Desarrollo del agro y reducción de riesgo y daño, claves en la nueva política de consumo
Guillermo Alfonso Jaramillo, ministro de salud, y Olga Lucía Melo, presidenta de la Asociación de Toxicología Clínica Colombiana, plantean algunas soluciones para consolidar una nueva visión de la política en el consumo de sustancias psicoactivas.
La presentación de la nueva política de drogas por parte del Gobierno Nacional volvió a poner sobre la mesa la necesidad de redirigir la atención hacia los dos eslabones más débiles de la cadena: los campesinos productores y el consumidor final. Para lograrlo, el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, aclaró que se requiere un cambio social en la percepción hacia las sustancias psicoactivas:
“Se debe trabajar en la reducción del riesgo, daño y del estigma. El trabajo debe ser punitivo para el narcotráfico y de política pública en prevención para estos eslabones”.
¿Cómo aterrizar la política pública a los consumidores?
La educación desde el hogar, el acompañamiento psicosocial en los colegios, el fortalecimiento de la política de salud mental y la implementación de medidas sociales que desestimulen el consumo son algunas de las soluciones que se plantean desde el sector.
Para desestimular el consumo, el ministro propuso utilizar algunos de los aprendizajes que dejó la regulación del consumo de otras sustancias como alcohol y nicotina. Por ejemplo, la prohibición del consumo dentro de ciertos espacios y la generación de otros, regulados para el mismo.
Como complemento, Olga Lucía Melo, presidenta de la Asociación de Toxicología Clínica Colombiana, enfatizó en que la incorrecta o nula ocupación del tiempo libre en jóvenes puede incrementar los riesgos de consumo. Este factor, según ella, se puede trabajar tanto desde el Estado como desde la familia a través del arte, la cultura y el deporte.
Una nueva visión más allá de los programas de sustitución
De acuerdo con los expertos, la gran acogida de los programas de sustitución de cultivos han demostrado, en varios territorios del país, la disposición de las comunidades por entrar a la legalidad. No obstante, los porcentajes de resiembra activan alarmas alrededor de la efectividad de las estrategias estatales para garantizar su permanencia en el tiempo.
Según Jaramillo, hacer el tránsito de cultivos en estas zonas vulnerables también toca otras aristas como el desarrollo de infraestructura y el fortalecimiento de la educación y de la formación técnica.
“Hoy, por ejemplo, el municipio de Planada, que era donde más se cultivaba la amapola, se convirtió en el primer productor de café del Tolima. No se puede llegar solo con programas de sustitución; hay que reactivar otros sectores para que estas comunidades que están totalmente desprotegidas vean que la legalidad da frutos”, concluyó.