El Gigoló y las conductas exclusivas de la prostitución masculina
La mayoría ofrece sus servicios mediante avisos en medios de comunicación o mediante insinuaciones o acercamientos.
Aunque al igual que en la prostitución femenina, el propósito es el de obtener ingresos económicos a cambio de favores sexuales; en la prostitución masculina se identifican ciertos patrones conductuales que le son exclusivos y hacen una diferencia importante
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El hombre más usualmente trabaja solo, sin proxeneta y sin intermediarios. Algunos pocos ofrecen sus servicios en la calle, bares o discotecas a la espera de una potencial cliente. Otros los hacen en servicios de saunas, turcos o masajes; son comunes en los centros comerciales, en las playas, los cruceros y los hoteles. La mayoría ofrece sus servicios mediante avisos en medios de comunicación o mediante insinuaciones o acercamientos que pretenden ser conquistas en ambientes sociales en los que su prospecto de cliente se sienta más protegida y confiada
Se le denomina igual, gigoló, al hombre que sirve como escolta o acompañante social de una persona –usualmente mayor- sin favores sexuales o con ellos. Algunos son contratados de manera exclusiva por el -o la- cliente que, en contraprestación o salario, entrega una cantidad de dinero acordada por el acompañamiento durante un cierto período. Según el tipo de relación entre los dos y teniendo en cuenta variables como el estrato social, económico o intelectual del gigoló; a veces se reemplazan los honorarios por costosos regalos o beneficios que distraen la idea de “estar comprando” los servicios de este hombre. En los extremos de la vinculación o apego de tal cliente, se le nombra “socio” de alguna empresa ya existente o creada para el efecto y con lo cual se facilita y se autoriza la aparición social de la pareja
Son muy raros, aunque por supuesto existen, los episodios en los que una mujer contrata a un hombre en la calle para un contacto sexual rápido buscando, por ejemplo, sexo oral o un contacto coital de oportunidad. Más bien, las mujeres parecen preferir el juego de pretensiones en los que se aparente que existe una relación no circunstancial y un tanto estable o duradera y por ello prefieren conocerlo y repetir con el mismo hombre que, si las satisface, podrá ser su compañero por un buen lapso
Por supuesto, el hombre en prostitución puede ser homosexual y por tanto sus clientes serán otros hombres que lo requieran. Algunos hombres en prostitución pueden prestarse para balegando ellos mismos no serlo, sino prestadores de un servicio sexual a hombres que los contratan para el efecto y, dicen, que una vez prestado tal servicio y fuera de sus horas de trabajo, su vida es totalmente heterosexual. Algunos estudios han mostrado claramente en estos sujetos sus tendencias y sentimientos homosexuales
Se asocia con la prostitución masculina, la adicción a sustancias psicoactivas y la delincuencia, especialmente en menores de edad que andan en pandillas
La prostitución masculina no es exclusivamente el resultado de la pobreza o de la necesidad, puesto que un buen porcentaje de los gigolós pudiera estar enmarcado dentro de condiciones socioeconómicas solventes, que no requerirían para sobrevivir este tipo de actividad; en cambio, encontramos jóvenes que obtienen mucho dinero para disfrutar de extras como ropa de marca, computadores, celulares, automóvil, viajes y droga al tiempo que se vanaglorian con sus pares de su vida sexual activa y su conquista de una mujer mayor y acomodada.