Brasil mete miedo
Brasil puede ganar jugando mal y hacer goles sin generar opciones. Posee un jugador como Luis Fabiano que nunca la toca pero siempre la mete. No es el dueño de la pelota pero domina. Es el Brasil de Dunga que mete miedo en el Mundial después de vencer 3-0 a Chile.
En el fútbol generalmente la sabana no alcanza para cubrir todo el cuerpo al mismo tiempo. Si tapamos la cabeza se destapan los pies. Y si tapamos los pies se destapa la cabeza. Eso le pasó a Chile ante Brasil. Con sus 3 defensas, 3 mediocampistas y 3 delanteros, se volvió un equipo muy largo, desprotegido, sin equilibrio y fue presa fácil de un equipo que no parece, pero aparece. Lo peor para Bielsa, es que tenía el partido equilibrado hasta los 30 minutos y fue en un tiro de esquina donde Juan cabeceó solo y puso el 1-0. Inadmisible para un equipo dirigido por un entrenador que lo cuida todo, sobre todo las jugadas obvias con baló parado. El segundo ya fue una trivialidad. Jugada por el medio de Kaká, los chilenos muy en línea y Luis Fabiano que no perdona decretó el 2-0. Brasil es el único equipo con caja de cambios sincronizada, eso quiere decir cambio de ritmo. Se ve lento, sin dinámica pero de pronto arranca y cobra. Cuando el tiempo complementario era malo y aburrido, una jugada poderosa de Ramíres dejó solo a Robinho para el 3-0. Brasil puede ganar jugando mal y hacer goles sin generar opciones. Posee un jugador como Luis Fabiano que nunca la toca pero siempre la mete. No es el dueño de la pelota pero domina. Es el Brasil de Dunga, el alumno aventajado de Parreira que en el 94 le cambio el estilo a la “canarinha” por un juego táctico, ordenado, con sacrificio y eficiencia. En esa selección Dunga era el capitán y el que disponía adentro. Hoy es el entrenador y el que dispone afuera, pero quiere que sus piezas funcionen y engranen como en aquel Brasil de hace16 años que ganó la Copa del Mundo. A Parreira lo criticaron pero todos celebraron el cuarto título. A Dunga también lo atacan pero todos disfrutan sus triunfos. Es no aceptar que el fin justifica los medios. El Brasil de hoy es práctico, laborioso y contundente. Y si a eso le sumamos la garantía de fábrica que incluye categoría, experiencia y conocimiento para resolver en los momentos claves, nos enfrentamos a un equipo de gran jerarquía, que sabe jugar y sabe ganar, aunque a veces quede debiendo en el rublo gustar.




