En mi casa, cuando mi esposo va al supermercado, no me trae lo que necesito sino lo que se le ocurre (aunque le haga una lista).
También me pasa que le pido algo en particular como que me compre un foamy verde, para una tarea de las niñas y dos horas más tarde me llama y me pregunta: “¿Del clarito o del oscuro?”, le digo: “del oscuro.” Y me responde: “oscuro no hay”.
Ahí me encuentro entre la espada y la pared porque si reacciono como mi naturaleza humana me lleva a reaccionar, seguramente voy a ser muy agresiva. Entonces la mala del paseo voy a hacer yo, que armo un escandalo por un foamy verde.
No sé si pasa en tu casa exactamente igual, pero normalmente: no encuentran; se olvidan o no escuchan.
¿Será que todos los hombres son iguales?, ¿te pasa que sientes que tu esposo escucha más a sus amigos, a su familia, y desconocidos que a ti?
Se dice que las mujeres usamos el doble de palabras que los hombres en un día. Yo digo: ¡pues claro! Si nos toca repetirles todo lo que les decimos.
Si este pódcast se llamara “Hablemos de Ser Esposos”, y lo hiciera mi marido, tendría muchas cosas muy interesantes y vergonzosas que contar de mí.
Te invito a que analicemos por qué es tan difícil entendernos y por qué siempre creo que tengo la razón y él está equivocado.
¡El mundo ya esta de cabeza! Qué te parece si resolvemos esto comenzando por la relación mas cercana que tenemos: el matrimonio.
Yo no aguanto por amor, ni me divorcio porque se acabó el amor. Yo trabajo en mi amor propio y en la mejor versión de mí misma, me lleno del amor de Dios e irradio amor a otros.
Desde ahí construyo relaciones, todas mis relaciones, la de mi esposo y cualquier otra. Por eso siempre te digo: no te aguantes, ni te divorcies ¡Hay otro camino!
Para descargar, clic aquí.