Escuela de Caballería del Cantón Norte: tortura y desaparición en la toma al Palacio de Justicia
Este fue el rol de esta entidad en la toma del Palacio de Justicia, según la reestructuración de los hechos realizada por la Comisión de la Verdad

Condenan militares por la toma al Palacio de Justicia. Foto: Colprensa(Thot)
La Comisión de la Verdad fue una institución autónoma e independiente del Estado colombiano, la cual hizo parte del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, creada con el fin de esclarecer los hechos ocurridos en el desarrollo del conflicto armado, el reconocimiento a la dignidad de las víctimas y las responsabilidades tanto individuales como colectivas. Esto además de sentar las bases para la no repetición de tales sucesos.
Para lo anterior, se construyó un relato de los hechos y contextos de un conflicto de más de medio siglo, que para su realización, se debieron escuchar más de 27.000 testigos, incluyendo víctimas y responsables. Abarcando investigaciones de hechos como asesinatos, desapariciones forzadas, reclutamiento forzado, secuestros, y violaciones a los derechos humanos.
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Delitos los cuales se dieron en sucesos que marcaron la historia de Colombia, como La Toma del Palacio de Justicia entre los días 6 y 7 de noviembre de 1985. Sin embargo, dentro de todos los interrogantes que surgieron luego de ese trágico episodio, La Comisión de la Verdad, investigó a la Escuela de Caballería, ubicada en el complejo militar del Cantón Norte, en Bogotá. Lugar donde luego de la toma, entre los días 7 y 15 de noviembre, cerca de 20 personas fueron detenidas, sometidas a investigaciones, torturas, y finalmente, algunas de ellas, desaparecidas.
Escuela de Caballería del Cantón Norte en Bogotá
La Escuela de Caballería, se encuentra al costado oriental de la Avenida Séptima, originalmente, este lugar era una hacienda, que posteriormente, en 1936, fue adaptada para uso militar, por lo que en 1966 fue ampliada. Para el año 2000, este lugar dejó de ser usado para operaciones militares, pero continuó funcionando como la Escuela de Caballería. Sin embargo, entre 1978 y 1982 este lugar fue usado como un centro de interrogación y tortura por parte de la inteligencia militar, por lo que su funcionamiento, era casi que completamente desconocido.
Para la reconstrucción de los hechos, la Comisión de la Verdad, se basó en los testimonios de los sobrevivientes al Estatuto de Seguridad implementado en 1978, que permitió violaciones a los derechos humanos como respuesta a la creciente violencia por parte de grupos armado ilegales, y los comparó con los testimonios de personas que fueron torturadas e interrogadas en el complejo militar, luego de La Toma del Palacio de Justicia. Lo que permitió corroborar que, luego de que finalizara el Estatuto de Seguridad en 1982, en la Escuela de Caballería se siguieron utilizando los mismos espacios, para las mismas prácticas.
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Movilización de detenidos a la Escuela de Caballería
Según la narración realizada por la Comisión, luego de la toma al Palacio, los detenidos especiales, que incluían trabajadores, visitantes, y guerrilleros del M-19, fueron movilizados en diferentes grupos por agentes del estado, que incluían tanto militares, como agentes de inteligencia y encubiertos, en diferentes vehículos. Lo que dejó ver una red de coordinación entre las fuerzas del estado y la continuidad estratégica en la red de desaparición de detenidos especiales, entre la Escuela de Caballería y La Casa del Florero.
Interrogación y tortura
Con base en diferentes testimonios de personas que hicieron parte de los grupos de investigados, el día 7 de septiembre, a la 1:30 PM, diferentes personas fueron ingresadas a las caballerizas de la escuela, donde fueron fotografiadas, separadas e interrogadas por cerca de dos horas.
Mientras tanto, otro grupo de detenidos, fueron llevados a un furgón del Ejército por cerca de una hora y media, para ser liberados a las 3:00 PM. Luego, cerca de las 3:30 PM, una persona fue llevada de las caballerizas a un cuarto oscuro, donde fue interrogada y torturada, lugar que, según el informe, se encontraría en el sector de coordinación.
Posteriormente, entre las 4 y 6 de la tarde, se cruzaron con otro grupo de detenidos, que era conformado por trabajadores de la cafetería y visitantes del palacio.
