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Chingaza, la cuna del agua de Bogotá, páramo sagrado de los muiscas

El 80% del agua que llega a Bogotá proviene de este páramo. Uno de los reservorios hídricos más importantes y biodiversos del país.

Chingaza significa, en lengua chibcha, “la serranía del dios de la noche”. Sus antiguos pobladores veneraban el páramo y el agua.

Chingaza significa, en lengua chibcha, “la serranía del dios de la noche”. Sus antiguos pobladores veneraban el páramo y el agua. / Foto: Felipe Villegas

Chingaza, páramo con 111.667 hectáreas distribuidas en 28 municipios de Cundinamarca, Meta y Boyacá, fue un territorio gobernado por los muiscas, indígenas que se asentaron en las tierras planas de la sabana para no afectar justamente las lagunas incrustadas en lo más alto de las cumbres de los Andes.

Los muiscas veneraban el páramo y el agua. Por ejemplo, concebían las lagunas paramunas como sitios sagrados donde habitaban sus dioses. De ahí que realizaran constantes ceremonias con ofrendas y pagamentos preciosos.

Guatavita, Guasca, Iguaque y Siecha, esta última ubicada de Chingaza, eran algunas de las lagunas predilectas. Este complejo también hizo parte de la ruta para hacer intercambios de productos como la sal con otros indígenas.

Aunque los rituales sagrados de los muiscas asociados con el páramo fueron abolidos por los españoles durante las épocas de la Conquista y la Colonia, Chingaza mantiene una conexión con esa cultura de lo sagrado.

Cerca del 90% de su área aún conserva la vegetación nativa de páramo y de bosques alto andinos, territorios que mantienen su vocación de conservación o uso forestal. Los sitios con más bosques sobresalen en la vertiente oriental, aledaños a los ríos Guavio, Guaitiquía y Guayuriba.

Su buen estado de conservación se debe en parte a la presencia de 28 áreas protegidas, las cuales cubren el 67% del complejo paramuno. El Parque Natural Nacional (PNN) Chingaza es la principal figura de protección con 48.717 hectáreas que representan 44% del páramo.

También cuenta con reservas forestales protectoras nacionales y regionales, al igual que reservas naturales de la sociedad civil en predios privados que aportan a la conservación del páramo en municipios como Fómeque, Choachí, Guasca, Guatavita, La Calera y Junín.

“En Chingaza se encuentran dos Áreas de Importancia para la Conservación de Aves (AICA): la del cañón del río Guatiquía y el PNN Chingaza, esta última un trabajo de más de 20 años por entidades como Parques Nacionales, Acueducto de Bogotá, Fundación ProAves, Universidad de los Andes, Asociación Bogotana de Ornitología y Fundación Natura”, de acuerdo con investigaciones del Instituto Alexander von Humboldt.

Emporio de agua

Chingaza está ubicado en un territorio repleto de agua que hace parte de las zonas de los ríos Bogotá, Guatiquía, Gachetá, Humea, Guacavía, Chivor y Negro, cuerpos de agua que conforman las megacuencas del Orinoco y Magdalena-Cauca.

De este titán hídrico depende el abastecimiento del líquido vital de casi toda Bogotá: 80 % de la población de la capital consume el agua que está resguardada en este páramo, al igual que los habitantes de otros municipios de la sabana como Soacha, Mosquera y Madrid.

El complejo surte al sistema Chingaza de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), que incluye los embalses de Chuza y San Rafael y los cuales reciben el agua de las cuencas de los ríos Chuza, Guatiquía y Teusacá.

Este sistema también cuenta con un sistema de túneles que sirven para el enviar agua del embalse de Chuza a San Rafael, la planta de tratamiento Francisco Wiesner ubicada en La Calera. A su vez, las aguas de Chingaza alimentan el sistema Tibitoc de la EAAB, que recibe líquido del río Bogotá y los embalses de Tominé, Neusa y Sisga.

