Edgar Rentería, el inmortal
¡Bendita tú, Visitación Herazo! <br />que pariste a semejante deportista y dile, por favor, que no se retire, que la calidad no se mide por ser viejo o por ser joven. Se mide porque se tiene calidad o porque no se tiene. Y se mide por las ganas de ser y seguir siendo. Y él, tu amado hijo, tienes todo eso y de sobra. Esta nota la escribió Hugo Illera en su página web de diarionoticias.com<br /><br />
Edgar Rentería ya es inmortal. Nunca jamás, aunque pasen los años, aunque se jueguen y jueguen todas las Series Mundiales, aunque las páginas de los diarios se pongan amarillas, aunque las generaciones pasen, aunque las fotos se desdibujen, aunque los que hoy estamos aquí ya no estemos, el nombre de Edgar Rentería seguirá vivo y será recordado, en cada Clásico de Otoño, como un grande, como el gran pelotero, el que hizo que el béisbol, que es su vida, nos supiera diferente y nos llenara de alegrías a través de las lágrimas emocionadas y de los corazones acelerados. Todo eso y más, es Edgar Rentería, el Niño de Barranquilla. Hace poco publique la foto de la primera vez que Edgar Rentería se puso un uniforme de béisbol. Fue por allá en 1983, con 7 u 8 años de edad, cuando su hermano Edison fue manager y creador del equipo de Hugo Illera y los "Informadores del Deporte". Sin vanidad diría que allí comenzó todo pero no, lo de Edgar comenzó el mismo día que su padre murió y su hermano Edison, niño como él, se volvió jefe del hogar. Entonces, Doña Visitación, su madre, hacía los fritos para sobrevivir y ellos los vendían. Allí comenzó todo esto que hoy, nos llena de orgullo, de emoción y nos hace llorar con ese llanto incomparable que sale de lo más profundo de nuestro ser. Hoy, Rentería volverá a mostrar un segundo anillo de Serie Mundial. Dos, y pensar que hay jugadores grandes, miembros del Hall de la Fama que nunca pudieron lucir uno solo. Ello habla de la grandeza del Niño de Montecristo, del Barrio Abajo. Anoche, viéndolo correr en el jonrón y celebrar al término del juego, lo volví a ver como en 1997, con esas ganas del jugador rookie, del novato que quiere ser grande, del que aspira a ganarlo todo. Y, al escucharlo dedicarle a su Colombia del alma este nuevo logro y decir que “todo lo que hago, lo hago por ustedes”, no pude contener el llanto y el grito de Viva Colombia, Viva Rentería que, estoy seguro, todos gritamos al unísono. Rentería es grande no solo por jugar bien al béisbol. Rentería es grande por ser como es, un buen colombiano, una buena persona, un gran embajador de nuestra nacionalidad y de nuestra etnia Caribe. Ese es Rentería, el mismo Niño de Barranquilla, el que todo lo ha ganado en el béisbol, el que cada dólar que le han pagado en la MLB lo ha devuelto con calidad, con ganas, con grandeza y el que no ha olvidado quien es, de donde salió y para donde iba. Y no se amilanó. En este temporada estuvo lesionado tres veces, fue operado del codo derecho y estuvo a punto de quedar por fuera del roster de los 25 para la postemporada. Solo un día antes, de comenzar la Serie Divisional ante los Bravos de Atlanta, Rentería respiro tranquilo cuando su manager Bruce Bochy lo habilitó para jugar. Y jugó con la calidad del novato, que todo lo quiere, venciendo a la única barrera que no había enfrentado: las lesiones. Rentería es grande y punto. Por eso, cada vez que le parte a una pelota bateada por un rival tenemos la certeza que la atrapará. De igual manera, cuando se para en el home para batear, en momentos claves de los grandes partidos del béisbol, sabemos que él, con su calidad, saldrá adelante, sin dudas. Y lo hace, porque se preparó para ganarle a la vida y le ganó. Y, como dijeron los comentaristas de ESPN, en la noche maravillosa de Arlington, ¡RENTERÍA, NO TE RETIRES! que la calidad no se mide por ser viejo o por ser jovenn. Se mide porque se tiene calidad o porque no se tiene. Y se mide por las ganas de ser y seguir siendo. Y tú, querido Edgar, tienes todo eso y de sobra. Gracias Rente, gracias por los triunfos, gracias por los laureles, por los títulos, por los trofeos, gracias por Barranquilla, la Costa Caribe y Colombia, gracias por mostrarnos la verdadera manera de ser grande, con humildad, con responsabilidad y con grandeza. Y a ti Visitación Herazo, bendita tú, por haber parido a tan semejante deportista. El mejor de todos los tiempos…