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Sin embargo, ningún integrante de este grupo sobrevivió, por tanto, no se sabe cuál fue su destino dentro de las instalaciones de la Escuela de Caballería, lo que si se sabe, es que salieron con vida del Palacio de Justicia.
Para ejemplificar su camino, se tomó como referencia la historia de Carlos Augusto Rodríguez, administrador de la cafetería, quien luego de ser grabado saliendo del palacio a las 2:19 PM, varios testigos lo ubicaron en La Casa del Florero, para luego, ser ubicado en la Escuela de Caballería, esto gracias a diferentes fuentes, como llamadas anónimas que recibió su familia en 1985, donde confirmaban que había sido retenido y torturado en este sitio, un casete de audio donde se confirmaba su tortura (junto a otros trabajadores de la cafetería), revelado en 1986, y un testimonio de 1989, donde el exagente de inteligencia Ricardo Gámez, señaló que fue torturado y asesinado en la escuela (al igual que otros trabajadores).
Este mismo tipo de investigación, se realizó con otros integrantes de dicho grupo, y diferentes historias, se conectaron en el Cantón Norte luego de las 4:00 PM del día 7 de noviembre de 1985.
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La Brigada 13
Por otro lado, gracias al testimonio del cabo Edgar Villamizar, se estableció que un hombre y una mujer que integraban este grupo, fueron llevados a las caballerizas antes de las 4:30 PM, y otros 3 detenidos, fueron trasladados luego de las 4:30 PM.
Luego de esto, a las 6:30 PM, el grupo 3 de detenidos, fue llevado a la brigada 13. Lugar, donde a las 7:00 PM, un grupo de detenidos que llegaba de Zipaquirá, sospechosos de colaborar con el M-19, llegó al parqueadero de esta brigada, para ser llevados al cuartel general, donde fueron torturados, actos que eran escuchados por los detenidos que habían llegado con anterioridad, y quienes aseguraron ver llegar diferentes camionetas con más detenidos, quienes luego de ser torturados por 2 horas y media, fueron liberados a las 10 de la mañana del 8 de noviembre.
A las 8:30 PM, otro grupo de detenidos fue trasladado nuevamente en una patrulla de la policía a la estación sexta, en el centro de la ciudad, y antes de ser liberados, fueron amenazados al momento de su salida para que no informaran sobre su detención.
Sin embargo, en este punto nació otro cabo de la historia, pues en el oficio de remisión, donde se informó la salida de ciertos retenidos, no se encontraba el nombre de William Almonacid, un integrante del M-19 que gracias a evidencia audiovisual se sabe que fue trasladado a la Escuela de Caballería del Cantón Norte, pero su cuerpo fue encontrado en el patio interno del Palacio de Justicia, junto a los cuerpos del Magistrado Carlos Horacio Uran y el comandante el M-19 Andrés Almarales.
Lo que resulta en la deducción de que fue asesinado luego de su llegada a la escuela entre la 1 y las 3 de la tarde del 7 de noviembre, y su cuerpo, sin vida, fue trasladado nuevamente dentro de las instalaciones del palacio.
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Desaparición y manipulación
Según el informe, luego de la toma, los militares impidieron la entrada de jueces civiles al palacio, sin embargo, permitieron las labores forenses de jueces militares y policía, quienes manipularon la escena, destruyéndola en su totalidad. Además, los cuerpos salían de las instalaciones en bolsas blancas y transparentes, pero a Medicina Legal, llegaron en bolsas negras.
Debido a dichas evidencias en la manipulación de los cuerpos, las actas de defunción eran poco confiables, de hecho, posteriormente se descubrió que las actas no coincidían con los cuerpos que habían sido asociadas, por ejemplo, los restos del mesero de la cafetería, Bernardo Beltrán Hernández, fueron identificados erróneamente y entregados a la familia equivocada como el Magistrado auxiliar, Jorge Echeverry, dentro de una caja sellada. Por lo que los verdaderos restos del magistrado, se encontraron 32 años después, en un cementerio de Manizales, a 300 kilómetros de Bogotá.
Al igual que en este caso, diferentes cuerpos tardaron más de 30 años en ser identificados y encontrados en diversos lugares del país, por otro lado, 4 de los cuerpos desaparecidos, fueron ubicados en la fosa común del cementerio del sur de Bogotá, mientras que muchos otros, aún no han sido encontrados.
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