Opinión

Momentos

Hoy no voy a escribir de deportes, ni de fútbol ni del Mundial Sub-20 que le dieron a Colombia. Voy a referirme a la felicidad, como ser feliz sin mucho esfuerzo. A todos gracias por sus comentarios, a Juliana Valente que siempre me critica y me enriquece y a los que se toman el tiempo para leer este Bolog.

Cuando tenemos uso de razón empezamos a soñar y a diseñar un proyecto de vida que muchas veces aplazamos sin razón. Estudiamos con la idea de llegar a la universidad, de hacer una carrera, de formarnos para tener un trabajo o una empresa. Empezamos por los cargos más humildes con el propósito de llegar a los más altos. Nos enamoramos con la ilusión de ennoviarnos, luego de casarnos, de formar una familia, de tener hijos, de educarlos, de verlos crecer, de que algún día sean profesionales, se casen, tengan sus hijos que serán nuestros nietos y estos a su vez más hijos que serán nuestros bisnietos. De pequeños, la bicicleta fue nuestro medio de transporte, después la motocicleta, más adelante el primer carro, modesto y de los baratos, luego uno un poco más costoso y moderno, después otro más costoso aún nuevo y así sucesivamente. Con el techo pasa lo mismo. Vivimos con nuestros padres, luego nos independizamos, pagamos arriendo, compramos la primera casa, pasa el tiempo y cada vez queremos otra más grande y más bonita. Con nuestra ropa, con nuestros gustos sucede igual. Queremos más y mejores cosas. Toda la vida luchamos y trabajamos para superar lo que tenemos creyendo que la felicidad la encontraremos en lo que todavía no hemos conseguido. Siempre habrá obstáculos en el camino: algo que resolver, problemas por arreglar, asuntos pendientes, el hijo enredado en el estudio, un pariente sin trabajo, amigos sin dinero, deudas por pagar, conflictos que resolver e insatisfacciones diarias. Pensamos que cuando todo se solucione empezará la vida. Pero no es así, esos obstáculos son tu vida. La felicidad no debe ser un fin sino un medio. No existe un camino a la felicidad, la felicidad es el camino. No es rico el que más tiene sino el que menos necesita. Si procuramos ser felices con nuestro entorno, con lo que hacemos día a día, con las personas que nos rodean, en nuestro trabajo, con nuestras pequeñas y sencillas cosas, vamos a estar muy bien. No debemos vivir para ser felices, hay que ser feliz para vivir pues siempre tendremos retos y situaciones que resolver. Goza cuando camines, cuando observes, cuando pienses, cuando hagas con tus manos maravillas y con tu mente lo que nadie puede hacer, cuando sientas que perteneces a un mundo único en la existencia. Solo con soñar ya estas alcanzando un infinito y disfrutando de lo que puedes ser capaz. Y soñar no cuesta nada, es gratis. Así que no esperes hasta que termines la escuela, hasta que aumente tu sueldo, hasta que bajes 10 kilos, hasta que tengas carro, hasta que te cases, hasta que tengas hijos, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta las vacaciones, o hasta que te mueras para decidir que no hay mejor momento para ser feliz que este, el que estamos viviendo. El tiempo es un tren que no tiene freno y no espera a nadie. Si vas en él nunca te bajes y si no te has montado, con alegría, optimismo, bondad y buen corazón puedes hacerlo. Atesora cada instante que tienes, cada segundo que pasa y guárdalos en el cajón de la felicidad. Siempre tendrá espacio. Si lo puedes hacer con alguien especial mucho mejor, sentirse comprendido, respaldado, estimado o querido es el mejor alimento de vida. La felicidad es un trayecto no un destino. Así que trabaja como si no necesitaras el dinero, disfruta como si no existiera el sufrimiento, ama como si nunca te hubieran herido, corre como si nadie te pudiera ganar, diviértete como si jamás lo volvieras a hacer, saluda a quienes están cerca, sonríe con todos, baila como si nadie te estuviera viendo y no dejes que trastornen tus sensaciones, tu esencia, lo que eres. La vida es muy corta y difícil. Si tenemos siempre cosas por hacer para ser felices, nunca nos alcanzará el tiempo. Pero será larga y placentera si somos felices con lo que hacemos, con lo que tenemos, con lo que somos, habrá tiempo para todo. Soñemos, sigamos soñando, pero hagámoslo con felicidad, con emoción, con generosidad, con tolerancia, con alegría siendo nosotros mismos. Así seremos fuertes e indestructibles. No hay mejor sueño que este, el que estamos viviendo.

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