Refugiados colombianos con una cruel recepción en Panamá
Un grupo de policías panameños vigila una aldea indígena de la provincia de Darien y registra los movimientos de los indios Wounaan que navegan por el río.
BIROQUERA, Panamá.--- Un grupo de policías panameños vigila una aldea indígena de la provincia de Darien y registra los movimientos de los indios Wounaan que navegan por el río.La protección policial para las comunidades locales termina aquí puesto que los oficiales temen enfrentarse a los guerrilleros colombianos que merodean la zona.Un poco más lejos, al sur de la frontera de Panamá con Colombia, comienza el campo de batalla entre las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y los paramilitares ultraderechistas.Con el silencio del río como telón de fondo, los pobladores esperan a los refugiados colombianos que se anticipan en los próximos meses, en tanto empeora el conflicto tras el estancamiento en febrero de las gestiones de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC.En la localidad estratégica del norte de Colombia que colinda con Panamá, los rebeldes de las FARC controlan la región pacífica y se enfrentan con los paramilitares que mantienen la costa atlántica.Ambas partes intentan ganar el control de las dos costas, las cuales constituyen salidas de embarques de drogas y el puerto de entrada de armas y alimentos.La zona disputada alberga a unos 15.000 habitantes.Todos los días, pequeños grupos de colombianos que buscan refugio en Panamá, llegan a la provincia de Darien, tras atravesar durante varios días la montañosa selva colombiana, o llegan por barcos.Las comunidades locales, algunas de las cuales ya se convirtieron en hogar de los refugiados, se están preparando para la llegada de muchos más.Las Naciones Unidas estima que unos 1.000 colombianos huirán a Panamá en los próximos seis meses, mientras empeora el conflicto en la región.Los trabajadores colombianos de ayuda humanitaria dijeron que podrían llegar otros tantos miles a Panamá en el transcurso del año. UNA BATALLA PSICOLOGICASin embargo, los pobladores y las organizaciones de ayuda humanitaria en Darien dicen que su mayor preocupación no es la cantidad de refugiados que se espera, sino la sumamente estricta política contra los refugiados que aplica el gobierno."El gobierno está combatiendo una guerra psicológica para disuadir a los refugiados de venir a Panamá. Ofrece muy poco a los refugiados con la esperanza de que ellos se vayan de nuevo a Colombia", dijo Antonio Vargas, presidente de ALAP, agencia no gubernamental de refugiados de Panamá.Miles de colombianos huyeron a Panamá durante los últimos años tras la destrucción de sus poblados a manos de la guerrilla.Alrededor de 1.200 personas aún se encuentran en Panamá, de acuerdo con los estimados de la agencia de refugiados. ATRAPADOS EN JAQUEUnos 400 refugiados colombianos viven en el remoto poblado de Jaque y sus alimentos solamente provienen de la agencia para refugiados de las Naciones Unidas.Los refugiados, quienes viven en casas de madera muy pequeñas, se quejan del trato que les da la policía militar y por la desnutrición.Solamente 20 personas recibieron el estatus formal de refugiados y pueden viajar libremente por el país. El resto tiene un estatus temporario conforme a la Convención de Ginebra de 1951, y efectivamente se encuentran atrapados en el poblado. "La cantidad de comida y ayuda humanitaria no es suficiente", dijo Bertilda, de 41 años, cuyo poblado fue azotado por la guerrilla hace dos años. "Nuestros hijos andan descalzos. ¿Y una buena ayuda de los médicos? Eso ni pensarlo".Los refugiados, mayormente niños, viven en base a una dieta de arroz y lentejas.A pesar de la abundancia de cosechas en la zona, la policía evita que los colombianos puedan trabajar en el campo. Los que desobedecen el toque de queda nocturno, con frecuencia son víctimas de golpizas, encarcelamiento y multas, dijeron los refugiados y personal de ayuda humanitaria."Estas medidas son para su propia seguridad. No podemos correr el riesgo de que los refugiados vuelvan a ser delatores de las FARC," dijo Edelmiro Rivas, capitán de la policía nacional fronteriza de Darien.Quienes cuentan con estatus formal de refugiados también dijeron que se enfrentan a una dura discriminación. "Al principio la policía no quería reconocer mis documentos de refugiado", dijo Carlos, de 28 años, quien llegó a Jaque hace tres años. "Ahora sí, pero el gobierno hace que renovarlos sea muy difícil." OBSTACULOS LEGALESDe acuerdo con Fernando Wing, abogado especialista en temas de asilo, Panamá fijó requisitos tan estrictos para los refugiados que tiene muy poca obligación legal de ayudar a los colombianos que ingresan al país."La ley internacional dice que las personas que buscan refugio deben demostrar que son perseguidos en su propio país para poder tener derecho al estatus de refugiado", dijo Wing."Pero Panamá exige que las personas que buscan refugio demuestren que son perseguidas a nivel personal. Esto es, por supuesto, muy difícil de hacer."La oficina de Inmigraciones de Panamá niega dar la espalda a los refugiados y dice que muchos de ellos son deportados porque no solicitan el estatus correspondiente.Sin embargo, la agencia de refugiados gubernamental ONPAR no tiene una dependencia en la provincia de Darien, lo que dificulta que los refugiados puedan presentar sus pedidos, dijo el personal de ayuda humanitaria.Los líderes comunitarios de Jaque dicen que la preocupación inmediata yace en la necesidad de una nueva infraestructura que pueda albergar a una mayor cantidad de refugiados y que no hay señal alguna de que esto se materialice.El centro médico del poblado tiene tan sólo tres médicos y ya está sufriendo la presión de la presencia de los refugiados, muchos de los cuales llegan con traumas debido al conflicto en el sur de la frontera y otros con enfermedades como la diabetes.La escuela local ya cuenta con 110 niños refugiados y dice que no tiene espacio para aceptar a más estudiantes. Los pedidos para ampliar el establecimiento escolar no fueron atendidos.La vivienda también constituye otro problema."Es la calma que precede a la tormenta. Este es el tiempo para que el gobierno se prepare para el flujo de nuevos refugiados", dijo Jaime Torres, titular de la escuela de Jaque. "Pero no está haciendo absolutamente nada (al respecto)."



