Lavinia Valbonesi, primera dama de Ecuador: “Esta vida ya no es nuestra, ahora es del pueblo”

Si alguien le hubiera contado a la Lavinia Valbonesi que el hombre que un día entró a su consultorio para pedirle una asesoría nutricional se convertiría en su futuro esposo; sería el padre de sus hijos; y asumiría la presidencia de la República de Ecuador, seguramente se hubiera reído con una carcajada sutil de primera dama.

Si, además, le hubieran contado a la empresaria, modelo y creadora de contenido que cumpliría un rol fundamental en la contundente campaña presidencial de Daniel Noboa, a quien acompañó de la mano hasta las puertas del Palacio de Carondelet, en el centro de Quito, se hubiera reído el doble.

Si alguien, con una bola de cristal, se lo hubiera revelado, no lo hubiera creído. Pero nadie se lo tuvo que contar. Valbonesi se convirtió, a sus 26 años, en la primera dama más joven en asumir ese cargo y en dedicar sus días a las causas sociales que la hacen pensar que está viviendo la mejor parte de la vida.

Las redes de Valbonesi y la fuerza de los jóvenes

“Las redes sociales en mi país se convirtieron en la manera de hacer política. El 40 % de los votantes fueron jóvenes, entre los 18 años en adelante. La mejor forma de enganchar con ellos fue por las redes y afortunadamente es algo en lo que me he movido”, reconoce Valbonesi.

A pesar de que se considera “la más apolítica”, la primera dama ha utilizado sus redes sociales para “enganchar” con aquella población joven desencantada, e impulsar la carrera de su esposo, quien cumplió el sueño de su padre, un obstinado político que intentó en cinco oportunidades llegar a la presidencia sin éxito.

Valbonesi, quien se graduó del colegio a los 16 años y dedicó buena parte su tiempo y belleza al modelaje, se decantó por la nutrición como la carrera que quería desempeñar en su vida. Y fue debido a estos giros y elecciones del destino que la llevaron a conocer a Daniel Noboa.

“Después de seis meses de atenderlo, en los que bajó un montón de peso, lo vi tan cambiado que le dije en esa última cita: ‘perdóname, pero estoy impresionada’ y él me respondió: ‘bueno, vamos a celebrar’ Ese es el inicio de nuestra historia”, recuerda.

La vida en el Palacio de Carondelet: Una vida del pueblo

Sus días han cambiado lo suficiente para reiterar las palabras que alguien le dijo mientras se preparaban para afrontar la segunda vuelta: “esta vida ya no es solo nuestra, porque de una u otra manera le responde al pueblo”.

Nunca ha sido un adorno, no se ha sentido parte de la decoración, no es una porcelana: Valbonesi está empeñada en un proyecto al que le ha dedicado “alma, cuerpo y corazón”. La niñez, las causas de las mujeres, los territorios son el campo de batalla.

“Por más de que estamos trabajando desde cero, porque tan solo es un año y medio este periodo, hay mucha confianza. Mi esposo está creando un antes y un después. Está tomando decisiones radicales, pero que están cambiando el camino al que veníamos acostumbrados”, dice Valbonesi, convencida.

Su apretada agenda la empuja a una realidad, que, guardando las proporciones justas, comparten la mayoría de mujeres en la región: “no creo que haga nada extraordinario, todas las mujeres de mi país hacen lo que hago yo: salir a trabajar y tener que dejar a los niños en la casa”.

Sin embargo, su vocación de servir y la oportunidad de estar en su cargo le han impedido compartir algunos de los momentos especiales de una crianza que no volverá.