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La guerra según Soho

La imagen de una exguerrillera y una exdetective del DAS besuqueándose medio desnudas es lo mejor que se les ocurrió.

Llevo una semana intentado digerir la última portada de la revista Soho pero por más que la mastico, no consigo transformarla en cosa diferente al amasijo de papel y babas que sospecho es lo único que puede ser.

¿Por dónde comenzar? ¿Cómo describirla?

La imagen de una exguerrillera y una ex detective del DAS besuqueándose medio desnudas es lo mejor que se les ocurrió para entregarnos su idea de lo que es la paz.

“La paz según Soho” titulan junto a la nalga de Ana Pacheco, ex guerrillera de las Farc que abraza a Isabel Londoño, ex detective del DAS, mujer que usando brasier y panties se deja besar en una pose que, según ellos, emula la icónica carátula realizada por Annie Leibovitz en 1980 para la revista Rolling Stones, en la que Lennon abraza desnudo a Yoko Ono. "Esta es nuestra relación" le dijo el cantante a la fotógrafa durante la sesión realizada apenas horas antes de que él fuera asesinado.

Ante el evidente desfase entre “lo que queremos hacer” y “lo que estamos haciendo” del equipo creador de la portada de Soho, uno no sabe si reír o si llorar pues todo en la situación es tan trágico, como doloroso, como grosero.

Haber sabido antes que la paz era algo tan barato, tan risible, tan simple como empelotar a dos mujeres de bandos opuestos para reducir sus luchas a un juego erótico, y haber salido de este problemita de la guerra al menos unas tres décadas antes, cosa que nos hubiéramos ahorrado siquiera 100.000 de los más de 200.000 muertos que ya sumamos –eso fue lo que pensé al ver la portada por primera vez-.

Luego quise imaginar qué quizás sus creadores en verdad se habían propuesto generar alguna reflexión, pero la tosquedad del resultado me impidió seguir cayendo en una negación que lo único que pretendía era conservar algún tipo de fe en el sentido periodístico de una revista que cada vez entrega versiones más desalentadoras de lo que, según ellos, es un hombre.

Finalmente opté por buscar algún aprendizaje en la mezcla de irrespeto y superficialidad que sigo viendo en las filas de las cajas cada vez que pago el pan o la leche, y concluí que si algo tiene de bueno la triste versión que Soho nos entrega de la paz, es la atinada versión que nos entrega de la guerra.

La guerra es eso que se alimenta de la superficialidad y la negligencia de quienes tienen el poder de manejar la información, todo aquello que se regodea en la miseria humana al banalizarla, y que es incapaz de reconocer con humildad y respeto la resistencia de quienes por azar o compromiso se ven involucrados en una guerra.

Nuestro conflicto es, según Soho, esa patética osadía de no saber reconocer la grandeza de un trabajo comprometido como el de Lennon, Ono o Leibovitz, creer que lo importante era la pose de los modelos, que reducir a objetos eróticos a dos mujeres podría equipararse con la posibilidad de retratar a dos íconos; e  imaginar siquiera por un instante que el lugar que ocupará su trabajo en la “historia de las grandes portadas” será diferente al de la indignación o la vergüenza.

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