Villavicencio también depende del agua de Chingaza. La quebrada Honda, ubicada en la zona del río Guatiquía, aporta 1.600 litros por segundo a la planta de potabilización La Esmeralda, que abastece a cerca del 90% del consumo hídrico de la capital del Meta.

Las centrales hidroeléctricas Chivor y Guavio, que generan el 13% de la energía del país, funcionan gracias al agua de este páramo. También le aporta en su vertiente occidental a la cadena de generación eléctrica del río Bogotá.

En este emporio hídrico se estima que viven cerca de 2.400 campesinos, población que sobrevive de cultivos como la papa y la producción de leche del ganado bovino. Estas actividades dependen del agua que les brinda el páramo para el funcionamiento de los distritos de riego.

Osos, colibríes, ranas y plantas

Según el Instituto Humboldt, Chingaza figura entre los páramos más estudiados del país, un trabajo liderado por científicos y expertos que ha arrojado la presencia de miles de especies de la flora y fauna más representativas de este ecosistema.

Tan solo en plantas, este páramo reporta más de 1200 especies de plantas, que equivalen al 23% del total de plantas registradas en la región paramuna. Sin embargo, su verdadera riqueza florística es desconocida aún, ya que no se han hecho muchos estudios en las zonas del noroccidente y oriente del complejo.

Chingaza contiene cerca de 50 especies de plantas únicas en Colombia o con distribución restringida, como el frailejón Espeletia uribei, y las plantas con flores Passiflora cuatrecasasii y Pentacalia axillariflora.

En el complejo se encuentra el 19 % de los anfibios de alta montaña y páramo registrados en Colombia. Según el Humboldt, cuenta con 13 especies, de las cuales nueve son endémicas o únicas de la cordillera Oriental y cinco de Colombia.

“Entre el grupo de anfibios emblemáticos están la rana saltona de Edwards (Hyloxalus edwardsi), el sapito arlequín Atelopus muisca, la ranita Pristimantis nervicus y Atelopus mandingues y Atelopus lozanoi, dos sapitos arlequines endémicos de este páramo”, afirma la entidad.

En este ecosistema se confirmó la presencia de la rana Pristimantis carranguerorum, nombre científico dado en honor a los carrangueros de Ráquira. “El cambio climático en este páramo ha causado impactos en los anfibios de los géneros Pristimantis y Atelopus, siendo este último gravemente amenazado al registrar varias especies consideradas extintas en la actualidad”, revela el instituto.

Cerca de 400 aves revolotean por Chingaza. Además del cóndor de los Andes, la principal estampa en estos territorios de niebla, registra la presencia del chivito de páramo (Oxypogon guerinii), un colibrí endémico de la cordillera oriental.

“Los frailejones tienen en esta ave un amigo, ya que se trata de un colibrí que chupa el néctar de sus flores para cumplir un papel ecológico sumamente importante: polinizar para que la vegetación siga viva”, aseguró Oswaldo Cortés, biólogo y uno de los mayores conocedores de aves del país.

Según Cortés, el chivito de páramo, además de contar con una cresta blanca con verde y barba blanca (solo en los machos), tiene patas largas, uñas fuertes, alas anchas y un pico corto, adaptaciones que le permiten perchar sobre los pétalos de las inflorescencias, especialmente las de los frailejones.

Cerca de 80 especies de mamíferos habitan en Chingaza, siendo el oso de anteojos y el venado de páramo sus mayores representantes. El primero es uno de los animales más importantes para la vida de la vegetación de páramo, ya que se encarga de dispersar las semillas que come en sus recorridos; por eso lo llaman el jardinero del bosque.

La belleza biodiversa de Chingaza y el agua que resguardan sus lagunas y frailejones, es apreciada por los ciudadanos que visitan el Parque Nacional Natural, donde guías de las comunidades narran la historia de este territorio muisca que surte del líquido vital a la gran ciudad.

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