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¿Cuál es el secreto escondido en unas vasijas griegas que Oxford logró descifrar tras 2.500 años?

En este descubrimiento se aplicaron técnicas avanzadas como la espectrometría de masas y el análisis proteómico.

Vasijas de bronce griegas, Universidad de Oxford, imágenes de referencia (Getty Images).

Vasijas de bronce griegas, Universidad de Oxford, imágenes de referencia (Getty Images).

Un enigma arqueológico que permaneció por más de 2.500 años, finalmente encontró respuesta gracias a la ciencia moderna. Investigadores del Departamento de Química de la Universidad de Oxford reexaminaron el misterioso residuo hallado en vasijas de bronce descubiertas en un santuario griego del siglo VI a. C. en Paestum, al sur de Italia.

Cabe destacar que este hallazgo, había desconcertado a generaciones de expertos. Aunque se pensó desde el inicio que la sustancia era miel, análisis posteriores durante tres décadas descartaron esa idea y propusieron que se trataba de grasa animal o vegetal contaminada con polen e insectos.

No obstante, los resultados demostraron una huella química casi idéntica a la de la miel y la cera de abejas actuales. De esta manera, no solo se confirma la hipótesis inicial, sino que también se aporta la primera evidencia biomolecular de la presencia de miel en un contexto ritual griego.

¿Qué técnicas científicas permitieron este descubrimiento?

El equipo de investigadores adoptó un enfoque innovador combinando múltiples disciplinas para analizar el antiguo residuo hallado en estas vasijas griegas de Paestum.

Se aplicaron técnicas avanzadas como la espectrometría de masas y el análisis proteómico, lo que permitió identificar azúcares, ácidos orgánicos y proteínas exclusivas de la jalea real. Este hallazgo proporcionó la primera evidencia biomolecular directa de la presencia de miel en un contexto arqueológico.

Adicionalmente, se detectaron compuestos derivados de la corrosión del cobre, estrechamente asociados al residuo, cuya acción natural biocida pudo haber contribuido a la preservación de ciertos biomarcadores frente a la degradación microbiana a lo largo de los siglos.

Asimismo, para validar los resultados, los científicos realizaron comparaciones con panales modernos y llevaron a cabo simulaciones experimentales de degradación de la miel, confirmando la autenticidad de los indicadores químicos y reforzando la comprensión de cómo las sustancias orgánicas se conservan en contextos arqueológicos antiguos.

¿Por qué este descubrimiento es relevante hoy?

El éxito de este estudio fue posible gracias a una estrecha colaboración entre la Universidad de Oxford, el Museo Ashmolean y el Parque Arqueológico de Pompeya.

En preparación para la exposición ‘La última cena en Pompeya’, de 2019, los investigadores tuvieron la oportunidad de reexaminar 37 objetos antiguos, empleando técnicas avanzadas como la microscopía y la radiografía de rayos X.

Este análisis permitió descubrir detalles inéditos sobre los usos cotidianos de los objetos, como restos de hollín en la base de recipientes de cocina o acumulaciones de cal en vasijas utilizadas para hervir agua, ofreciendo una ventana directa a la vida diaria de la antigüedad.

Del mismo modo, el estudio pone de relieve cómo las colecciones arqueológicas conservadas en museos siguen albergando información valiosa, que puede revelarse mediante nuevas metodologías científicas. Además, confirma el papel simbólico y ritual de la miel en la cultura griega, evidenciando su presencia en ofrendas y prácticas ceremoniales.

Finalmente, los autores destacan que este hallazgo inspira una revaluación de materiales antiguos, fomentando investigaciones futuras que combinen arqueología y ciencia avanzada para desentrañar secretos que habían permanecido ocultos durante siglos.

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