¿Carne cultivada en laboratorio? Qué es y cómo puede revolucionar la industria alimentaria
Este tipo de producto es positivo porque ofrece una opción más sostenible y ética, reduciendo el impacto ambiental y el sufrimiento animal asociado con la producción cárnica tradicional.
La carne cultivada en laboratorio, también es conocida como artificial o in vitro. Esta se produce a partir de células animales cultivadas en condiciones controladas y sin la necesidad de criar ni sacrificar animales.
Este procedimiento imita el crecimiento celular natural mediante un medio rico en nutrientes, generando tejido muscular similar al de la carne convencional.
Es importante destacar que la carne cultivada manifiesta un avance lógico en la relación de la humanidad con la alimentación. Hay que tener en cuenta que el acceso a la carne ha simbolizado estatus social, desde la caza primitiva hasta la domesticación de animales.
Por el lado de la industrialización, se permitió la producción masiva de carne. No obstante, esta generó dilemas éticos y ambientales. En esta coyuntura, la carne cultivada surge como una solución que combina tradición y modernidad, intentando satisfacer el deseo por carne mientras se responde a problemáticas actuales y contemporáneas.
Adicionalmente, este producto denota el vínculo humano con la innovación alimentaria. Es relevante considerar que las culturas han adaptado sus dietas según avances tecnológicos, como el descubrimiento del fuego o la agricultura.
La carne cultivada, de alguna manera, permite redefinir el acto de comer como un ejercicio consciente que respeta los valores éticos. Esto la posiciona como una muestra del progreso gastronómico.
¿Qué debe considerar sobre la carne cultivada en laboratorio?
En primer lugar, hay que acotar que no toda carne cultivada es idéntica a la carne tradicional. Su textura, sabor y apariencia dependen de cómo se cultiven las células y qué tipo de soporte tridimensional se use para que estas crezcan.
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Por ejemplo, crear un filete marmoleado, como el de un corte de res premium, sigue siendo un desafío técnico, por lo que todavía no alcanza el estándar de calidad del corte real.
Como dato para tener en cuenta, debe saber que la idea de cultivar carne no es nueva. En 1931, Winston Churchill predijo en un ensayo que algún día los humanos producirían carne sin necesidad de criar animales enteros.
Además, algunas religiones, como el judaísmo y el islam, han puesto sobre la mesa la discusión sobre si este producto puede considerarse como kosher o halal, debido a que no involucra directamente el sacrificio de un animal.
Por otra parte, la producción de esta carne enfrenta dilemas éticos debido al uso de suero de crecimiento, que generalmente proviene de fetos de vacas, por lo que se termina involucrando a los animales de alguna manera.
Es por esto que se están desarrollando alternativas sintéticas y vegetales para reemplazarlo. Sin embargo, estas no están completamente optimizadas ni son económicamente viables.
¿Este producto tiene el potencial para transformar la industria alimentaria?
En principio, se puede decir que sí, porque aborda directamente problemas estructurales como la sostenibilidad y la dependencia de la ganadería intensiva.
Cuando se elimina la necesidad de grandes extensiones de tierra y agua, se puede reducir el impacto ambiental asociado con la producción cárnica tradicional, incluyendo la deforestación y las emisiones de gases de efecto invernadero.
A su vez, su método de producción permite una trazabilidad total. De esta manera se incrementa la seguridad alimentaria y se minimizan los riesgos de contaminación bacteriana y de uso excesivo de antibióticos.
Finalmente, la personalización es un punto que vale la pena abordar, ya que plantea la posibilidad de diseñar carne con perfiles nutricionales específicos, como menor contenido de grasa o mayor concentración de ciertos nutrientes. Esto puede permitir que el producto se adapte a las necesidades de los consumidores y diversifique el mercado.