3-3: Cuando un imposible se vuelve posible
Hacía décadas no vivíamos una emoción tan grande e intensa que el empate 3-3 contra Chile para clasificar a Brasil 2014 después de ir perdiendo 0-3.

El fútbol te da esa opción de volver posible lo imposible, de convertir la tragedia en felicidad, de cambiar las dudas por certezas y de volver las lágrimas, sonrisas. Y eso sucedió con la selección Colombia ante Chile en el partido que la clasificó al Mundial de Brasil 2014. No parecía probable que ese tren descarrilado sometido por el equipo de Sampaoli que jugó un primer tiempo de ensueño con manejo total, control efectivo, tres goles y una superioridad casi absoluta haciendo ver al local como el más insignificante de los rivales, pudiera enderezar su rumbo, volver a la carrilera y tener uno de los finales más emocionantes que ha vivido el deporte colombiano en su historia
Pekerman perdió el primer tiempo y ganó el segundo. Perdió el primero porque cambió el planteamiento habitual de cuatro defensas que le dio seguridad e imbatibilidad en Barranquilla donde había ganado los 6 partidos sin recibir gol, marcando 17, porque los cambios individuales, pensando más en Chile que en su equipo, no funcionaron y porque la forma como se paró el conjunto lo hizo vulnerable y presa fácil. Y lo ganó en el segundo porque las variantes fueron acertadas, porque regresó al esquema de los éxitos, porque el mensaje del entretiempo caló y llenó al equipo de amor propio y porque como dijo Falcao “el profe nos ordenó, nos tranquilizó y nos fortaleció anímicamente”
Colombia en el complemento se olvidó de la lentitud de Yepes, los errores de Perea, la inexperiencia de Medina, la impotencia de Cuadrado, el desorden de Armero, la improductividad de Aguilar, la insuficiencia de Sánchez, los desaciertos de Teo y la soledad de Falcao. En el segundo tiempo fue un colectivo que parecía un león herido dispuesto a no dejar profanar su casa. La selección aunque no encontró la fluidez y la claridad que tuvo en otros partidos, se llenó de virtudes que solo poseen los valientes: decisión para ir al frente, coraje, orgullo, vocación y unas ganas descomunales que quisiéramos ver siempre
Es cierto que la expulsión de Carmona a los 66 minutos cuando Chile ganaba 3-0 fue determinante y que el árbitro tuvo toques localistas, pero la tarjeta roja fue merecida y los tres penaltis sancionados, dos de ellos para Colombia, existieron en la cancha. Los australes se vieron sorprendidos por una avalancha de 11 gladiadores que se jugaron el honor con un corazón inmenso que se fue multiplicando por el apoyo incondicional de 40.000 hinchas presentes vestidos de amarillo que nunca dejaron de animar y con la energía de 40 millones de compatriotas que seguían la angustia por radio y televisión con incredulidad, pero con la recóndita ilusión que solo la fe es capaz de defender aún padeciendo las peores tragedias. Cuando ingresaron Guarín y Macnelly por Medina y Aguilar para el complemento, el equipo volvió a los cuatro defensores, empezó a repartir entrega y sacrificio y una luz iluminó la negra noche. Un cabezazo de Teo y otro remate de Falcao, resueltos por Bravo, fueron la alerta. En un tiro de esquina “El Tigre” estuvo cerca, Teo estrelló un balón en el palo previo cobro de Macnelly y segundos después, a los 69 minutos, James Rodríguez que comandó la heroica remontada, inició una acción por derecha, Armero recuperó una pelota perdida, se la sirvió a Teo que la cruzó con precisión de joyero para el descuento que avivó la llama de la esperanza
Seis minutos después cuando ya Colombia era imparable y el rival miraba atónito, llegó la falta de Silva a James y a los 84 la cruzada de Bravo también a James, dos penaltis que le sacaron del bolsillo los puntos a Chile y pusieron a nuestra selección en la lista de las hazañas del fútbol. El cobrador no podía ser otro que Falcao, su determinación, su confianza, su categoría, su raza depredadora minimizaban el riesgo. Teo alcanzó a pedirle el segundo, pero el “ojo de tigre” ya estaba apuntando a la derecha del arquero a donde llegaron los dos cobros que enviaron al arquero al palo contrario. Fueron remates con sangre fría, con rabia, con certeza, con esa condición de seguridad que solo tienen los más grandes
Yepes volvió a ser el líder, Perea el impasable, Cuadrado el habilidoso, Armero el recursivo, Sánchez el gran respaldo, Guarín el socio de todos, Macnelly el talentoso que ponía garra, James el conductor, Teo el acertado y Falcao el goleador
El 3-3 faltando 6 minutos hizo explotar el Metropolitano y el país, una explosión de júbilo, de emoción infinita, de alegría desbordad que nuestro sufrido país pocas veces disfruta. Ese empate fue más que un triunfo porque nos instaló en el Mundial de Brasil 2014, pero fue también un mensaje: que en la vida todo es alcanzable, que las cosas se pueden salvar cuando las ruinas vencen el aliento, que del túnel se sale aun cuando el final sea oscuro, que siempre el último esfuerzo sirve para alcanzar lo soñado y que cuando se pone el alma hasta los imposibles son posibles.




