Karla Cañizalez de Osuna: la violinista que llevó su música a Japón
Con esa convicción ha cruzado fronteras, idiomas y culturas, llevando siempre consigo un violín que cuenta la historia de una venezolana que hizo de la música su hogar en el mundo

Con esa convicción ha cruzado fronteras, idiomas y culturas, llevando siempre consigo un violín que cuenta la historia de una venezolana que hizo de la música su hogar en el mundo.
La trayectoria profesional de la violinista venezolana Karla Cañizalez de Osuna está marcada por la constancia, la disciplina y una pasión inquebrantable por la música. Nacida y formada en Venezuela, e instalada hoy en Tokio, Japón, su carrera es un recorrido que une el talento individual con la fuerza de las grandes orquestas del mundo.
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Desde muy pequeña entendió que el violín sería su forma de expresarse y de abrirse paso en el mundo. Su primer gran hito llegó siendo apenas una niña, cuando logró algo que marcaría para siempre su trayectoria. “Mi primer y más deseado logro fue cuando, desde muy corta edad, logré quedar seleccionada como una de las primeras fundadoras de la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela”, recuerda. No fue un proceso sencillo. “Fue un reto fuerte, ya que tuve que pasar por varias audiciones con jurados muy calificados en el área, y lo logré estudiando con mucha pasión”.
Ascenso dentro de la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela
Su ingreso como fundadora de la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela no fue un punto de llegada, sino el inicio de una etapa de crecimiento continuo. Con el tiempo, Karla no solo se mantuvo dentro de la orquesta, sino que fue ganando responsabilidades artísticas.
“Mi gran logro fue permanecer en la Sinfónica y ascender a la fila de los primeros violines, donde me desempeñé con muy buen nivel viajando alrededor del mundo”, explica. Ese ascenso simboliza la confianza que la institución depositó en ella y la solidez de su trabajo musical. Cada ensayo, cada concierto y cada viaje reforzaron su identidad como violinista y como representante de la escuela musical venezolana.
Una embajadora musical de su país
A través de su violín, Karla se convirtió en una embajadora de su país y de su estado natal. “Gracias a mi trayectoria musical y a mi dedicación por la música obtuve siempre buenos reconocimientos como la joven que representaba a mi estado a nivel internacional, dejando el nombre del país siempre en alto”, afirma.
Ese sentimiento de responsabilidad y orgullo por Venezuela la ha acompañado en cada escenario. No se trata solo de tocar bien, sino de hacer que cada nota lleve un mensaje: el de una nación con un fuerte movimiento orquestal, capaz de formar músicos de altísimo nivel y proyectarlos al mundo.
El sueño cumplido en la órbita de la Filarmónica de Berlín
Uno de los capítulos más inspiradores de su carrera nace de un sueño de infancia: recibir clases de violín de profesores vinculados a la mítica Filarmónica de Berlín. Lo que comenzó como una ilusión lejana, terminó convirtiéndose en una experiencia real.
“Siempre soñaba con recibir clases de violín con profesores de la Filarmónica de Berlín, hasta que mi sueño se hizo realidad y lo logré”, cuenta con emoción. Aquellos encuentros académicos marcaron un antes y un después. “Fue una experiencia única donde tú dices ‘qué maravilloso es pertenecer a la industria musical y tener estos privilegios de la vida’”.
Ese vínculo se vio reconocido formalmente cuando ella y su agrupación recibieron un importante homenaje. “Uno de mis más gratos reconocimientos que he recibido y que para mí fue un gran honor es el reconocimiento que me otorgó el Cuarteto de la Filarmónica de Berlín al recibir clases magistrales con tan prestigiosos músicos”. No solo fue aprendizaje, también fue validación internacional.
Tokio: la música como lenguaje sin barreras
Hoy, la carrera de Karla Cañizalez de Osuna tiene como escenario principal Japón, específicamente la ciudad de Tokio, donde ha llevado su música en contextos culturales muy distintos a los de su país de origen. Para ella, ese paso es un logro que trasciende lo profesional.
“Mi exito lo puedo observar desde el punto de vista que nada es imposible”, asegura. “Puedo contar que logré, como violinista individual, llevar mi música a un país donde la cultura es distinta, donde el idioma es complicado, pero que cuando hablamos de música no existen barreras, solo está en tu querer hacer las cosas”. Esa experiencia, vivida en Japón, la resume así: “Fue en Japón, en Tokio, donde tuve ese gran logro para mí de tocar allá y poder colaborar con excelentes agrupaciones musicales clásicas y populares”. En un entorno nuevo, con otro idioma y otras costumbres, el violín se convirtió en su puente más directo con el público.
