Ciencia y medio ambiente

¿Por qué los seres humanos comenzaron a besarse? Estas es la explicación científica

Según un estudio reciente, este acto de amor pudo haber comenzado con una misión mucho menos romántica, le contamos la razón científica.

Imagen de referencia sobre el origen del beso. / Getty Images

Imagen de referencia sobre el origen del beso. / Getty Images / John More

Actualmente, el beso se puede considerar como un acto natural, sin embargo, alguna vez se ha preguntado realmente por qué los seres humanos se besan y de dónde proviene este gesto que es tan esencial, sobre todo en ocasiones románticas.

Le puede interesar

Aunque las comedias románticas y demás películas de este tipo ha acostumbrado a las personas ver el beso como el gesto máximo de amor, un nuevo estudio sugiere que este comportamiento podría tener un origen mucho menos romántico y más eficiente, la limpieza de parásitos.

Fue a través de un artículo publicado en la revista Evolutionary Anthropology, que el investigador Adriano R. Lameira, de la Universidad de Warwick, propuso una nueva teoría sobre el origen de los besos que ha llamado la atención de la comunidad científica, la cual fue denominada como “Hipótesis del beso final del acicalador”.

¿En qué consiste esta teoría?

Esta nueva teoría propone que el beso actual es un vestigio evolutivo de las sesiones de limpieza entre nuestros antepasados primates, algo que podría estar estrechamente relacionado con el vello corporal. De acuerdo con Lameira, cuando los grandes simios terminan de acicalarse mutuamente, suelen realizar un gesto final: presionar los labios y hacer una ligera succión para eliminar restos o parásitos del pelaje de su compañero.

Sobre esto comentó: “El beso no es una señal de afecto derivada de los humanos, sino que representa una forma de acicalamiento de los primates que conservó su forma, contexto y función ancestrales”.

A medida que los humanos fueron perdiendo su pelaje a lo largo de miles de años, estas sesiones de limpieza se volvieron menos necesarias. Sin embargo, ese último gesto de acicalamiento, que el estudio mencionó como el “beso final”, habría persistido como una señal social, evolucionando gradualmente hasta convertirse en el beso que conocemos hoy en día, según el autor de la investigación.

¿Existen más teorías sobre el origen del beso?

Algunas de estas otras hipótesis vinculaban la lactancia materna con la práctica de alimentar a los bebés con comida premasticada, e incluso había quienes sugerían que era una forma de “olfateo” para evaluar la compatibilidad genética. Sin embargo, según Lameira, estas hipótesis no logran explicar completamente el contexto y la función actual del beso.

Si bien esta propuesta es intrigante, cabe subrayar que sigue siendo una hipótesis en desarrollo. Por ejemplo, besar no es una práctica universal en todas las culturas humanas, ya que un estudio de 2015, publicado en American Anthropologist, mostró que solo el 46 % de las 168 culturas analizadas incluye el beso romántico en sus costumbres. En algunas comunidades indígenas de cazadores-recolectores, de hecho, besar se considera poco agradable.

Esto indica que el beso podría ser más una construcción cultural que un instinto innato en nuestra especie, además, hay que tener en cuenta que otros primates no simios tienen rituales de vinculación social que difieren significativamente del beso.

Por ejemplo, los monos capuchinos demuestran afecto metiendo los dedos en las fosas nasales y los ojos de sus compañeros, un comportamiento que, aunque extraño para nosotros, cumple una función similar en su sociedad. En el caso de los humanos, las normas socioculturales también han establecido diferentes tipos de besos según el contexto.

Consciente de que aún hay mucho por explorar, Lameira expresó que comparar los comportamientos de acicalamiento entre distintas especies de simios, especialmente aquellas con diferentes densidades de pelaje, podría revelar pistas clave sobre el origen y evolución de este gesto.

“Para comprender en el futuro la evolución del beso humano y otros comportamientos exclusivos de nuestra especie, será importante tener en cuenta y ponderar la influencia del contexto socioecológico, cognitivo y comunicativo más amplio de los antepasados humanos”, concluyó el experto.

Aunque la teoría del “beso final del acicalador” aún necesita más evidencia para ser confirmada, ofrece una explicación clara sobre cómo un simple gesto de higiene podría haberse transformado en uno de los símbolos más universales de amor y afecto en la cultura humana moderna.

El siguiente artículo se está cargando

Escucha la radioen directo

Caracol Radio
Directo

Tu contenido empezará después de la publicidad

Programación

Ciudades

Elige una ciudad

Compartir

Más acciones

Suscríbete

Tu contenido empezará después de la publicidad