Demanda energética crecería cerca de un 3 % en 2026, pero los precios podrían aumentar hasta un 40 %
Las soluciones renovables alcanzarían entre 12 % y 14 % de la matriz en 2026, pero la oferta firme seguiría limitada, elevando la probabilidad de aumentos tarifarios de entre 20 % y 40 %.

Aunque el 2026 iniciará con embalses llenos y precios estables, la industria proyecta un escenario de riesgo para el segundo semestre, con una posible disparada en los costos.
El mayor desafío energético para el próximo año será mantener el equilibrio entre una demanda eléctrica que continúa creciendo y una oferta de energía confiable (ENFICC) que podría verse ajustada.
Si bien la demanda ha estado históricamente ligada al desarrollo económico, las proyecciones de la Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME) indican que entre 2024 y 2038, podría tener un crecimiento promedio anual en el escenario medio de entre 1,30 % y 3,09 %.
Sin embargo, según Juan Pablo Rojas, fundador y CEO de Vértebra Soluciones, una compañía especializada en gestión de servicios públicos y eficiencia energética, la primera señal de tensión entre oferta y demanda podría presentarse desde septiembre de 2026, reduciendo el margen de maniobra del país frente a cambios climáticos o fallas en la infraestructura, representando una preocupación para los usuarios comerciales.
“Aunque 2026 comienza con un entorno favorable y se prevén ajustes moderados del 4 % al 6 % durante el primer semestre, la segunda mitad del año podría ser volátil. Si la temporada de lluvias es menor a la esperada o si las obras de generación y transmisión se siguen retrasando, el sistema deberá depender fuertemente de las plantas térmicas que operan con gas natural, un combustible que ya presenta presiones de oferta y costos crecientes para 2026. En ese escenario, el precio de la energía podría aumentar entre un 20% y un 40% frente al cierre de 2025”, explica.
Por ahora, no se espera un racionamiento de energía para los primeros meses del año. No obstante, la transición energética no avanza al ritmo necesario, debido a que varios proyectos renovables y líneas de transmisión siguen retrasados, lo que mantiene al sistema vulnerable.
“Colombia avanza en la transición, pero no tan rápido como lo requiere la estabilidad energética del 2026. Si bien se espera tener conectados entre 4 y 4,5 gigavatios de energía renovable lo que ubicaría su participación entre el 12% y el 14% de la matriz energética, aún no es suficiente para reducir completamente la dependencia del agua ni aliviar la escasez proyectada”, afirma Rojas.
El factor climático será determinante, ya que si en la segunda mitad del año disminuyen las precipitaciones, el sistema comenzará a sentir presión y el costo de la energía subirá de forma casi automática.
Los sectores más expuestos a esta volatilidad son aquellos con alta demanda energética para operar, como manufactura, agroindustria, centros comerciales, logística y servicios de salud. En un escenario crítico, el impacto sectorial podría alcanzar hasta un 15%.
De hecho, se espera que se acelere la adopción de soluciones de eficiencia energética y autogeneración, con un crecimiento entre 25% y 35% en la instalación de sistemas solares, soluciones híbridas y almacenamiento.
Además, las tecnologías de gestión inteligente, como la telemedida y la analítica de consumo, serán fundamentales. Se estima que su adopción aumente entre 20% y 30% durante 2026, especialmente entre organizaciones que buscan controlar gastos y reducir su exposición a la volatilidad del sistema.



