Fernando Botero: Yo soy un obrero de la cultura y me encanta encerrarme a pintar
El periodista Darío Arizmendi recordó su cercanía con el artista colombiano Fernando Botero, quien falleció en la mañana de este 15 de septiembre, en Mónaco.
En la mañana de este viernes 15 de septiembre, la familia del pintor y escultor colombiano Fernando Botero confirmó el deceso del artista, quien tenía 91 años de edad.
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Durante los últimos días había tenido quebrantos de salud relacionados con una pulmonía. Así lo dejó saber Lina Botero Zea, su hija, quien lo acompañaba al momento de presentarse el hecho.
El maestro Fernando Botero se convirtió en uno de los referentes el arte colombiano, el pintor más conocido en la escena nacional e internacional de la cultura. Todo, gracias a la persistencia y disciplina que aplicó a su trabajo.
Así lo comentó el periodista colombiano Darío Arizmendi, en conversación con 6AM Hoy por Hoy, quien mantuvo amistosa cercanía con el maestro Fernando Botero.
Arizmendi aseguró que “el maestro Botero estaba muy por encima de cualquier opinión o consideración adversa”. Y añadió: “llegó a la cima gracias a su talento, su esfuerzo y su disciplina, que fue realmente ejemplar”.
El periodista, quien se conoció con el maestro Botero durante una sus exposiciones en Caracas (Venezuela), se acercó y le planteó una conversación que luego llevó a que Colombia adquiriera una parte muy importante de su obra artística.
Arizmendi le preguntó sobre cómo sería posible que la ciudad accediera a su obra y el artista solo impuso un requisito: “prometo regalar unas esculturas y varios de mis cuadros a Medellín, siempre y cuando le cambien el nombre al Museo de Zea”.
Desde entonces inició una campaña para que esa institución, que hacía homenaje al líder independentista Francisco Antonio Zea, tomara el nombre que Botero deseaba: “que se llame Museo de Antioquia, no más”, le dijo Botero a Arizmendi.
El periodista explicó la forma en la que se hizo una campaña con la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, que se consolidó en la aprobación de un acuerdo del Concejo de la ciudad.
Fernando Botero le cumplió a la capital de Antioquia: “ese es el origen real de lo que hay del maestro Botero en Medellín”, comentó Arizmendi. Otras obras también fueron donadas a la ciudad de Bogotá.
Fernando Botero: obrero de la cultura
Durante su conversación con 6AM Hoy por Hoy, Darío Arizmendi explicó que el maestro Fernando Botero era un artista que sabía combinar las conversaciones con sus amigos y los procesos creativos sin problema alguno.
“Trabaja todos los días, igual que García Márquez lo hacía en su estudio”, añadió.
También comentó cuál era la forma en la que el maestro Botero se autodenominaba cuando hablaba con sus amigos: “yo soy un obrero de la cultura y me encanta encerrarme aquí a lo que me gusta, a pintar”.
Buscaba también alternativas para trabajar con mayor comodidad en sus obras, no se negó a usar la tecnología para apoyar su quehacer en el arte.
“Buscaba ayudas modernas que le facilitaran su trabajo de artista”, comentó Arizmendi. Fue así como optó, por ejemplo, por utilizar un pequeño ascensor para alcanzar la parte superior de sus cuadros y pintar siempre con la mano a la altura de los ojos.
Desde hacía algún tiempo el maestro Botero se había alejado de la escultura, su otra gran pasión y destreza. La razón: una restricción médica para esforzar uno de sus brazos.
Tras mencionar la relación de comparación entre Gabriel García Márquez, Nobel de literatura colombiano, y el maestro Fernando Botero, Arizmendi explicó que “no son comparables, ambos muy grandes”.
Lo definió como “uno de los más sobresalientes de del siglo XXI”, cuyas obras de arte han recorrido una larga lista de ciudades. Y agregó: “la obra del maestro Botero, ahora que él existe para la eternidad, será mucho más valiosa”.
La humanidad del artista
Arizmendi aprovechó la conversación para recordar uno de los momentos más difíciles en la vida del maestro Fernando Botero: la muerte de Pedrito, su hijo.
Pedrito era hijo del segundo matrimonio del pintor, quien estaba casado para entonces con la artista caleña Cecilia Zambrano.
Botero se disponía a conducir su vehículo, pero no se había percatado de que Pedrito, su hijo, se encontraba detrás del carro. “Retrocedió y mató a Pedrito”, comentó Arizmendi.
Y añadió: “ese fue el dolor más profundo, le causó la separación de Cecilia Zambrano. Nunca lo pudo superar”. A su hijo lo inmortalizó en una de sus obras más conocidas.
Pero si hay una de las características más reconocidas del maestro Fernando Botero es su amor por Medellín, su ciudad natal, y por Colombia.
“Nunca dejó de ser colombiano ni de ser paisa, se sentía muy orgullo de su acento”, dijo Arizmendi. Y añadió que en el idioma en el que hablara, jamás olvidaba el particular modo de hablar en su tierra.
También comentó que a Botero no le gustaba que llamaran “gordos” a los personajes de sus obras de arte. Su trabajo siempre se caracterizó por la generosidad de los espacios y los tamaños de las figuras.
Y concluyó, respecto al legado que deja el artista: “la obra de Botero está universalmente extendida”.