La guerra más bella del mundo
Empieza mañana el mejor espectáculo del planeta, el evento que congrega la atención de todos, la guerra más bella del mundo
Ayer partí rumbo a una maravillosa batalla. Emocionado, orgulloso, preparado y con el corazón en la mano porque seré testigo de la guerra más bella del mundo. Una guerra donde las armas son el talento, la habilidad y la destreza para luchar por la diosa del juego, un objeto con la forma de la tierra y la textura de la piel que se ama cuando se posee pero se odia cuando se pierde. Esta guerra, que enfrenta reinos y naciones tiene gladiadores, cancerberos, centinelas y artilleros. Se librará en templos sagrados ocupados por ejércitos de acompañantes que participaran con sus gritos, canticos y arengas. Su presencia será definitiva para el resultado final. Las contiendas serán a muerte y la fortaleza mental de los guerreros decidirá buena parte del triunfo o la derrota. No hay nada que alimente más el orgullo humano o exalte más la grandeza de un pueblo, que la victoria en una guerra. Ganará el que más conquistas obtenga y el que menos permita que lo conquisten. La diosa del juego tendrá que consentirse, tratarse bien, entregarse rápido y con precisión. De su manejo colectivo dependerá la lucidez de los soldados y el éxito del ejército. Contará la experiencia, la jerarquía y la solvencia física. En esta guerra los pequeños podrán ganar por habilidad y los veloces avanzar ante la fuerza. Su esencia nació en la pobreza, en las pequeñas comarcas urbanas, en las calles y en la necesidad por obtener la gloria. Cada cuatro años en una región distinta se reúnen 32 pelotones para dirimir la supremacía. El mundo entero volcara su atención a los campos de contienda donde los ejércitos, uniformados con los colores de sus banderas, dejarán el alma en la batalla. Las reglas se tendrán que cumplir al pie de la letra aunque a veces el error humano de quienes imparten justicia, juegue a favor de unos y en contra de otros. La permanencia será en guarniciones militares convertidas en verdaderas fortalezas donde se guardarán pasiones, secretos, lagrimas y alegrías para poder cumplir a cabalidad con los objeticos planificados. Serán 30 días de enfrentamientos, habrá muerte súbita y no será suficiente competir bien, pues ganar no será lo primero sino lo único. Solo el triunfo glorificará las almas y bendecirá la dignidad de los guerreros y de los pueblos que representan. Esta será la guerra más bella del mundo, porque como todas las guerras consagrará al más poderoso pero dará revancha, como la guerra por la vida que se pierde y se gana todos los días. Cesar Augusto Londoño – guerrero de Caracol Radio.