Reconocimientos que cuentan una historia de esfuerzo
Los logros de Karla también se reflejan en los reconocimientos que ha recibido a lo largo de su camino. Cada uno de ellos es una pieza más del retrato de una carrera sólida, construida con disciplina y entrega.
Entre los homenajes que atesora con especial cariño destaca el otorgado por el Cuarteto de la Filarmónica de Berlín, ya mencionado, por sus clases magistrales con ellos. También ha recibido un reconocimiento por su “destacada participación en la celebración del Día Internacional de la Familia” por parte de la Orquesta Nacional de Venezuela, un gesto que evidencia su papel dentro del ámbito orquestal del país.
Otro de los momentos importantes fue el reconocimiento recibido por haber participado, con gran éxito y trabajo en equipo, en la operación “Nueva HUTTA”, durante la visita del Papa Juan Pablo II. Además, se le concedió el “Botón al Mérito” por ser la joven violinista destacada en el ámbito musical en el municipio, el país y el mundo. “Entre otros”, concluye ella, dejando claro que la lista es larga y que cada diploma y cada medalla tiene detrás muchas horas de estudio.
Maestros y figuras que marcaron su formación
Ninguna carrera musical se construye sola. En el caso de Karla, dos nombres son especialmente determinantes: el maestro José Antonio Abreu y el maestro Gustavo Dudamel.
“Mi mayor celebridad y la persona a la que le debo todo lo que soy musicalmente es el maestro José Antonio Abreu”, afirma. Él fue el fundador de la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela y del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles, Infantiles y Preinfantiles de Venezuela, proyecto que ha recibido reconocimientos internacionales y que transformó la vida de miles de jóvenes músicos, entre ellos Karla.
Su formación también estuvo estrechamente ligada al multi galardonado y famoso maestro y académico Gustavo Dudamel. “Trabajé y me formé junto al maestro Dudamel desde los 12 años. Compartimos escenarios juntos y varios proyectos musicales en común”, relata. Define a Dudamel como “un director de renombre internacional, violinista y ganador de varios premios Grammy y Latin Grammy”. Sobre esos años compartidos agrega: “Para mí es un gran orgullo aprender tanto de él en todos esos años de carrera musical”.
Escenarios memorables alrededor del mundo
El recorrido de Karla Cañizalez de Osuna incluye escenarios de enorme relevancia simbólica y artística. Tal vez uno de los recuerdos más impactantes sea su primera gran presentación internacional. “Mi primer e importante concierto a nivel internacional fue en Estados Unidos con tan solo 12 años de edad. Fue en la Casa Blanca, en Washington D. C., con la Sinfónica Nacional e Infantil de Venezuela”, recuerda. “Para mí en ese momento sentía tanto orgullo de estar allí, de conocer al presidente de ese momento con la primera dama. Fue algo fantástico”.
Otra de sus presentaciones más significativas tuvo lugar en Chile, durante la VI Cumbre Iberoamericana, en un concierto en honor a los reyes de España y a los jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos, bajo la batuta del director Gustavo Medina. Allí, una vez más, la música venezolana se hizo presente en un contexto diplomático y cultural de alto nivel.
En Europa, Karla realizó múltiples presentaciones en compañía de la Sinfónica Nacional e Infantil de Venezuela. Una de las más memorables fue en el majestuoso Teatro di San Carlo, donde interpretaron un repertorio exigente. Ella lo recuerda con claridad: “Ese día recuerdo fijamente las obras que teníamos como repertorio: una de ellas fue ‘L’italiana in Algeri – Sinfonía’, de Gioachino Rossini; otra fue ‘Nabucco – Sinfonía’, de Giuseppe Verdi; ‘Rienzi’, de Richard Wagner; ‘1812’, de Piotr Ilich Tchaikovsky, entre otras”. La respuesta del público fue calurosa, con aplausos que confirmaron el impacto de su trabajo.
Además, ha tenido la oportunidad de presentarse junto al maestro Gustavo Dudamel en algunas de las salas más prestigiosas del mundo, como el Walt Disney Concert Hall, en Los Ángeles, el Carnegie Hall, en Nueva York, la Filarmónica de Berlín y el Musikverein, en Viena, entre otras. Cada una de esas salas representa un sueño cumplido para cualquier músico clásico.
Una carrera que sigue creciendo
Desde sus días como niña fundadora de la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela hasta su presente en Tokio, Karla Cañizalez de Osuna ha construido una carrera que combina excelencia técnica, sensibilidad artística y una profunda gratitud hacia sus maestros y su país.
Ella misma resume su filosofía de vida con una idea que se ha convertido en norte: “Nada es imposible”.




