Al coronel Elmer Fernández lo asesinó la mano blanda que reservamos para los delincuentes

Ante el desconcierto que le generó al país el asesinato de Elmer Fernández, director de la cárcel Modelo de Bogotá, Gustavo Gómez habló con Tamara, una buena amiga de la familia del coronel, y le señaló que era su amigo del alma.

Elizabeth y sus dos hijos, quedan en la más dura situación de todo tipo, en un país que no ofrece garantías de nada.

Elmer amaba con vehemencia a su patria

El coronel había recibido amenazas de parte de una delincuencia de alto calibre, en un país en el que todos estamos desorganizados, menos el crimen, que está perfectamente organizado para que hagan lo que quieran y no admitan nada: ni decisiones judiciales, ni reconvenciones, ni sanciones, ni presión de las autoridades, ni una requisa en las cárceles.

Nuestras cárceles y la mayoría no son más que centros operativos para el delito, porque es desde los centros penitenciarios que se define buena parte de la actividad del hampa, que se han salido de control, donde opera el poder del mal y donde la resocialización es una palabra que nadie está interesado en verbalizar.

Desde las cárceles se dispone la extorsión, un delito incontrolable tan cercano a lo que rodeó el asesinato del coronel Fernández. Desde allá, opera el narcotráfico, el lavado, se gerencia el contrabando, se administra la corrupción, y además se ordenan los asesinatos de los funcionarios por parte de los “amos del delito de este país”.

“Al coronel Fernández lo asesinó la ligereza con que convivimos con los bandidos, al coronel Fernández lo asesinó la mediocre manera en que sometemos a los mafiosos, al coronel Fernández lo asesinó la mano blanda que reservamos para los asesinos, al coronel Fernández lo asesinó el inmerso cuestionable poder que cobran a diario los sinvergüenzas y que florecen en el país del todo se puede”.

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