entender la moda como una gigantesca paleta de opciones, que están ahí acumulándose, para que encontremos algo a nuestra medida. No importa si se trata de algo que está fuera de la tendencia, o si se trata de algo que aparentemente es de mal gusto. La moda no es toda igual, ni siquiera al interior de las temporadas. Hay tendencias, claro, pero con algo de creatividad y buen sentido, se puede superar perfectamente el temor a no estar en la onda.
2. Mejor estilo que moda
Más que estar a la moda, vale la pena utilizar el trabajo de los diseñadores, los sastres y los costureros del mundo, para hacer lo que la moda, en el fondo invita: construirnos a través de ella, crear un estilo.
Qué importa si siempre son los mismos zapatos, mientras se lleven bien llevados; qué importa si se trata de colores que no están o no aparecen en temporada, si son los que mejor nos quedan. Claro, aparecen permanentemente todas las opciones para innovar y renovar, pero incluso quien quiera quedarse como está, tiene la oportunidad de hacerlo con altura.
Es más, no es necesario moverse mucho, ni gastar plata de más en ese empeño. Más vale tener tres buenas chaquetas, que nos queden perfectas, que un closet construido con ansiedad, en donde no usamos ni la mitad de lo que compramos.
3. La elegancia
Siguiendo con esta idea, es importante la elegancia. La gente suele anteponerla a la comodidad, y por eso muchas personas odian la moda, porque se supone la elegancia como un sacrificio y un sufrimiento. Nada más falso que eso. Al contrario, lo importante es, como con la idea del estilo, sentirnos cómodos, y así, estar elegantes.
Claro, no se trata de vivir en pantalones de sudadera, ni chanclas de foamy de esas que tanto gustan. Al contrario, vale la pena buscar la ropa que nos haga sentir cómodos en nuestro cuerpo y ser felices como somos. Para vestirnos bien, a nuestra manera, debemos conocer nuestro cuerpo y lo que le queda bien, lo que hace que vestirse nos provea de información útil para existir. No en vano, la base del saber es “conócete a ti mismo”. La elegancia es un estado del cuerpo, pero también lo es de la mente. No en vano, Yves Saint-Laurent dijo una frase que siempre debemos recordar: “La elegancia consiste en olvidarte de lo que llevas puesto”. No basta con ponerse la ropa, hay que llevarla bien, no importa si se trata de una falda de alta costura o de un costal de fique.
4. Maricaditas, joditas
En los detalles está la diferencia. Ya que la idea es verse bien y comprar ropa que nos haga felices y más personas, vale la pena fijarse en las pequeñas cosas: el collar y los puños de la camisa, la fineza del estampado, el contraste entre los colores de una camiseta, el color del hilo que acaba los pantalones, la curva con la que cosieron los hombros de la chaqueta.
Los accesorios también, claro, porque el mundo está lleno de parches, pines, botones, aretes, collares, pañuelos, corbatas, cordones de zapatos y, en general, pequeñísimas cosas que pueden darle un empujón enorme a nuestra forma de vestir, sin gastarnos demasiada plata y en cambio dándole tiempo a darnos cariño, que nunca sobra.
5. Viva la independencia
Por último, es importante recordar que, por fuera de los centros comerciales y la ropa de marcas multinacionales o maquilas nacionales de alta gama, existe un mercado muy grande de diseñadores independientes.
Muchas veces son la verdadera vanguardia, el termómetro de lo que viene después; muchas veces son personas con visiones muy interesantes y a veces pueden incluso ser más sobrios que los diseñadores más conservadores, pero siempre ofrecen algo entretenido.
Eso, y que su ropa está hecha en talleres de costura y sastrería que cumplen con los estándares de dignidad humana, a diferencia de los líderes en el mercado mundial de la moda y la confección, que tienen maquilas llenas de niños y madres que, en jornadas inhumanas, se dedican a hacer ricos a un grupo de empresarios codiciosos que nada aportan al planeta y al contrario, reviven las facetas más horribles del trabajo esclavo, solo para vendernos sus prendas como el non plus ultra del buen vestir.
Los independientes venden ropa limpia en todo sentido, de la misma forma que los artesanos. Si le gusta la ropa artesanal, por favor cómprela directamente a los creadores, pagando lo justo, o a través de una entidad que de verdad les pague lo que vale cada pieza, no a los empresarios indignos, o a los delfincitos con agallas, que les compran a peso, casi a la fuerza, para cobrarle a uno una millonada en las ciudades.
Espero que de algo les sirvan estos consejos, esta lista de ideas, para recordar que en todo acto creativo existe algo positivo, que si hay talento detrás de la ropa que nos ponemos, es precisamente porque la moda, al igual que la cocina, las artes plásticas, la música o la literatura, por decir algunas, es un acto de amor. O debe serlo. Pero ante todo, en este caso, se trata de un acto de amor propio, que es el más escaso en un país en el que las personas tienen que olvidar lo importante, para dedicarse a lo urgente. Cuando recordamos que la moda puede ser una celebración de la individualidad, el trabajo de todos los diseñadores, sastres y costureros cobra por fin su sentido original.
Eso es vestir bien en verdad.