Orden Público

Trata de mujeres

“La necesidad me llevó a conocer el infierno”

María Gabriela, es el nombre ficticio de la protagonista de la historia que por razones de revictimización y seguridad pidió ocultar su nombre.

Imagen de referencia

Imagen de referencia / Getty Imagenes

 Con 21 años de edad, “Gabi” como la conocían en su tierra natal Maracaibo; Venezuela, se convirtió en madre de familia, situación que la motivó a salir de su país en medio de la coyuntura política, y viajar hacia Colombia.

La joven mujer de caderas marcadas, piel canela, ojos grandes y un marcado acento venezolano, llegó a la capital del país a ejercer su oficio como manicurista; pero hoy cuenta su historia desde una perspectiva distinta; porque cayó en las redes de la banda denomina ‘Dignidad’ que según investigaciones de las autoridades estaría vinculada con la trata de mujeres en la capital huilense.

La mayoría de las víctimas de esta banda; se pudo establecer eran de nacionalidad venezolana, quienes engañadas con ofertas de trabajo terminaron prestando servicios sexuales, “algunas por necesidad aceptamos la oferta, también motivadas por el sueño de salir de la difícil situación que vivimos al llegar a un país donde nadie nos conoce, dijo “Gabi”.

Los hechos fueron denunciados en 2019; sin embargo, las investigaciones datan que estos delitos ocurrieron desde el 2018, hasta el pasado 18 de julio de 2020 cuando las autoridades lograron capturarlos.

La Fiscalía determinó que las mujeres eran engañadas con propuestas laborales como meseras; para después ser llevadas a dos establecimientos comerciales donde eran obligadas a prestar servicios sexuales.

“Entre las víctimas de esta red criminal se lograron identificar varias mujeres, en su mayoría de nacionalidad venezolana, y una menor de edad, quienes estaban en estado de vulnerabilidad”, afirmó un vocero oficial de la Fiscalía seccional Huila.

“Yo trabajaba desde que llegué a Colombia hace cinco años como pedicurista, aseadora y vendiendo cosas en las calles, hacía lo que tuviera que hacer, con eso pagaba los $150 mil de arrendo que me correspondía, me alimentaba y podía enviar algo de dinero a mi casa para mi hijo; porque él está en Maracaibo con mi mamá”, dijo “Gabi”.

Todo empezó, porque un “cliente” que llegó al salón donde trabajaba le dijo que si conocía alguna amiga como ella; atractiva y simpática para que trabajara como mesera en un nuevo negocio que inaugurarían en Neiva.

“Él me dijo que el promedio de pago por noche era $100 mil pesos colombianos, y que solo se trabaja los fines de semana, a mí me gustó porque yo iba tener una remesa más de la que ganaba trabajando en el salón con las uñas”, dijo “Gabi” con una sonrisa tímida.

Se logró establecer que las mujeres eran obligadas a laborar en precarias condiciones, con el propósito de generar el dinero suficiente para sufragar los gastos de sostenimiento.

Luego de la captura de la banda, aquel que le vendió sueños rotos a “Gabi” fue identificado como Luis Anderson González quien actuaba como dueño de los establecimientos comerciales a los que eran llevadas las mujeres; y su esposa, Laura Aponte, sería quien estaba al frente de la administración.

Asimismo, Yessica Carreño, Katherine Fuentes y Blaneskis Villasmil serían las personas encargadas de darles a conocer a las víctimas las condiciones en las que debían trabajar y cómo debían sostener relaciones sexuales, por las que debían cobrar sumas de entre 35.000 y 50.000 pesos.

“Lo más duro fue darnos cuenta a lo que finalmente, al principio fue difícil; pero a veces el amor por los hijos y la familia nos obliga a soportar. Lo que vive uno es un infierno”, expresa “Gabi”.

Larry Delgado y Édgar Velásquez eran quienes engañaban a las mujeres para llevarlas a la capital huilense, y posteriormente se encargaban de la seguridad de los locales y la vigilancia de las mujeres víctimas.

“A nadie le deseo lo que viví, solo espero que la situación en mi país mejore para regresar y estar al lado de mi hijo y mi familia” dice sonriendo “Gabi”, mientras sigue arreglando las uñas de otro cliente en el salón, pero ahora en la calurosa Neiva, donde volvió a trabajar también desde hace un tiempo como manicurista.

A los capturados se les imputaron cargos por delitos de trata de personas, explotación de la prostitución ajena agravado en concurso homogéneo sucesivo, concierto para delinquir agravado, secuestro simple y acceso carnal violento en concurso homogéneo sucesivo. Ninguno de los implicados aceptó la responsabilidad en los hechos investigados.

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