El campo colombiano: desafíos y perspectivas para el futuro agrario
Colombia enfrenta el reto de transformar su ruralidad en un espacio de desarrollo y paz. Con políticas de seguridad alimentaria, educación y modernización, el país apuesta por ser más competitivo y sostenible.
El Futuro de la Colombia Agraria, el encuentro organizado por Prisa Media para debatir sobre el presente, los retos y necesidades del campo en el país, con el fin de potenciar sus oportunidades y aprovechar sus fortalezas, reunió, el pasado 7 de noviembre en Bogotá, a más de 300 expertos y referentes que compartieron sus preocupaciones e ideas sobre la tecnificación del campo, el rol de los jóvenes y las mujeres, la falta de infraestructura y la necesidad de una reforma integral, que abogue por la productividad de la tierra por encima de su redistribución.
Tras conocer las principales conclusiones que dejó la primera parte de la jornada, le presentamos a continuación las ideas y consensos a las que se llegó durante la segunda:
Combatir el riesgo alimentario, un reto de todos
El campo colombiano es la base alimentaria del país. Sin embargo, contar con territorios diversos que producen alimentos de excelente calidad, no ha sido suficiente para superar los problemas en logística que dificultan el desarrollo de una industria competitiva. Luis Alfonso Escobar, gobernador de Nariño, señaló que “a pesar de tener una gran oferta, falta fortalecer la infraestructura nacional ya que no hay como sacar internacionalmente lo que se produce”.
A esa preocupación se le suma el tema de la seguridad alimentaria que, se estima, no está garantizada en el país para por lo menos 13 millones de personas. Al respecto, Dany Cañas, secretario de Agricultura de Norte de Santander, comentó que proyectos como ‘El Pacto por el Catatumbo’ pueden servir de referente, pues atacan directamente la problemática al “tener en cuenta al campesino y su forma de producir”.
Si bien la ley 2380, conocida como la ‘ley contra el hambre’, incentiva a las empresas a donar alimentos para combatir dicho desafío, tanto el secretario como el gobernador coincidieron en que hacen falta acciones concretas que permitan al sector privado realizar un mejor aporte. Para lograrlo, Arturo Dajud, gerente nacional del Proyecto Soya Maíz agregó que para ello son necesarias políticas de estado enfocadas en tres aspectos fundamentales: seguridad jurídica, bienes públicos rurales en infraestructura y genética e investigación.
A su turno, Agustín Zimmermann, representante de la FAO en Colombia concluye que es necesaria la mejora de la producción integrando a las comunidades locales con estrategias que sean amigables con el medio ambiente. Esto, añadió, para impactar en la calidad de vida de la población y reducir el margen de desnutrición que presenta el país.
Capacitación y tecnificación para potenciar la producción
Para los panelistas, ese fortalecimiento del sector también pasa por el acceso a la educación en las zonas rurales. Formar a las nuevas generaciones en técnicas agrarias modernas puede mejorar la competitividad y evitar que los jóvenes abandonen sus territorios. Leonardo Roa, decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de La Salle explicó que para optimizar los programas académicos con enfoque en el campo es necesario que “la oferta responda a las expectativas de la sociedad”.
Con esa mejora también viene la tecnificación y el conocimiento avanzado, esenciales para que el sector agrario esté a la altura de los estándares globales. La colaboración entre el sector público y privado será fundamental en esta tarea, de acuerdo con Álvaro Rivas, profesor del departamento de Desarrollo Rural y Agroalimentario de la Universidad Nacional, para quien es indispensable que haya “una interacción constante con los gremios, que fortalezca el nivel de tecnificación agropecuario”.
Territorios tranquilos y con garantías
La paz es otro pilar indispensable para el desarrollo agrario. La ruralidad ha sido testigo directo del conflicto y su transformación hacia un escenario de paz es clave para el país. En ese sentido, los expertos calificaron a la ley 1448 y el Acuerdo de Paz de 2016 como elementos esenciales en la construcción de este propósito.
María Leonor Yonda, vicepresidenta de Coordinador Nacional Agrario, comentó que es necesario convertir al sector agrícola en un espacio de reconciliación y progreso. Para ello, agregó, se requiere “reconocer a la población campesina, que llega a los 16 millones de personas, como víctimas de una guerra injusta que los ha obligado a sostenerse sin garantías”.
A su turno, Luis Fernando Paipilla, presidente de Nacional Dignidad Agropecuaria Campesina hizo un llamado para que Colombia ponga la vista en la razón concreta que frena el crecimiento. Según él, “una guerra infame por una causa desgraciada sustentada en el cultivo ilícito de la hoja de coca”.
Con todo, el panorama muestra una idea clara: Colombia tiene el potencial de construir un sector rural próspero y pacífico. La colaboración entre todos los actores es clave para impulsar el agro con perspectivas incluyentes para la construcción de una nación sostenible, que garantice la paz en el territorio.
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