Salud y bienestar

¿Cómo cambia el cerebro de las mujeres durante el embarazo?

La gestación modifica el cerebro de la madre y lo prepara para cuidar y ‘enamorarse’ del bebé.

Imagen de referencia. Vía Getty Images.

Imagen de referencia. Vía Getty Images. / Mike Harrington

Tener hijos cambia la vida de las personas para siempre y también el cerebro de las mujeres. Un estudio publicado por el portal científico Nature Communications explica que la estructura y la función del cerebro de la mujer se prepara para ser más receptiva a las necesidades del bebé.

Según el análisis, realizado por un equipo de especialistas liderado por Elseline Hoekzema, del Centro Médico de la Universidad de Ámsterdam, las hormonas que se liberan durante el periodo de gestación producen un impacto en la estructura cerebral de las mujeres embarazadas.

A causa de ello, la futura madre despertaría el famoso “instinto maternal”, que se relaciona con la preparación de la casa para recibir al bebé y los vínculos emocionales que se crean durante el embarazo y después de dar a luz.

Se trata de un sistema básico para la conducta maternal en los mamíferos, ya que permite que la madre se sienta atraída por los estímulos procedentes de la cría.

5 Cambios cerebrales

Incremento de la glándula pituitaria: Aumenta de tamaño durante el embarazo y recupera su tamaño habitual después del parto, en un lapso aproximado de 6 semanas. Su función es conectar emocionalmente a la madre con el bebé.

Cambio de tamaño ventricular: Incrementa el tamaño de los ventrículos. Sin embargo, estos se disminuyen considerablemente después del embarazo, lo que puede generar ciertos rasgos de desconfianza con las personas y su entorno, así como alteraciones en la percepción corporal.

Agrandamiento de la amígdala: Produce cambios emocionales, situación que se conecta con el punto anterior (respecto a la imagen corporal), pudiendo ocasionar estados depresivos y/o ansiosos.

Giro cingulado, corteza prefrontal y orbitofrontal: Estas estructuras (involucradas en el proceso de enamoramiento) se muestran altamente activas en el embarazo, generando vínculos entre el bebé y la futura madre.

Aumento de actividad en el precúneo: Se vincula con los ventrículos cerebrales que ayudan a la madre a tomar conciencia corporal, permitiendo que pueda enfocarse en el desarrollo del bebé dentro de su propio cuerpo. Este es un componente importante dentro de los parámetros perceptuales y somáticos al generar el vínculo madre-hijo.

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Cambios neuronales

A lo largo del desarrollo materno existen cambios en el sistema nervioso. Las células encargadas de estos cambios son las neuronas. Algunos de las variaciones en la comunicación neuronal son:

Cortisol: Debido a que el desarrollo embrionario requiere una mayor producción de energía, se genera un desgaste en el cuerpo materno. Como resultado, aumentan las probabilidades de que aparezca ansiedad y depresión, causadas por una descompensación fisiológica del cuerpo. Es decir, la secreción de este neurotransmisor puede propiciar episodios ansiosos o depresivos.

Serotonina: La placenta tiene contribuciones significativas que incluyen la producción de serotonina. En otras palabras, como la madre no produce dicho neurotransmisor, la placenta compensa su producción.

Se ha visto que cuando la madre da a luz, puede haber un importante descenso en los niveles de serotonina, por lo que las madres tienden a atravesar cuadros depresivos.

Dopamina: Generalmente, suele elevarse de forma natural debido a los diversos cambios hormonales. Sin embargo, el aumento de dicho neurotransmisor puede modificar la conducta de las mujeres embarazadas, teniendo cambios en el control de impulsos, mayor apetito y aumento de horas de sueño.

Todos los cambios mencionados se correlacionan con las hormonas del embarazo, principalmente el estradiol del tercer trimestre, donde resulta recurrente sufrir estreñimiento y hemorroides.

“Hay indicios de que estos cambios cerebrales, de una forma similar a otros mamíferos, desempeñan un papel en la estimulación del cuidado materno y en la supresión de las reacciones negativas a los pequeños”, explicó la líder del estudio.

Las autoras consideran poco probable que factores como la consciencia de estar embarazada u otros aspectos psicológicos puedan explicar los grandes cambios en la estructura y la función de los cerebros que han registrado.

“No se han encontrado asociaciones con otros factores como el estrés o los niveles de sueño”, indica Hoekzema, que asegura: “Aunque es difícil separar los factores fisiológicos de los psicológicos, pensamos que los aspectos biológicos del embarazo representan los factores más fuertes que desencadenan estos cambios”.

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