Datos sísmicos de la NASA revela que Marte sufre el impacto de cientos de meteoritos cada año
Cada año caen sobre la Tierra unos 17.000 meteoritos, pero, a menos que surquen el cielo nocturno, rara vez los vemos.
Cada año, Marte sufre entre 280 y 360 impactos de meteoritos del tamaño de una bola de baloncesto que dejan cráteres de más de ocho metros de diámetro y que, además, según los científicos, podrían servir para datar con más precisión la superficie de los planetas del Sistema Solar.
Esta es la principal conclusión de una investigación, dirigida por científicos del Imperial College de Londres y la ETH de Zúrich -miembros de la misión InSight de la NASA-, cuyas conclusiones se han publicado este viernes en la revista ‘Nature Astronomy’.
Gracias al instrumento InSight de la NASA -capaz de medir los movimientos más mínimos del suelo- el equipo ha averiguado que el número de “marsísmos” causados por impactos de meteoritos es mucho mayor de lo que se había calculado a partir de las imágenes satelitales de la superficie de Marte.
“Esta tasa es unas cinco veces superior a la estimada únicamente a partir de imágenes orbitales. Alineados con las imágenes orbitales, nuestros hallazgos demuestran que la sismología es una herramienta excelente para medir los índices de impacto”, subraya Geraldine Zenhaeusern, codirectora del estudio e investigadora del ETH de Zúrich.
Además, el equipo cree que estos datos sísmicos podrían constituir una forma mejor y más directa de medir la velocidad de impacto de los meteoritos y ayudar a datar con mayor precisión las superficies planetarias de todo el Sistema Solar.
“Usando los datos sísmicos para comprender mejor la frecuencia con la que los meteoritos golpean Marte y cómo estos impactos modifican su superficie, podemos empezar a elaborar una cronología de la historia geológica y la evolución del planeta rojo”, comenta Natalia Wojcicka, coautora del estudio e investigadora del Imperial College de Londres.
Se podría pensar en ello como una especie de “reloj cósmico” que nos ayudaría a datar las superficies marcianas y, tal vez, más adelante, otros planetas del Sistema Solar”, apunta.
Datos del sismómetro de InSight
Cada año caen sobre la Tierra unos 17.000 meteoritos, pero, a menos que surquen el cielo nocturno, rara vez los vemos. La mayoría se desintegran al entrar en la atmósfera terrestre, pero en Marte la atmósfera es cien veces más fina, lo que deja su superficie expuesta a impactos de meteoritos más grandes y frecuentes.
Durante años, los científicos han utilizado el número de cráteres en la superficie de Marte y otros planetas como “relojes cósmicos” para estimar la edad planetaria: las superficies más antiguas de los planetas presentan más cráteres que las más jóvenes.
En esta nueva investigación de la misión InSight -lanzada para comprender la actividad sísmica y la estructura interna de Marte-, el equipo identificó un patrón de señales sísmicas hasta ahora desconocido, producido por impactos de meteoritos.
Los investigadores descubrieron que la tasa de impactos de meteoroides era superior a la estimada anteriormente al observar cráteres recién formados captados por imágenes de satélite y de acuerdo con la extrapolación de datos de cráteres de la superficie de la Luna.
Información sísmica
Para abordar esta cuestión, el equipo usó el módulo de aterrizaje InSight de la NASA y su sismómetro extremadamente sensible, SEIS, para registrar eventos sísmicos posiblemente causados por impactos de meteoritos.
SEIS detectó firmas sísmicas características de estos marsísmos de muy alta frecuencia, que los investigadores consideraron indicativas de impactos de meteoritos y diferentes de otras actividades sísmicas.
Gracias a este nuevo método de detección de impactos, descubrieron muchos más impactos de los previstos por las imágenes de satélite, sobre todo en el caso de los impactos pequeños que producen cráteres de sólo unos metros de diámetro.
“El instrumento SEIS ha demostrado tener un éxito increíble en la detección de impactos: escuchar los impactos parece ser más eficaz que buscarlos si queremos entender con qué frecuencia se producen”, concluye Gareth Collins, coautor del estudio e investigador del Imperial College de Londres